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Ruta de senderismo: El pico Mencilla

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Republicamos esta ruta con más detalle y algunos cambios respecto al artículo aparecido en 2010. Esta es la primera descripción correspondiente a las rutas realizadas en otoño del pasado año, para ir dándoos más ideas para salir a caminar en las próximas semanas.

Podemos considerar a la sierra del Mencilla el final hacia occidente de la sierra de la Demanda y del sistema Ibérico, pues aunque aún nos encontramos con elevaciones aisladas de cierta entidad, no responden a lo que entenderíamos como un entorno montañero. Su pico más alto es el que le da nombre, y se eleva a 1931 metros. Existen varias opciones para su ascenso siendo probablemente la más directa, natural e interesante esta que proponemos partiendo de Pineda de la Sierra.

Dificultad: Alta, debido al desnivel
Orientación (sin GPS con cartografía o track): Buena. Los senderos están limpios y son claros.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 3 horas y 45 minutos (10 kilómetros y medio)
 

 


Situación y acceso
Para llegar a Pineda de la Sierra partiremos de Burgos por la N-120. Llegadosa Ibeas de Juarros tomamos la carretera regional que conduce a Pradoluengo. Unos 20 kilómetrosmás adelante, y tras bordear una parte del embalse de Uzquiza, seguimos hacia la derecha en dirección a Pineda. Desde aquí aún nos quedan unos 15 kilómetros de enrevesada carretera hasta la localidad, bordeando la cola del embalse citado, y también el pequeño embalse del Arlanzón. Dejaremos el coche en la zona central del pueblo.
Puntos de interés
Bosquetes de robles, hayas, y acebos. Vistas desde el ascenso y desde la cima. Circo del Mencilla. Pueblo de Pineda de la Sierra.
Descripción de la ruta
Desde el pueblo de Pineda se puede ver perfectamente hacia el sur el oscuro perfil del pico Mencilla, caracterizado por el antiguo circo glaciar que se encuentra bajo el mismo. Una vez aparcado el coche buscamos el edificio del albergue de la Diputación de Burgos, que se encuentra junto a la carretera. Desde aquí bajamos hacia el río (1200 metros de altitud) que cruzamos enseguida para llegar a la ermita del Santísimo Cristo, con trazas románicas, junto a la que se encuentra una refrescante fuente.
Unos pasos más adelante se encuentra sendero de la Vía Verde de la Demanda, antiguo trazado del ferrocarril. Seguimos la misma unos metros hacia la izquierda, pero al poco tomamos un camino que nace hacia la derecha. Desde aquí la orientación general será ir mediante ascenso directo, en dirección contraria a Pineda de la Sierra.
Ascendemos un primer tramo por una zona de robles hasta llegar a un nuevo cruce. El camino más ancho gira a la izquierda, pero nosotros seguiremos de frente por una senda muy definida. Pronto entramos en una pequeña zona de grandes acebos (muchos tienen un tronco de más de un metro de diámetro). En una nueva bifurcación volvemos a seleccionar la vereda de la derecha.
Durante los siguientes metros son los robles los protagonistas, siempre por un sendero muy bonito con pendiente aún llevadera. Al poco entramos en una zona de altas escobas que festonean el sendero. Este tramo termina junto a una fuerte rampa acompañada de los primerosgrandes ejemplares de haya.
Superada la fuerte rampa alcanzamos un camino. En todo caso nosotros seguimos de frente cruzándolo para entrar en una zona de pradera. A nuestra izquierda aparece el refugio de Esteralvo, junto al que se encuentran unas mesas para poder descansar a la sombra de las Hayas. Estamos a 1400 metros de altitud.
El sendero como tal bordea el área de descanso, afrontando una dura rampa por la hierba (de hecho a partir de aquí la pendiente será considerable hasta alcanzar el cordal) en dirección al hayedo. Poco antes de entrar en el mismo podemos darnos la vuelta para observar Pineda de la Sierraa nuestros pies, y por detrás del mismo la sombra de los picos Trigaza y San Millán, ambos por encima de los 2000 metros. Hacia oriente empezamos a ver entre el verde de los robledales la mancha azulada del embalse de Arlanzón.
Una vez dentro del hayedo prestamos atención para ver la continuidad del sendero entre las hojas. Dicho sendero gira un poco hacia la derecha para hacer llevadera la fuerte pendiente. Tras este tramo salimos por unos instantes del hayedo hacia otra zona herbosa. Subimos directamente por la misma ayudados por los hitos montañeros y al poco volvemos a girar un poco hacia la izquierda para entrar en la última parte del hayedo.
Poco a poco las hayas se van haciendo más achaparradas y el suelo más pedregoso. Al cabo los árboles se van separando más unos de otros para compartir espacio con los arbustos y definitivamente se acaba el bosque. Trabajando con la fuerte pendiente empezamos a intuir el cordal de la sierra. Hacia la izquierda vemos el pico Mencilla con su circo inferior. Cerca ya del cordal intuimos un pequeño refugio, pero seguimos los senderos que giran un poco hacia la izquierda para alcanzar el cordal en el punto idóneo optimizando el esfuerzo y la distancia.
Alcanzamos el cordal aproximadamente a los 1800 metros de altitud. A nuestra derecha aparece la comarca denominada “la solana del Mencilla”, y junto a la misma una serie de elevaciones cercanas bastante características del centro burgalés: La sierra de Mamblas, Peñalara etc… Aún nos queda un fuerte repecho hasta la cumbre. Primero avanzamos por un pedregoso sendero que pasa junto al circo del Mencilla. Desde aquí observamos esta pedregosa zona bajo la cual se encuentran las antiguas instalaciones de una estación de esquí, hoy usada como aula de la naturaleza. En el paisaje también se descubren interesantes hayedos.
Terminado el tramo pedregoso giramos un poco hacia la izquierda y por fin alcanzamos ya la cumbre marcada con un vértice geodésico. Las laderas descienden rápidamente en los cuatro puntos cardinales, por lo que las vistas son muy amplias. Hacia el norte tenemos los ya citados picos de Trigaza y San Millán (que aparecen ligerísimamente pintados con las primera nieves del otoño), hacia el este y oeste la continuación del cordal y hacia el sur la gran meseta en la que sobresalen los picos de los diferentes montes.
Tas el merecido descanso decidimos volver por el mismo camino.
Comentarios
Se trata de una ruta dura, más de 700 metros de desnivel, que se compensa en parte por su reducida longitud. Al ser el sendero claro, el descenso se puede realizar con mucha rapidez. Lo ideal para esta ruta es escoger un día despejado para disfrutar de las panorámicas y para que sea muy agradable. No obstante, para los aficionados a la montaña resulta muy atrayente subir en invierno. Cada año los aficionados colocan un belén en la cumbre.
Vistos los paisajes circundantes parece interesante descender por otro lado y con ello hacer más variada la ruta. Sin embargo, el único ascenso alternativo claro parece ser otro que va más hacia el oeste por lo que las panorámicas serán muy similares y la distancia superior (aunque probablemente la ascensión sea más llevadera). Son atrayentes los hayedos que se encuentran por encima y debajo del Aula de la Naturaleza, pero hasta donde he podido saber los senderos por la zona o no existen o no son muy claros, por lo que he preferido no considerar un descenso por los mismos.
 
Por supuesto, al Mencilla también se puede ascender por alguna de sus otras vertientes.

No debemos dejar pasar la oportunidad de visitar la bonita localidad de Pineda, en donde incluso podremos comer.
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Track del recorrido para GPS (pulsa en el círculo verde para más información)



Vídeo con imágenes del recorrido
  


Villasur de Herreros

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Durante los próximos artículos vamos a rondar (en general) el entorno de la Sierra de la Demanda. La parada de hoy la efectuamos en el pueblo de Villasur de Herreros. Dentro del casco urbano se ha abierto hace unos meses una especie de Centro de Recepción de Visitantes. El lugar aprovecha las instalaciones de un antiguo molino harinero, que ha sido restaurado.
 

El edificio del molino de Villasur presenta la peculiaridad de encontrarse alejado del río (está justo al lado de la carretera, alineado con otros edificios). Ello se debe a que funcionaba con energía eléctrica procedente de una central cercana.

Nos atenderán en el centro en verano y fines de semana. Desde allí nos pueden guiar al edificio de la Ermita de San Roque, restaurada hace unos años y también dentro del casco urbano. El mayor interés de este lugar radica en que alberga una gran maqueta (más de 10 metros) del malogrado ferrocarril Minero, obra del artista Santiago Callejo.

La información se complementa con algunos paneles y objetos relacionados, así como un vídeo explicativo sobre la elaboración de la maqueta. No está permitido hacer fotos del interior, por eso no las publico (aparecen en algunos lugares de internet, por ejemplo en este). En mi opinión merece la pena hacer una parada para verla. Eso sí, mejor concertar cita antes a través del teléfono 690315987.

Árboles singulares: el nogal de Villabura

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A mitad de camino entre Ibeas de Juarros y Arlanzón existen una serie de construcciones aisladas, a modo de chalets, que curiosamente se sitúan en terreno del pueblo de Zalduendo. Estas casas son una indicación de la ubicación de una antigua población llamada Villalbura (también conocida como Villargura o Villarbura).
 
Durante siglos el lugar tuvo una gran fama por la celebración en torno a la ermita de San Bernabé de una concurrida feria, coincidiendo con el día del santo. A la feria acudían numerosos tratantes y jornaleros en busca de ventas o trabajo, aprovechando la relativa cercanía tanto de Burgos como de las zonas serranas. Se habla incluso de la congregación de varios miles de personas.
 
Pero la costumbre más llamativa y característica era el ajuste de criadas sin trabajo y señores con casa, donde se contrataba a éstas para todo el año. Fueron varios periodistas que en el pasado reflejaron los detalles de esta peculiar actividad (entre ellos, Eduardo de Ontañón), que en ocasiones iba más allá de lo meramente profesional.
 
En paralelo a la feria se desarrollaba una romería en la que se veneraba a la Virgen de Villalbura. Junto a la ermita existía un gran nogal que jugaba un papel predominante en la romería, tanto que incluso la música se tocaba debajo del mismo. Durante la misma se entonaba un cantar que entre otras cosas decía:
“Virgen de Villalbura,
que bien pareces
con el nogal delante
lleno de nueces”

La ermita sobrevivió al pueblo, como suele ocurrir muchas veces, pero tras la desaparición de las ferias y las romerías también la misma acabó en un montón de ruinas. Lo mismo ocurrió con el nogal… o casi. Todavía seguía vivo cuando Cesar Javier Palacios lo visitó para su inclusión en el libro “Árboles singulares de la provincia de Burgos” hace unos quince años. Por entonces mostraba ya un estado lamentable pero todavía daba nueces y lucía casi seis metros de perímetro de tronco.
 
 
Hace pocos años un fuerte vendaval acabó con lo poco que quedaba del nogal, quedando sólo parte del tocón…pero no acaba aquí la historia....
 
En 2011 una serie de agrupaciones y personas vinculadas al lugar, capitaneadas por la empresa EDUCACIÓN Y TIERRA, plantaron un pequeño nogal en el mismo emplazamiento. Son ellos mismos los que lo cuidan anualmente para que sirva de recuerdo de aquella tradición, perdida ya para siempre.
 
 
Puedes saber más sobre la llamada “feria de criadas” leyendo este artículo de la Revista de Folklore.

Una mención a las Edades del Hombre en Aranda de Duero

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Como ya saben los lectores habituales de este blog, presto muy poca atención a lo que sucede en las grandes localidades de la provincia, entre otras cosas porque ya tienen sus cronistas. Pero no podía dejar pasar la oportunidad de visitar la edición de la exposición de Las Edades del Hombre que se está desarrollando en Aranda de Duero y ya de paso hacer una pequeña mención a la misma en esta web.
 
La Exposición “Eucharistia” se desarrolla hasta el 10 de Noviembre (queda un mes exacto) en las dos iglesias principales de Aranda de Duero, la de Santa María y la de San Juan. El centro de recepción y venta de entradas se ubica en la Plaza Mayor. El precio de visitas individuales es de 3 euros, a los que se puede sumar 1 euro de la una pequeña guía. Por supuesto hay material adicional: audioguías, catálogos etc…No está permitido tomar fotos y los guardas están bastante atentos a ello.




A grandes rasgos y a nivel subjetivo creo que esta exposición merece la pena como complemento a un viaje por la zona, pero tampoco te deja impactado. Tras superar la impresionante y recientemente restaurada fachada gótica de la iglesia de Santa María nos encontramos con una colección de más de un centenar de piezas en las que sorprende encontrar muchas obras de otras diócesis e incluso de fuera de Castilla y León; hasta se muestran varias piezas de arte contemporáneo.

En el recorrido, que gira en torno al fenómeno de la Eucaristía desde distintos enfoques, encontramos objetos de gran valor, algunos obra de artistas conocidos. No obstante desde mi punto de vista particular la sección más interesante es la de objetos relacionados con la liturgia, la mayoría piezas de orfebrería. Destaca sobremanera el extraordinario cáliz de los Condestables de Castilla, obra maestra de finales del XV.


En esta misma zona, y dentro del ámbito del blog destacaremos el ara del altar de la Ermita de las Santas Centola y Elena de Siero (siglo VIII); las lipsanotecas (recipientes destinados a contener reliquias de santos) de la iglesia de San Martín de Tartalés de Cilla (siglos X-XI), y la casulla de San Juan de Ortega, una extraordinaria obra de arte almorávide del siglo XII. Como veis por los enlaces, las tres piezas guardan relación con artículos de este blog y son parte de la escasísima representación del medio rural burgalés en esta exposición.

En definitiva, aunque la exposición no aporta nada excepcional, al menos sí que ha servido para multiplicar las visitas a la zona. Así lo han notado en lugares como La Vid, Peñaranda, Caleruega o Lerma. Por cierto, por un par de horas no fui el visitante 200.000.

Pradoluengo

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Pradoluengo es una localidad de tamaño relativamente grande que tiene como principal seña de identidad su antigua actividad productiva asociada al sector textil. Ello le convirtió durante siglos en una “rara avis” de desarrollo industrial dentro de la provincia de Burgos, condicionando de manera definitiva su devenir histórico.

Como en otras localidades de la zona, en la Edad Media se produjo un gran desarrollo de la actividad lanar, que tenían como base la importante cabaña ganadera. Sin embargo, en Pradoluengo se daban cita otras dos circunstancias: un aporte relativamente estable de agua que podía alimentar maquinaria basada en su fuerza, la leña necesaria en otras parte del proceso,  y la existencia de tierra de “greda”, un ingrediente fundamental para el tratamiento de la lana.

Estos factores facilitaron el que en un determinado momento se pusiera en marcha un proceso productivo fundamentalmente artesanal para la elaboración de productos derivados de la lana. Ya desde finales del siglo XVI la villa tiene un nombre como elaboradora de paños y bayetas; productos ambos usados por las capas más humildes de la sociedad para la elaboración de su propia vestimenta y otro menaje del hogar.


Desde entonces el pueblo se vuelca totalmente hacia la producción textil, ocupándose en la misma, de manera directa o indirecta, prácticamente la totalidad del pueblo. Sirva como dato fundamental el hecho de que, al contrario de la mayoría de las localidades serranas, Pradoluengo se extiende en la zona más baja del valle, dejando en su momento la ladera más soleada libre para el secado de las manufacturas textiles. Por otro lado, los montes son protegidos para asegurar el aporte hidráulico.

Los datos existentes de todo este periodo nos muestran que Pradoluengo vive un relativo esplendor en comparación con la mayoría de las localidades cercanas, pero basándose casi siempre en una actividad bastante precaria y exigente, con bajos márgenes de beneficio y basada en mano de obra barata. Las pésimas comunicaciones supondrían en todo momento uno de los principales obstáculos.
 

Los procesos productivos se van perfeccionando y ya en el siglo XIX se puede hablar de una auténtica actividad industrial. La propiedad se empieza a concentrar, de modo que muchos obradores autónomos desaparecen y sus trabadores se integran como trabajadores de empresas algo más grandes. Se cuenta con varios lavaderos de lana, batanes y talleres de tinta e hilado.

Además se empiezan a generar productos algo más elaborados como son las mantas, fajas y calcetines. La producción creció tanto que los industriales locales compran concesiones para la instalación de batanes en las corrientes de los ríos Tirón en Fresneda de la Sierra y Urbión en Santa Cruz. Poco a poco va apareciendo la primera maquinaria y se van integrando los procesos productivos.
 

 
Fruto de esta prosperidad, empiezan a aparecer en el pueblo pequeñas fortunas amasadas por los propietarios de las fábricas y por los descendientes que emigraron con éxito a América. De hecho, la huella más visible hoy en día de la historia textil de Pradoluengo la constituye la existencia de una calle, conocida popularmente como “la acera de los ricos” en donde se encuentran las antiguas casas de estos industriales, algunas de claro sabor indiano. La mayoría de las fotos que aparecen en este artículo corresponden a las mismas. El indiano más exitoso de Pradoluengo fue Bruno Zaldo, que fue uno de los fundadores del Banco Hispano-Americano.

A mediados del siglo XIX la localidad roza los 3000 habitantes, el pico máximo de su historia. En esta época se erige la nueva iglesia y el nuevo Ayuntamiento. El consistorio incluso contribuye de forma considerable en la construcción de la carretera directa hacia Burgos.
 

La importancia de la actividad textil fue poco a poco decayendo ya desde finales del siglo XIX y principios del XX; debido a la fuerte competencia de otros centros nacionales con mayor poder inversor y con más capacidad para adaptarse a las nuevas necesidades de la población. No obstante los productores locales supieron especializarse en la industria del calcetín y las boinas, consiguiendo con ello prolongar su actividad. Durante la Guerra Civil la producción queda en manos del Ejército Nacional, aumentando la misma considerablemente durante este periodo.

Esta época pasa rápido y la posguerra hace mella en el lugar, aunque la emigración no es tan fuerte precisamente por la existencia de la pequeña industria textil.A partir de los años 60 se empiezan a construir varias naves para dar a la industria una factura más moderna En los años 80 se crea el polígono industrial adonde se traslada la mayor parte de la actividad productiva.
 

 
A día de hoy aún persisten varias empresas, especializadas sobre todo en diversas modalidades de calcetín. Además, este devenir histórico ha dejado en Pradoluengo un espíritu emprendedor que para sí quisieran otros lugares de la provincia. Fruto, en parte, de ello ha sido la puesta en marcha de algunas iniciativas empresariales de éxito, como son la empresa Bacigalupe Hermanos, dedicada a la impresión de etiquetas, y Naturae, que comercializa producto naturales.

Durante los últimos años se ha especulado con la creación de alguna infraestructura a modo de museo o Centro de Interpretación de la historia textil. El caso es que a día de hoy los únicos rastros visibles son algunos paneles explicativos y algunos restos de los antiguos ingenuos hidráulicos en la zona de San Antonio, aguas arriba del pueblo. Por otro lado, desde hace unos años se viene celebrando una Feria Indiana en el mes de julio.

 


Pradoluengo también cuenta con un privilegiado entorno natural que se puede conocer a través de varias rutas señalizadas. La más conocida transita en torno al “Nacedero” del río, cuyas hayas fueron protegidas, como hemos mencionado, precisamente como apoyo a la industrial textil.
 
Para saber más sobre el patrimonio industrial e indiano de Pradoluengo puedes consultar su página web. 

Fresneda de la Sierra Tirón

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Fresneda de la Sierra es una pequeña localidad utilizada fundamentalmente como punto de acceso hacia la zona montañosa en donde nace el río Tirón. Aquí os muestro un interesantísimo recorrido por la misma.

Unos pocos kilómetros aguas abajo se encuentra este pueblo, en donde encontramos algunos ejemplos de la arquitectura popular típica de la zona, basada en entramados de madera.
 
Fresneda se encuentra en un entorno natural privilegiado
 
Sin embargo, el elemento más interesante es su gran iglesia parroquial, que data del siglo XVI. De la misma destaca el retablo mayor. Lamentablemente la misma sufre problemas estructurales que amenazan con dar al traste con el edificio, tal y como denuncian los vecinos desde hace años.
 

 
Junto a la escalinata que da acceso a la iglesia encontramos una llamativa estela con una representación antropomorfa de origen prerromano. Se la conoce popularmente como “La Pastora”, nombre del pago en donde fue encontrada la pieza.
 
 
Pese a la reducción de su población, Fresneda ha sabido mantener algunas de sus costumbres, como las danzas tradicionales el día de la fiesta y la bajada del ganado al pueblo, hecho que tiene lugar a principios de agosto.

La iglesia visigótica de San Vicente del Valle

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Desde Fresneda el Tirón abandona la parte más marcada de su descenso, pero aun así forma un marcado valle. No mucho más adelante encontramos el pueblo de San Vicente del Valle y, en sus afueras, una interesante iglesia que conserva destacados elementos de las épocas hispanovisigoda y altomedieval, amén de haberse levantado sobre los restos de una villa tardorromana.

 


Las diferentes etapas constructivas que pueden detectarse en este lugar permiten aventurar la posibilidad de que existiese un culto permanente que no se interrumpió durante la ocupación musulmana. Esta opción abunda en la teoría de que la invasión árabe tal vez no fue tan intensa como se tiende a suponer, tal y como ya apuntábamos al hablar del antiquísimo y cercano templo de San Miguel de Pedroso.

Los restos visigodos, datables a finales del siglo VI, convierten a la iglesia en la más antigua de la provincia que aún se conserva en pie. Se identifican con este periodo la nave central y unos delicados capiteles que provienen de las ventanas ajimezadas que iluminan la iglesia. Estos últimos han sido sustituidos por réplicas, guardándose los originales en el interior del templo. También pertenece a esta época una tumba de que se encuentra a los pies de la nave.
 






En una primera etapa altomedieval se añade un ábside cuadrandular. Ya en el siglo XIII se abre una sencilla portada. Según una inscripción existente en la misma, en la obra tuvo influencia el obispo don Mauricio, el mismo que puso en marcha la obra de la catedral. Finalmente en pleno barroco se erige una espadaña que contribuye a dar una gran personalidad a este templo dentro del paisaje circundante.
 


 

 
En los años ochenta del siglo pasado un incendio provocó la pérdida de las cubiertas y la ruina parcial del edificio. En los noventa se llevó a cabo una restauración integral que eliminó los añadidos más recientes. Además se han colocado, a modo de exposición, algunas otras piezas en el interior del templo, como son algunas estelas romanas reutilizadas en este templo, y que pueden datarse en los siglos II y III; y otras estelas medievales de forma discoidea.
 
imagen del templo antes de la restauración.


 
En definitiva, para los amantes del patrimonio más ancestral de la provincia resulta ineludible visitar este peculiar templo, cosa que puede hacerse en los meses de verano. Terminamos con una vista desde la distancia, imagen tomada durante una ruta de senderismo que os describiré en mi próximo artículo.
 
 

Montes de Ayago

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Cuando se observa la sierra de la Demanda desde las llanuras de la Riojilla Burgalesa se observan una serie de elevaciones previas conocidas como Montes de Ayago, cuyas cimas no llegan a los 1400 metros. Se trata de una zona muy poco poblada y conocida en donde nos encontramos unos sorprendentes bosques caducifolios. Hoy proponemos una sencilla ruta de aproximación a este espacio siguiendo uno de sus arroyos. Una primera toma de contacto que, vistas las impresiones, probablemente no sea la última.

Dificultad: Media
Orientación (sin GPS con cartografía o track): Buena. Los senderos están limpios y los cruces son claros.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 3 horas (12 kilómetros)



Situación y acceso

Esta ruta parte del pueblo de Espinosa del Monte. Para llegar al mismo partiremos de Burgos por la N-120. Llegados a Ibeas de Juarros tomamos la carretera regional que conduce a Pradoluengo. Cruzamos toda esta localidad y, justo al final de la misma, encontramos la carretera que se dirige a Fresneda de la Sierra. Unos tres kilómetros más adelante nos encontramos con la carreterita que nos lleva a Espinosa.

Puntos de interés

Hayedo del arroyo de Umbrión. Vistas desde torre de vigilancia. Hayedo de Eterna. Robledales.

Descripción de la ruta

Espinosa es una localidad muy pequeña en donde observamos las características constructivas de la zona: casas de cascajo con entramado de madera. Siguiendo su corta calle encontramos un edificio en buen estado que parece ser de propiedad pública. Bordeándolo por la izquierda entramos en un camino.

Rechazando un primer desvío hacia la derecha llegamos a una zona de pinos de repoblación en donde encontramos una bifurcación. Nosotros seguimos de frente (el regreso se realizará por el otro camino). Caminamos entre tierras de labor, pero de frente observamos una clara elevación, el Umbrión, a cuyos lados se abren sendos barrancos. Todos ellos están cubiertos de un espeso hayedo.

El camino se dirige hacia el barranco de la izquierda, el del arroyo Umbrión, y parece terminar justo al entrar en el bosque. Sin embargo, en realidad se transforma en un claro sendero que se sumerge entre las altas y esbeltas hayas. En principio tendremos el arroyo (que no lleva agua) a nuestra izquierda. Al poco hemos de cruzarlo. Tras dejar atrás un abrevadero (que está al otro lado del arroyo), volvemos a cruzar el cauce e iniciamos un alargado tramo de fuerte ascenso pisando las mullidas hojas.

Durante este tramo cava vez cogemos más altura sobre el cauce del arroyo, el cual a su vez se encajona. Finalmente la pendiente se va suavizando el cauce vuelve a quedar a nuestro nivel. Intuimos ya el final del bosque en las proximidades de un nuevo abrevadero. Aquí volvemos a cruzar el arroyo y salimos a campo abierto. Ha sido un kilómetro largo de hayedo con un desnivel en torno a 200 metros.

El sendero desdibujado finaliza junto a un camino. Tomamos el mismo hacia la derecha hacia la vaguada donde nace el arroyo y ganamos altura por una pradera con un ligero desnivel. Vamos siguiendo este sendero en dirección oeste durante aproximadamente un kilómetro hasta que detectamos una pequeña caseta de vigilancia contra incendios en la zona conocida como "El Cañal". Buscaremos los senderos que nos llevan hasta la misma.

Desde la caseta tenemos muy buenas vistas de la cara norte de la sierra de la Demanda, en la franja entre el pico San Lorenzo y el Pico San Millán. Bajo nosotros tenemos el curso medio del río Tirón, así como la primera localidad que atraviesa: Fresneda de la Sierra. Asomándonos un poco hacia la derecha podemos apreciar la ermita prerrománica de San Vicente del Valle. Hacia el norte, los montes Obarenes y la Sierra de Cantabria.

Tras disfrutar de las vistas volvemos sobre nuestros pasos hasta el punto en que tomamos este difuminado camino; de modo que nos encontramos con una trifurcación. Nosotros seguimos de frente para cambiar hacia la vertiente del río Eterna. El nuevo camino es más claro y desciende paralelo a un nuevo hayedo. Al final del vallejo observamos ya la arruinada iglesia del pueblo de Eterna.

Ya en las proximidades del edificio ignoramos un camino que surge hacia la izquierda y cruzamos una portilla ganadera. Bordeamos la iglesia y descendemos hacia el pueblo, que no presenta un aspecto muy alentador pese a su evocador nombre. Llama la atención el que varios edificios dispongan de antenas parabólicas, posiblemente por una deficiente señal de TV. Justo al llegar a la carretera que conecta este pueblo con el resto de la civilización, tomamos el ancho camino que nace hacia la izquierda.

Hacemos caso omiso de una primera derivación hacia la izquierda y ascendemos suavemente mientras observamos el valle del río Eterna. Poco a poco vamos entrando en un marcado robledal mientras seguimos las distintas ondulaciones del camino. Sin excesivas novedades acabamos llegando a la ermita de la Virgen de los Yermos, que parece más bien un establo ganadero con la tipología constructiva de la zona.

Tras este punto continúa la ascensión. En una bifurcación seguimos por el camino más marcado de la izquierda y por fin llegamos a una pista más ancha junto a un pinar. Tomamos la misma hacia la izquierda empezando un tramo de mayor pendiente. Poco a poco los robles vuelven a sustituir a los pinos y acabamos llegando a un depósito de agua que a su vez nos devuelve al valle del arroyo Umbrión. El desnivel entre Eterna y este punto es de unos 100 metros.

Bordeamos el depósito por la izquierda y comenzamos un descenso por un bosque en el que se mezclan hayas y robles. En las partes abiertas vemos ya el pueblo de Espinosa y el valle del río Tirón. Poco a poco los robles (algunos de gran porte) van sustituyendo a las hayas mientras también tenemos buenas perspectivas del hayedo que recorrimos al principio del trayecto. Pronto salimos del bosque y ya sólo nos queda cubrir el kilómetro que nos separa de Espinosa.

Comentarios

Ruta bastante sencilla que además se puede acortar el enlace hasta la caseta de vigilancia con lo que quedaría reducida a unos 10 kilómetros. Preferible realizarla en otoño (finales de octubre - principios de noviembre).

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Track de recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)

Vídeo con imágenes del recorrido.


Redecilla del Camino

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Damos un pequeño salto geográfico para alcanzar la localidad de Redecilla del Camino, la primera que atraviesa el Camino de Santiago a su paso por la provincia de Burgos. Tiene esta localidad una configuración de pueblo-camino heredada de la Edad-Media, como vemos en el trazado de su Calle Real.

 
La Iglesia de Nuestra Señora de la Calle (el nombre también está relacionado con el camino) es relativamente moderna (siglos XVII y XVIII) y muestra en su interior unos interesantes retablos y órgano barrocos.



 
Sin embargo, el elemento de mayor interés, de lejos, de este templo es la pila bautismal románica; la más valiosa de toda la provincia y entre las mejores de todo el románico español. 


Muestra la copa de la pila una decoración que ocupa toda su superficie a base de supuestas construcciones de cuatro pisos, que destacan tanto por la profusión ornamental como por la calidad de su labra. Parece representar un remedo de la Jerusalén Celeste a la que todo cristiano aspira, aunque otras versiones la relacionan con la ciudad de Santiago de Compostela, destino final del peregrino que por aquí pasa.

El chocolate de Castildelgado

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En el pequeño pueblo de Castildelgado, también a la vera del camino de Santiago, se elabora desde hace al menos 130 años un chocolate artesano de sabor tradicional. Hoy la producción es casi anecdótica, pero aún se mantiene, lo que convierte a la empresa en una de las más antiguas del gremio. El etiquetado también nos retrotrae a tiempos antiguos.
 
 
La familia Merino ha transmitido la producción de padres a hijos. Inicialmente, hasta que hubo suministro eléctrico, se utilizaba una noria para el proceso. Luego vino la primera maquinaria, que aún se mantiene en el taller familiar.
 
 El chocolate, sorprendentemente poco conocido más allá de la comarca, puede adquirirse en el Hostal "El Chocolatero", a la vera de la carretera. Este negocio también pertenece a la familia. También se puede encontrar en otros establecimientos de Belorado y Santo Domingo de la Calzada. 
 


Rutas de senderismo para hacer en otoño

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Republicamos este artículo actualizado con el listado de rutas senderistas publicadas en este blog y que son especialmente recomendables para el otoño, especialmente debido a la presencia de hayedos.
 
La franja temporal más recomendable es la que va aproximadamente del 25 de Octubre al 15 de Noviembre, aunque esto puede variar algo dependiendo de lo seco que haya sido el año. Viene algo más adelantado en las zonas situadas más al sur y/o con mayor insolación. En todo caso el listado está ordenado en ese sentido, es decir, las primeras rutas son las que previsiblemente alcancen antes el tono otoñal.
 
Pulsando sobre el nombre de cada ruta iréis a su descripción. En negrita las rutas que considero más interesantes y en cursiva las que tienen una descripción deficiente por estar hechas hace unos años. En todo caso estoy intentando repetir todas las rutas antiguas. De todas formas ya sabéis que en este enlace tenéis información sobre todas las rutas del blog.
 











 
 
Desfiladero del río Ayuda  (La actualizaré en los próximos días)
 


 

 

 

 

 
 

 
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Cerezo de río Tirón

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Entre una impresión otoñal y la siguiente vamos intercalando artículos referidos a la riojilla burgalesa. El de hoy va dedicado al pueblo de Cerezo de Rio Tirón, población que se encuentra ya en el curso medio-bajo del río, cuando este ya ha abierto un amplio valle bordeado por altos cerros, en los que destaca la presencia de materiales yesíferos.
 
Desde lo alto del pueblo se observa un amplio paisaje, cerrado por los montes aún nevados (finales de abril) de la Sierra de la Demanda.
 Precisamente en la falda de uno de estos cerros se encuentra la relativamente importante localidad de Cerezo de Rio Tirón, que vive cierta prosperidad al calor de una explotación minera de sulfatos. Esta localidad tiene una alargada trayectoria histórica, que se remonta al menos a la Edad del Hierro.
En primer plano las instalaciones de Crimidesa y por detrás el pueblo de Cerezo. Apréciese el barrio alto en la parte izquierda y la tonalidad de los suelos. La foto está tomada desde la ermita de San Vitores, de la que pronto hablaremos.
Fue aquí donde los autrigones fundaron la ciudad de Segisamunculum. Tras la conquista romana, como era habitual, los nuevos ocupantes integraron la localidad dentro de su propia red, haciendo pasar por la misma la vía “de Italia in Hispanias”. De hecho, el tramo entre Cerezo y Briviesca es uno de los mejor conservados: la tradición popular ha mantenido la denominación del camino como “carrera de los romanos” y posteriores excavaciones han puesto de manifiesto el trazado de la vía. Cada año, en el mes de Junio, vecinos de ambas localidades recorren el camino ataviados de época, en un encuentro que ya va por su XIII edición.
Es más, en la propia localidad de Cerezo encontramos dos puentes de época romana. Uno de ellos, el de San Cibrián o San Ciprián conserva todas las características de la primitiva construcción, y en la fecha de realización de mi visita (abril de 2014) estaba en proceso de restauración y puesta en valor; obra que en el momento de escribir estas líneas ya ha concluido. No muy lejos se encuentra el puente de San García, al que también le vendrían bien unos arreglos.
 
Puente de San Ciprián
 
Puente de San García
La estratégica ubicación de Cerezo lo convirtió en un importante bastión altomedieval, que quedó definitivamente en manos cristianas a partir del año 891. En la parte más alta del cerro existía un castillo de base triangular que fue reconstruido por última vez por la familia de los Velasco en el siglo XV. Hoy apenas puede detectarse el nacimiento de los muros, aunque en uno de los laterales se encuentra un interesante “pozo de nieve” de origen medieval para la generación de hielo para la conservación de alimentos.

 
Por debajo del castillo se extendía la localidad, en lo que hoy se denomina barrio de arriba. Con la desaparición de la amenaza musulmana la población fue bajando paulatinamente hacia la falda del cerro y la vega del río. Hoy el barrio de arriba es un montón de ruinas. La sensación de abandono es tanto mayor cuanto que estos antiguos edificios estaban construidos con los débiles e inestables materiales de yeso.
También estaban construidos con este tipo de piedra los dos templos originales de la localidad. La iglesia de Santa María de Villalba aún conserva la mayor parte de su estructura eminentemente gótica. Poseía un buen retablo de pinturas hispano-flamencas que fue trasladado a la moderna iglesia de San Nicolás a mediados del siglo XX.
 

 
Más interesante fue el periplo sufrido por la portada románica de la iglesia de Santa María de Villalba, hoy apenas un grupo de muros deformes. A principios del siglo XX y ante la evidente ruina, algunas voces claman por el traslado de la valiosa portada a Burgos para lo cual no hay acuerdo entre autoridades culturales, arzobispado y pueblo de Cerezo.
 
 
Entre dimes y diretes, de manera secreta el arzobispado vende la portada a un anticuario que a su vez planea su “exportación” a los Estados Unidos. La portada es desmontada y guardada en cajas de manera discreta, etiquetadas como máquinas de coser. Pero “milagrosamente” se encuentra poco después en Vitoria, a punto de salir para un viaje de expolio sin retorno (sí llegaron a Nueva York las excelentes imágenes de la adoración de los Reyes Magos).


La historia no tiene un final tan feliz, pues la portada fue ubicada en el paseo de la Isla de la capital burgalesa y allí ha permanecido desde entonces semiolvidada, con la consiguiente pérdida de la policromía original y el desgaste de los relieves (incluso en los años 30 se hunde y hay que volver a levantarla). En su ubicación original, la portada disponía de un porche que la protegía de las inclemencias (parece ser que también existía una galería porticada de la que nada se sabe).
 

La portada como tal se compone de seis arquivoltas muy abocinadas, estado la decoración concentrada en la segunda y la cuarta. En la interior aparecen los ancianos del apocalipsis y en la exterior una serie de animales fantásticos. Se completa la escultura con los relieves de las columnas, de motivos vegetales y animales. Junto a la portada existen algunos relieves que parece que pertenecieron al arco triunfal de acceso a la parte interior del ábside y algunas ventanas.
Pese a su mal estado de conservación, toda esta obra denota una gran calidad en su elaboración original, vinculada a los mejores maestros de Silos. Hoy el pueblo de Cerezo clama por la devolución o, al menos, por una restauración y mantenimiento dignos del monumento.
Para más información se recomienda encarecidamente consultar la página web de la Asociación Cultural Cerasio .

Ruta de senderismo: El Desfiladero del Rio Ayuda

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El río Ayuda, con sus más de cuarenta kilómetros de trazado, marca la geografía del Condado de Treviño y de parte de las comarcas alavesas más cercanas. En el punto de su entrada en Burgos forma un bonito desfiladero con cierto tirón turístico que se puede recorrer siguiendo un fácil sendero. Como complemento es posible ascender por el más agreste barranco de Urrola, que guarda en su parte alta la bonita sorpresa de un grupito de tejos.
Dificultad: Media. La subida del Barranco de Urrola implica cierto esfuerzo.
Orientación (sin GPS con cartografía o track): Fácil. El único punto complicado es la salida del barranco de Urrola.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 2 horas y 45 minutos (10 kilómetros)


Situación y acceso
 
Llegar a Treviño desde Burgos ciertamente no es rápido. Para no pagar peajes decidí tomar la N-I hasta pasado Miranda de Ebro. Cuando aparece el doble carril seguimos aún unos pocos kilómetros hasta la salida de la N-124hacia Logroño. Tras unos cuatro kilómetros por la misma encontramos la carretera que a través de Berantevilla nos llega a Treviño. Tras unos 10 kilómetrosllegaremos a una glorieta que seguimos hacia la derecha. Pasamos bajo el pueblo de Treviño y continuamos por esta carretera regional hasta ventas de Armentia. Aquí hemos de tomar primero un cruce hacia la izquierda y luego otro hacia la derecha. Aún hemos de seguir unos 10 kilómetros más hasta llegar al cruce hacia Markínez. Tras entrar de nuevo en Álava, en el pueblo de Urarte localizamos la carreterita que nos acerca a Sáseta. Cruzando el pueblito tenemos un pequeño aparcamiento a la entrada del recorrido.
 
Puntos de interés
 
Paisajes del desfiladero. Bosques mixtos. Hayedo del Barranco de Urrola. Tejos.
 
Descripción de la ruta
 
En el punto donde dejamos el coche encontramos un panel explicativo. Empezamos a andar por un camino que prohíbe la circulación de vehículos. Tras ignorar una desviación a la derecha llegamos a una bifurcación en la que debemos abandonar el camino principal para seguir el sendero paralelo al río.
 
Es momento ya de ver la configuración de este desfiladero, una especie de canal con paredes marcadas pero sin excesiva altura. Por encima la vegetación es claramente mediterránea, mientras que el desfiladero se suceden robles (algunos de gran tamaño), arces y hayas, entre otras especies.
 
En el primer tramo vamos un tanto alejados del curso de agua y el arbolado no es exuberante. Poco a poco van apareciendo por nuestra derecha algunos arroyos que en época de deshielo seguro que lucen más bonitos. Poco a poco la vegetación va siendo más húmeda e interesante y finalmente nos acercamos al curso de agua. No obstante si queremos ver el agua en su caída deberemos salirnos del sendero buscando el sonido de los diferentes saltos.
 
Este tramo más interesante del desfiladero acaba muy pronto, pues llegamos a una pradera tras la cual se intuye un camino más ancho. Podríamos continuar en la misma dirección a la búsqueda del pueblo de Okina (desde este punto entraríamos ya en Álava), pero el recorrido de hoy continúa por un barranco que desciende por nuestra derecha, el barranco de Urrola.
 
Cruzamos un pequeño arroyo secundario y nos situamos a la izquierda del arroyo. Empezamos a ascender primero pisando hierba y luego tierra y roca. En este lado del arroyo la vegetación es algo más mediterránea, mientras que en el otro domina el hayedo. En esta primera parte de la ascensión por lo general encontramos un sendero bastante claro a la izquierda del arroyo, aunque en algún tramo debemos ascender por el mismo lecho, que nosotros nos encontramos seco.
 
Poco a poco el barranco se va haciendo más agreste y resulta más complicado avanzar. Al cabo nos vemos a obligar a andar casi todo el tiempo por el propio cauce. Tras un buen tramo de ascenso empezamos a descubrir grandes sombras entre el hayedo. Se trata de unos centenarios tejos que aparecen desperdigados a ambos del arroyo Arangancha o Arangachi. Su aspecto no obstante no es muy alentador. Este tramo termina superando por el lado izquierdo un pequeño resalte (con agua formará una cascada) junto al que crece un último ejemplar de tejo.
 
Por encima de este punto la vegetación cambia radicalmente. Lo que vemos ahora son encinas y arbustos. El sendero ha desaparecido y entramos en el tramo menos claro de la ruta aunque no debemos desesperar. Mi recomendación es continuar junto al arroyo durante unos 200 y 300 metrosy a continuación, en la zona de unos grandes árboles secos, ascender por la ladera de la derecha que se muestra algo más despejada.
 
Buscando los mejores huecos entre arbustos y encinas, y con cuidado de no irnos demasiado hacia la derecha (más vale pecar en la dirección contraria), vamos ascendiendo sin demasiadas complicaciones. Finalmente llegamos a una zona llana en la que nos encontramos un camino que viene de forma transversal. Tomamos el mismo hacia la derecha y al poco llegamos a una zona donde gira bruscamente hacia la izquierda (rechazamos una derivación).
 
A partir de aquí el camino consiste en una larga recta mediante la cual vamos descendiendo de cara a la sierra de Cantabria. Poco después llegamos a una bifurcación en la que podemos seguir cualquiera de los caminos. Nosotros elegimos el de la derecha y seguimos avanzando por un paraje similar dominado por el monte bajo de encinas, si bien de vez en cuando aparecen algunos ejemplares notables.
 
Tras unirnos a otro camino que aparece por nuestra derecha acabamos desembocando en la parte alta del desfiladero del Ayuda. Desde aquí descendemos un poco y nos ponemos paralelos al mismo durante otro tramo. Finalmente efectuamos el descenso definitivo para desembocar en la ruta del camino de ida, muy cerca ya de Sáseta.
 
Comentarios
 
El camino por el desfiladero coincide con el trazado del sendero de largo recorrido GR-38, Senda del Pastoreo. Es una ruta sencilla aunque el avance por el barranco puede resultar un tanto pesado para los menos iniciados.
 
Lo cierto es que la única vez anterior que realicé este trayecto fue hace más de 10 años, y por alguna razón lo tenía un tanto idealizado. Sin dejar de ser interesante, no es desde luego uno de los más espectaculares de los que aparecen en este blog.
 
Guarda este artículo como pdf e imprímelo cuando quieras

Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)
 



Vídeo con imágenes del recorrido
 


Regreso a los pueblos del silencio: Quintanilla de las Dueñas

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La vega de Cerezo se extiende hasta el límite con La Rioja. Aquí el río discurre por un profundo y encajonado valle que se ubica entre las rocosas laderas y la planicie cultivable. Poco antes de entrar en La Rioja, en dicha planicie pero justo al lado del escalón que la separa del río, se localizan los restos de unas construcciones que se corresponden con el antiguo pueblo de Quintanilla de las Dueñas, conocido en la zona como Quintanilleja.

 
Del lugar, deshabitado desde hace unos cincuenta años, sólo queda una casa en pie y los reconocibles restos de la iglesia de San Millán.


 

Unos pasos más adelante comienza el descenso hacia el cauce del Tirón. Con un poco de atención encontramos a su vera hasta tres retorcidos ejemplares de moral, envejecidos por el paso de los años. A su lado se encuentra lo que parece fue un panel explicativo, el cuál hoy ha perdido la parte informativa.


Estos morales son los que la tradición relaciona con el martirio de San Vitores, un santo de existencia no comprobada que tuvo su periplo en el siglo IX, durante el periodo de amenaza musulmana. No es la primera vez que citamos este santo en el blog, y probablemente algún día realicemos un recopilatorio de su curiosa hagiografía, muy vinculada a nuestras tierras de Burgos.




Pero centrándonos en los morales que nos ocupan, según la tradición fue en este lugar donde se produjo el martirio y la degollación del santo por parte de los temidos invasores. Su seccionada cabeza cayó rodando por la ladera y las primeras gotas de su milagrosa sangre produjeron el nacimiento instantáneo de estos morales, árboles a los cuales la tradición popular ha vinculado con lo sagrado.

Los árboles así nacidos tuvieron a partir de entonces un pretendido poder curativo de cuerpo y mente. Además de conceder la gracia de Dios, parece que las moras eran especialmente efectivas en la curación de las calenturas. Cuenta una leyenda que una noble riojana llamada doña Berenguela intentó acotar los árboles para su uso particular; pero sucedió que se le morían todos los gusanos de seda alimentados con sus hojas, y siempre se encontraba los frutos secos, pues era voluntad del santo que todos cogiesen de aquel fruto.
 
Por cierto, según vimos hace un tiempo, la tradición también nos cuenta que uno de los hijos de estos morales se corresponde con el que ahora vemos a la vera de la iglesia de Villoviado. En todo caso, aunque la historia tuviera algunos visos de realidad, en todo caso los ejemplares que ahora vemos tienen bastante menos de los 1200 años que han pasado desde la época del mártir.

No es esta la única filiación entre Quintanilla y San Vitores. Años antes de su martirio, y estando el santo en su retiro de Oña, un ángel le avisó de que su tierra natal estaba siendo asolada por los moros. En concreto, estos últimos se encontraban a punto de tomar el casi inexpugnable convento eremítico de sietefenestras con la intención de ultrajar a sus moradoras. Milagrosamente Vitores llegó a tiempo de derribar con el poder de su báculo las escalas que estos estaban utilizando para llegar a las cuevas logrando así hacer fracasar sus intenciones.
 

El caso es que existe constancia documental de la existencia de eremitorios de este tipo en la zona, y posteriormente de monasterios, y de hecho son perfectamente visibles las oquedades en la vertiginosa pared que se encuentra frente a Quintanilleja (sietefenestras sería el equivalente a siete cuevas). En realidad el propio nombre de Quintanilla de las Dueñas permite sugerir que el nacimiento de este pueblo estuvo vinculado al servicio de la primitiva comunidad monástica.

Fresno de Rio Tirón y el convento de San Vitores

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Unos pocos kilómetros río arriba de Cerezo de rio Tirón, pero en el mismo valle abierto, se encuentra la localidad de Fresno de Rio Tirón. El elemento patrimonial más llamativo del casco urbano es su iglesia de San Andrés, no tanto por su tamaño, que también, como por el hecho de encontrarse precintada por riesgo de desprendimientos e incluso de derrumbe, entre otras cosas por la poca calidad y la mezcolanza de materiales de construcción (caso para nada excepcional en esta zona).

Nótese el techo hundido de la cúpula

 
 

 

Son ya varios años los que han pasado desde que los convecinos han dejado de celebrar la eucaristía en el templo. En los últimos tiempos, ante el progresivo deterioro, el Ayuntamiento y el Arzobispado no se ponen de acuerdo sobre cómo actuar sobre la iglesia y sobre quién debe afrontar los costes. El caso es que de momento así siguen las cosas, a punto de que cualquier día ocurra la desgracia no sólo patrimonial, sino potencialmente personal.
 

Nos alejamos de la iglesia, disfrutando de un bucólico y pastoral marco, camino una vez más del alto páramo que delimita el valle. Allí, en el mismo saliente, vemos un edificio religioso que se corresponde con el antiguo convento de San Vitores. En efecto, la tradición nos cuenta que, pese a ser decapitado en Quintanilla de las Dueñas, San Vitores siguió predicando “tranquilamente” (de hecho se le suele representar descabezado). Su muerte definitiva tendría lugar un tiempo más tarde, no sin antes depararnos un milagro más.
 


 
Existía en el término de Fresno el lugar conocido como cueva de la Sierpe, así llamada por servir de refugio a una gigantesca culebra que tenía aterrorizada a la comarca. San Vitores logró ahuyentar al animal, el cual nunca más se volvió a ver. Tras ello, los vecinos abrieron una tumba en la cueva, en el mismo sitio que el mismo les señaló, y nada más concluida el venerable se metió dentro y murió. Era un 26 de agosto, fecha establecida desde entonces como festividad del santo en su localidad natal, Cerezo de Rio Tirón.






Junto a esta cueva y sepulcro se levantó tiempo después un santuario en su honor. Siendo obispo Luis de Acuña, en 1460, el condestable de Castilla, en cuyo señorío se encontraban estos terrenos, edificó en las inmediaciones un monasterio y se lo entregó como donación a los dominicos. Seis años después se trasladaban al altar mayor de su iglesia las reliquias de san Vitores.

Los miembros de la familia de los Velasco tuvieron gran influencia en el devenir del monasterio, y aquí permanece su escudo
 
Un siglo después la comunidad de frailes predicadores se trasladó a una nueva casa en Rojas de Bureba, siendo sustituidos en el santuario de Fresno por los franciscanos de Belorado. La orden mendicante de san Francisco se mantuvo allí hasta el 26 de mayo de 1834, cuando siguiendo las órdenes desamortizadoras del gobierno abandonaron el convento.

Durante un tiempo los vecinos de Fresno y Cerezo se enzarzaron en una agria polémica llevada incluso a los tribunales por ver cuál de los dos ayuntamientos se quedaría con la administración del santuario, lo que después de un largo pleito finalmente zanjó el Duque de Frías al conceder ese control a los de Fresno, los más cercanos al ex convento. Seguramente esta es una de las principales razones de la rivalidad histórica que han tenido desde antiguo ambas localidad.

Fantásticas vistas desde el santuario. Fresno en primer término y al fondo la Sierra de la Demanda
 
Más allá de estas pasadas trifulcas, el enclave es objeto de veneración por parte de varios pueblos de la zona de la riojilla (algunos vienen de La Rioja), que acuden puntualmente a la romería que tiene lugar cada mes de mayo. Además se ha establecido un marco de colaboración para la restauración del santuario (tampoco este edificio goza de salud) y se piensa en habilitar el refectorio como albergue turístico. Dentro de las iniciativas relacionadas destaca la organización de una feria anual de artesanía en Fresno, en torno a las fiestas del Pilar.

En línea con lo anterior, la comisión formada por representantes de los pueblos más vinculados con el ex-convento ya piensa en la organización del solemne acto de apertura del arca con las reliquias del santo. Está establecido que tenga lugar cada cien años, la próxima vez en el cercano 2016.

Belorado

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Belorado, cabeza de la comarca conocida como Riojilla Burgalesa, es una de tantas localidades en las que el progreso y el crecimiento han venido aparejados de una considerable pérdida de la identidad patrimonial. Por esta y por razones que no viene al caso repetir, haremos un repaso más bien somero que probablemente no sea del todo justo con el lugar.
 
Vista del pueblo desde el castillo
Empezaremos mencionando, o más bien recordando, que Belorado es una de las localidades provinciales con más dinamismo en la promoción turística; hecho este que ya recogíamos en uno de los primeros artículos de este blog, al calor de su innegable importancia como enclave en el recorrido del camino de Santiago.

Por lo que respecta al pueblo propiamente dicho, empezaremos diciendo que los primeros testimonios de ocupación humana se remontan a la Edad del Hierro, encontrados en el cerro de La Mesa. De estos remotos periodos han llegado hasta nuestros días importantes restos arqueológicos, entre los que destaca una valiosa tésera de hospitalidad, placa con forma de pez, que muestra una inscripción en escritura ibérica y lengua celtibérica. Parte de estos restos pueden verse hoy en día en el Centro de Promoción Jacobea.

 


El núcleo urbano del actual Belorado se distribuye a la sombra de las ruinas de lo que fue una importante fortaleza que, ya en el siglo IX, defendía al incipiente reino de Castilla de las amenazantes razzias de los musulmanes. Con el tiempo también marcó el límite con Navarra. El edificio, que ya se encontraba en estado ruinoso a finales del siglo XVII, nos muestra hoy en día los restos de muros de considerable gruesos.



Belorado cuanta en su denso devenir con otro hecho de singular transcendencia histórica: la concesión en 1116 por el rey Alfonso I el Batallador de un fuero que le otorgaba la celebración de la primera feria anual de España. En recuerdo de este hecho tiene lugar anualmente (primeros días de junio) la llamada Feria Alfonsina.

Herencia del trazado medieval de la localidad, y en relación con el paso del Camino de Santiago, encontramos una serie calles agrupadas en torno al barrio del Corro y la calle Mayor.
 

 
Al pie del cerro sobre en que se alza el castillo se localiza la iglesia de Santa María, en el interior de este templo reedificado en el siglo XVI, se conserva un interesante retablo renacentista presidido por Santiago Matamoros. Muy cerca de la iglesia están las cuevas eremíticas de san Caprasio.
 
 

El centro neurálgico de Belorado hay que buscarlo en una Plaza Mayor que hoy en día destaca sobre todo por su considerable tamaño.
 
 

En las afueras de la localidad se encuentra el convento de monjas clarisas…


…y el antiguo silo de cereal, que ha sido recuperado y utilizado para la ubicación del Museo Internacional de Radiotransmisión “Inocencio Bocanegra”
 
 
Para más información, se recomienda consultar la página web del Ayuntamiento: www.belorado.org

San Zadornil

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En una visita más o menos reciente al bonito pueblo de San Zadornil pude completar algunos huecos que me quedaron de mi anterior visita; y es por ello que paso a republicar este artículo.
Valpuesta está geográficamente unida a la Merindad de San Zadornil, aunque en realidad pertenece al municipio de Berberana. La Jurisdicción de San Zadornil como tal está constituida por cuatro pequeños pueblos enmarcados por un paisaje precioso. De ellos el más interesante es muy probablemente San Zadornil.


Lo más interesante del casco urbano es su humilde pero homogénea iglesia románica de San Saturnino (de nuevo una advocación muy antigua). Conserva casi toda su estructura, salvo el ábside. Está construida sobre todo en sillarejo y destaca sobre todo su torre. La decoración es sencilla y sobria.


 
La entrada está protegida por un atrio con arcos románicos; los cuales son probablemente el resto de una antigua galería porticada.


 
En el interior, lo que más llama la atención son unas pinturas murales góticas.
 

 
Es posible también subir al campanario, desde el que podemos apreciar el agreste entorno en donde se ubica el pueblo. Desde uno de los laterales se identifica claramente peña Carria o Karria, y desde otro se intuyen unas interesantes manchas de bosque caducifolio.


 
Junto al templo se encuentra el rehabilitado edificio en donde se ubica el museo etnográfico del pueblo, que nos abre la misma persona que nos acompañó a visitar la iglesia.
 

 
En la exposición del mismo, además de objetos cotidianos del pasado, predominan unas trabajadas maquetas mecánicas elaboradas por el artesano Eloy Cereceda, paisano de Cillaperlata.


 
En los paneles de las paredes nos sorprenderemos al conocer que este pueblo conoció hace alrededor de medio siglo una época de prosperidad basada en la explotación de la madera. Los beneficios que producía el aserradero permitieron incluso la existencia de un cine, que se encontraba en el edificio del actual Ayuntamiento.
 
El entramado urbano es bastante interesante, con las casas bien conservadas.




 
 
Otro valor patrimonial de San Zadornil son sus dos pequeños molinos, restaurados hace poco. Aquí se ven ambos edificios.


Imágenes del molino superior



Imágenes del molino inferior. En el dintel aparece la fecha de 1868.




No debemos olvidar los enormes y sorprendentes castaños que se encuentra a unos centenares de metros del pueblo (ver este artículo). En todo caso, para completar la información os aconsejo que echéis un vistazo al artículo que publicó el bueno de Abi respecto a este lugar.
 
La razón principal de acercarme de nuevo hasta el lugar fue la realización una nueva ruta de senderismo otoñal, que no me defraudó en absoluto, y que compartiré en mi próximo artículo.

Ruta de senderismo: la Sierra de Árcena

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Publico hoy la última de mis entradas de este año dedicadas a rutas otoñales. Creo que no os defraudará.

El apartado y semidesconocido municipio de Jurisdicción de San Zadornil presenta unos valores naturales variados y en ocasiones sorprendentes; fruto de su orografía y su situación geográfica. En la larga ruta de hoy recorreremos buena parte de las ladera de la Sierrade Árcena burgalesa, descubriendo sus paisajes y sus bosques, en un recorrido que, si se realiza en otoño, puede catalogarse como uno de las más desconocidos e interesantes del panorama provincial.
 Dificultad: Alta. Si se evita el ascenso al Revillallanos la dureza baja sensiblemente, pasando a ser media-alta.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Buena, salvo en el tramo de ascenso al Revillallanos
Belleza: Muy Alta.
Tiempo y distancia: 6 horas  y 19 kilómetros(incluyendo el ascenso al Revillallanos)


Situación

Saldremos de Burgos en dirección Miranda de Ebro por la N-I. Pasadoel desfiladero de Pancorbo tomamos la carretera que se dirige a Puentelarrá y el Puerto de Orduña. Atravesado el pueblo alavés de Espejo encontramos el cruce que hacia la izquierda conduce al parque Natural de Valderejo y San Zadornil. Al llegar a San Millán de San Zadornil tomamos el cruce hacia la izquierda que conduce a San Zadornil.

Puntos de Interés


Pueblos de San Zadornil y Villafría. Bosques de hayas, castaños, pinos y otras especies. Pico Revillallanos y vistas desde la cima.

Descripción de la Ruta


Una vez aparcado el coche (estamos a 650 metros de altitud) empezamos a andar ascendiendo por la carretera que continúa hacia Villafría de San Zadornil. Tras unos cientos de metros, y nada más superar un paso canadiense, encontramos a nuestra izquierda una pista que hemos de tomar. En su inicio se encuentra uno panel indicativo relacionado rodal de castaños centenarios que nos vamos a encontrar.

Como consecuencia de su promoción para uso maderero y el abandono de la actividad ganadera, la superficie de la Jurisdicción de San Zadornil aparece cubierta de un manto casi continuo de pinar. Sin embargo, en las zonas donde las circunstancias lo favorecen (bordes de arroyos, zonas de Umbría y partes más altas), los robles, las hayas y otras especies autóctonas consiguen competir e incluso arrinconar al omnipresente pino. El caso más sorprendente es este bosquete de extraordinarios castaños que estamos a punto de contemplar, sobre cuya originalidad ya reflexionamos en un artículo específico.

Al cabo de los primeros pasos ya vemos como hay muchas especies en este bosque, entre las que aparecen los primeros castaños. Gracias a un puente superamos el arroyo que baja desde Villafría y justo a continuación seguimos hacia la derecha en un marcado cruce. Apreciamos como estamos caminando simultáneamente por un sendero PR (pintura amarilla y blanca) y por un sendero GR (pintura amarilla y roja). Al poco empezamos a ver los primeros vetustos ejemplares de castaño, sobre todo por encima de nosotros, pero también al borde del camino. No estamos a medir ejemplar por ejemplar, pero así a ojo parece que muchos rondan los 5 metros de perímetro.

Nuestra marcha se ralentiza contemplando cada uno de estos seres vivos. Finalmente los dejamos atrás y el pinar vuelve a ser protagonista, si bien al estar junto al arroyo abundan otros árboles, sobre todo hayas. Vamos ascendiendo paralelos al arroyo y a la carretera, que por momentos se intuye muy cercana (la circulación es por lo general casi nula).

Sin mayores novedades y disfrutando del bosque vamos ganando poco a poco altitud y avanzando con facilidad. Cerca del kilómetro tercero (770 m) alcanzamos una pista más marcada. Nosotros la ignoramos para seguir de frente, cruzándola, por un camino menos marcado.

Empezamos ahora un tramo con mayor pendiente en el que las hayas van ganando terreno. 700 metros más adelante llegamos a un cruce en donde hemos de girar a la izquierda. Al poco, llegando a una zona más abierta, parece que el camino se difumina, pero mirando hacia la derecha localizamos una pista mucho más ancha que seguimos hacia la derecha. Desde este punto seguimos sólo las indicaciones del sendero GR, pues el PR gira hacia la izquierda.

Los pinos vuelven a ganar terreno mientras el ascenso se suaviza. Estamos a unos 900 metros y no habrá mucha variación durante los próximos kilómetros. Estamos bordeando una loma mientras que a la derecha observamos los paisajes cubiertos de pinos, con el llamativo espinazo de Peña Carria en plan protagonista. A continuación vemos ya una parte de la crestería en la que culmina la sierra de Árcena y las casas de Villafría de San Zadornil.

El camino termina junto a la carretera, a tan sólo unos metros del citado pueblo. Entramos en este núcleo, apenas compuesto por unas pocas casas y llegamos a un área recreativa y un aparcamiento. Estamos a unos 900 metros y hemos recorrido algo más de cinco kilómetros.

Entramos en la segunda fase de la ruta de hoy. Justo al inicio de la campa se encuentra un lavadero. Rozamos el mismo y empezamos a subir por la pradera, pegados a una valla de piedra. Al poco llegamos a un paso preparado para que lo superen las personas pero no el ganado. Al otro lado empieza un sendero que ataca directamente la fuerte pendiente hacia la sierra de Árcena (con cierta ligera tendencia hacia la izquierda). Nos orientamos por las señales de pintura blanca y verde (Sendero Local, SL), aunque lamentablemente las mismas no son muy abundantes.

Aunque la vereda es un tanto difusa, en principio no tendremos problema para alcanzar un depósito. A partir del mismo seguimos ascendiendo siguiendo la misma dirección prestando atención al sendero más claro. Si lo conseguimos acabaremos junto a una valla ganadera justo a la altura de una portilla para superar la misma. No haremos esto último, sino que la bordeamos por la derecha para continuar ascendiendo.

Finalmente alcanzamos un camino más ancho; estamos a 1050 metros de altitud. Vemos que el sendero local gira hacia la derecha, mientras que nosotros tenemos dos opciones: Afrontar el exigente pero interesante ascenso final a la sierra, o eliminar este reto del recorrido y continuar directamente por el camino hacia la izquierda simplificando la ruta. La primera opción nos lleva a identificar el nacimiento de un sendero prácticamente desde el mismo punto en el que nos encontramos, justo enfrente, en un hueco entre la vegetación. La orientación a partir de este punto exige concentración e intuición, basándose en hitos montañeros y manchas de spray de color naranja.

En un primer tramo el sendero tiene cierta tendencia hacia la derecha, discurriendo por un pinar con muchos claros. Luego entramos en una zona con un cerrado aunque afortunadamente corto macizo de espinosos endrinos que nos cuesta superar; para llegar a un pequeño llano a la entrada del hayedo. Una vez en el hayedo el sendero gira hacia la izquierda pasando junto a unos grandes ejemplares de haya mientras la pendiente se va haciendo más y más acusada obligándonos a frecuentes descansos.

Hacia la cota 1150 el sendero vuelve a ir un poco hacia la derecha y al poco sale del hayedo. Unos metros más adelante gira hacia izquierda y sigue escalando aprovechando los cortos y resbaladizos escalones por arbustos, piedra, tierra y hierba. Finalmente la agonía termina al llegar al cordal de la sierra (1260 metros), cubierto por espeso boj.

Mientras recuperamos el aliento vamos comprobando el acusado contraste que ejerce esta sierra, que curiosamente es el nexo de unión entre San Zadornil y el resto de la provincia. Al norte vemos el ondulado paisaje cubierto de bosques, especialmente pinar, más a lo lejos las diversas sierras del noreste burgalés y el occidente vasco. Al sur el paisaje es completamente diferente. Ante nosotros tenemos la planicie de Tobalina, ocupada en su mayoría por campos de cultivo y cerrada por los montes Obarenes con su techo, el Humión, claramente identificable.

Por lo que se refiere a la sierra, hacia el oeste parece ir perdiendo fuerza y carácter, mientras que hacia el Este los farallones son más marcados y cobijan bajo los mismos espesos hayedos que luego visitaremos. El pico más alto de la sierra, el Cueto, se encuentra en esta zona; monte este que visitamos hace no mucho.

Una vez aquí el objetivo es poner el broche final a la ascensión llegando hasta el Revillallanos, del que nos separan unos 300 metros en esta dirección este.  Llegamos a la cumbre (1281 metros), marcada con vértice geodésico y buzón montañero, sin mayores novedades que el boj que ralentiza nuestros pasos. Desde aquí tenemos unas perspectivas más claras de lo comentado anteriormente. Bajo nosotros y en primer plano tenemos la gran “selva” de San Zadornil, que visto en un mapa se configura como un gran vértice que penetra en Álava.

Volvemos sobre nuestros pasos prestando atención al punto en donde se inicia el descenso (hay un hito más grande de lo habitual) y empezamos a bajar con especial cuidado, sobre todo en el primer tramo y sobre todo si el suelo está húmedo. Cuando alcanzamos el camino donde estuvimos hace ya un buen rato experimentamos alivio pues ya ha terminado la parte más montañera de la ruta.

Desde aquí avanzaremos hacia el este durante casi cuatro kilómetros por un camino bien marcado y sin apenas desnivel. Al principio abundan los pinos pero pronto aparece un precioso y alargado hayedo que nos ofrece muchísimas estampas preciosas. Por momentos podemos ver los farallones rocosos de la parte superior o las boscosas laderas que quedan por debajo de nosotros. Una maravilla en que la única pega es el hecho de que abunden los tramos un tanto embarrados que se superan sin mayores complicaciones.

Cuando llevamos unos 2 kilómetros en este tramo llegamos a un cruce en el que seguimos hacia la derecha, si perder altitud. Con ello nos hemos vuelto a incorporar al sendero PR que abandonamos antes de llegar a Villafría, aunque el paisaje sigue siendo igualmente estupendo.

Lo bueno empieza a acabarse cuando llegamos a una pista en mucho mejor estado que tomamos hacia la izquierda empezando a descender (Si siguiéramos de frente pronto llegaríamos al límite provincial) Al principio las hayas siguen dominando pero pronto vuelve a aparecer el pinar. No obstante lo más llamativo en este tramo es la abundancia de pequeños tejos (hay algunos que tienen ya un porte razonable). El descenso es largo y sin pendientes acusadas, adaptándose a un vallejo. Trazamos un par de revueltas mientras que hacia la izquierda observamos la preciosa sierra entre los huecos del pinar.

Cuando llevamos más de 3 kilómetros de descenso y el pinar lo domina todo llegamos a un marcado cruce. Nosotros tomamos la opción que queda más hacia la derecha mediante un fuerte giro; estamos a 800 metros. Aún nos queda un tramo de pinar, pero no mucho después empezamos a comprobar en la ladera de enfrente una abundancia de tonos ocres: se trata del castañar que rozamos al inicio de la jornada.

Antes de llegar a este punto hemos de pasar la zona en que el camino alcanza un nuevo vallejo. Desde aquí la pista gira y la vegetación vuelve a mostrarse en todo su esplendor. No resulta complicado ver entremezcladas ramas de haya, roble y castaño, pero al cabo estos últimos empiezan a dominar.

Poco a poco empezamos a ver nuevo ejemplares centenarios para los cuales se nos acaban los adjetivos. Llama la atención poderosamente un ejemplar que localizamos junto a una unión de pistas. Un cálculo aproximado me da más de siete metros de perímetro (lamentablemente sus oquedades pueden ser su ruina, pues se aprecian restos de fuego junto al mismo).

Tras unos centenares de metros llegamos al final del castañar. La pista gira hacia la izquierda y enseguida vemos un cartel que indica que el sendero PR sale del camino para tomar un sendero por la derecha. Aceptamos la sugerencia y en unos metros alcanzamos un antiguo camino que acompaña al arroyo de Villafría. Enseguida aparece ante nosotros el perfil de San Zadornil, pero aún nos queda una última sorpresa: junto al sendero se encuentran dos centenarios molinos en perfecto estado. Tras acercarnos a los mismos damos por concluida la ruta entre las pequeñas y centenarias callejas del pueblo.

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Ruta larga; que se hace dura por el ascenso final al Revillallanos. En caso contrario es mucho más llevadera, aunque apenas se recorte un par de kilómetros. Se ha planificado combinando los sendero PRC-BU-98 y SLC-BU-110, con algunos tramos de enlace de cosecha propia. Estos senderos se incluyen dentro de la red de senderos del Parque Natural de Montes Obarenes- San Zadornil. En concreto, el sendero PRC-BU-98 incluye buena parte de los elementos de interés del recorrido (salvo el acceso a Villafría y al Revillallanos), implicando sólo 13 kilómetros de recorrido y 511 metros de desnivel acumulado.
 
Otra alternativa, quizá mas frecuentada, es empezar desde Villafría y explorar la parte más occidental de la sierra, hasta la zona del desfiladero del Purón. Esta opción aparece descrita de manera precaria en un artículo más antiguo de este blog.

Al final del recorrido es preciso reservar un rato para disfrutar de los elementos de interés que nos reserva el pueblo de San Zadornil y que os comento más en profundidad en este otro artículo. En el cercano pueblo de San Millán de san Zadornil hay un asador con una relación calidad-precio aceptable; el asador Árcena.
 
Guarda este artículo como pdf e imprímelo cuando quieras

Track del recorrido para GPS (pulsa en el círculo verde para más información)

 
Vídeo con imágenes del recorrido
 
 

Árboles singulares: los castaños de San Zadornil

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Ya hemos mostrado en este blog algunos castaños centenarios ubicados en la Merindad de Sotoscueva. Quedan otros en el tintero por esa zona pero el lector podrá reflexionar que al fin y al cabo se trata de ejemplares aislados que no constituyen una masa forestal, siendo algo así como árboles ornamentales.

Afortunadamente la variedad de nuestra provincia es tan grande que, dentro de la humildad que no debe abandonarnos nunca, podemos presumir de que en un remoto lugar sí que encontramos una agrupación reseñable de castaños, unos cuantos de los cuales pueden presumir de centenarios. La verdad, había leído algo sobre estos castaños, pero no me esperaba ni un tamaño tan grande ni un número tan considerable.

Estamos hablando de la Jurisdicción de San Zadornil, ese apéndice geográfico del norte burgalés al que sólo se puede acceder desde tierras alavesas. Nuestro destino es la localidad de San Zadornil, cabeza de este montuoso municipio. Pasado el pueblo en dirección a Villafría de San Zadornil, a tan sólo 100 metros encontramos un camino a la izquierda y un panel explicativo.


El camino pasa al otro lado de un arroyo y alcanza una bifurcación. Continuando por la derecha, al cabo de unos minutos empezamos a encontrar los vetustos ejemplares, sobre todo en la ladera de nuestra izquierda.  Las fotos están hechas desde el mismo camino.  
 



 
Debido a que son muy irregulares, son difíciles de medir, pero algunos de los más gruesos están en torno a los seis metros de perímetro a la altura de los hombros.
 
Si en la bifurcación anterior seguimos por la izquierda, tras unos minutos de ascensión y una curva hacia la derecha empezamos a encontrar de nuevo los preciosos castaños.
 

 
Justo a la altura de una nueva bifurcación encontramos el que probablemente sea el más grueso del conjunto, que alcanza un perímetro de unos siete metros. Presenta una oquedad que puede ser la causa de su ruina, pues se observan signos de fuego en su tronco.
 


 
Es probable que si en esta segunda bifurcación ascendemos por la izquierda veamos nuevos ejemplares interesantes. En la última foto, tomada desde la sierra de Árcena, os muestro la ubicación aproximada del rodal de castaños. Se aprecia su mezcolanza con la repoblación de pinos. A la izquierda queda el pueblo de San Millán de San Zadornil.
 
 
Los castaños tienen querencia por lugares templados y húmedos, siendo especialmente voluminosos en la cercanía de los arroyos. No está claro si los ejemplares que vemos tienen carácter natural o antropogénico; lo que sí se sabe es que hasta el despoblamiento del medio rural constituían un complemento en la alimentación de los vecinos. Los castaños son unos supervivientes natos, aguantando periodos de talas e incendios.

En el entorno del vecino pueblo de Arroyo de San Zadornil existe un castañal aún más sobrecogedor si cabe. Lo recorremos en una sencilla ruta senderista

Regreso a los pueblos del silencio: Villafría de San Zadornil

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Villafría de San Zadornil es otro de los pueblos que Elías Rubio recoge en su libro "los pueblos del silencio". Enclavado en un entorno de brillante naturaleza, a la tendencia migratoria se sumó la presión del Ayuntamiento para que el pueblo quedase deshabitado; con el objeto de poder arrasar las casas y permitir que el ganado pastase con toda libertad. Según parece incluso se les llegó a cortar el suministro de luz.


 
El lugar, que llegó a contar con 100 habitantes en el año 1900 y 72 habitantes en 1940, quedó totalmente deshabitado en 1976. No obstante las casas no llegaron a abandonarse del todo; y hoy en día (2013) cuenta con la cifra de 9 habitantes empadronados.


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