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Lerma

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Aunque la historia de Lerma tiene componentes de las épocas celtibérica, romana y medieval, fruto de su ubicación dominante sobre el valle del Arlanza, pocas localidades deben más su configuración y aspecto a la influencia de una sola persona.
perfil de Lerma desde la vega del Arlanza

Desde el medievo la villa quedó bajo la jurisdicción de la familia de los Gómez de Sandoval y Rojas. En 1598, un miembro de esa familia, fue nombrado primer valido por el rey Felipe III. Pocos meses después alcanzó el título de duque de Lerma.


 El arco de la cárcel es el único resto de la antigua muralla, aunque también fue transformado en tiempos del valido. Hoy acoge la sede del Consejo regulador de la D.O. Arlanza.
Entre 1600 y 1618, el poderoso duque de Lerma se empeñó en hacer de Lerma la segunda corte del reino. Para ello no escatimó gastos y contrató a los más prestigiosos arquitectos del momento, todos seguidores del imperante estilo herreriano.
 

Algunas calles aún conservan el trazado medieval.
 
Se diseñó un núcleo urbano que tenía sus ejes principales en el Palacio Ducal, con la gran plaza abierta ante su fachada, y en la iglesia colegial de San Pedro. Para llevar a buen fin este ingente empeño urbanístico se derribaron las murallas medievales, de las que sólo se conservó el arco de la Cárcel, y apenas se mantuvieron en pie unos pocos restos del entramado existente.

Gran fachada del Palacio Ducal
 
El palacio ducal de Lerma fue erigido entre los años 1601 y 1617 sobre el emplazamiento del antiguo castillo medieval de la localidad. El sobrio y elegante edificio se construyó siguiendo los planos del arquitecto Francisco de Mora y fue el máximo exponente y el más fiel reflejo del poder y la influencia alcanzada por el duque de Lerma en su larga etapa como valido del rey Felipe III.
Los escudos del duque y su familia lucen en los principales monumentos.
 
El gran edificio presenta una marcada planta rectangular, que se perfila en cada una de sus esquinas con una torre rematada por airoso chapitel cubierto de plomo y pizarra, tan habitual en la arquitectura de los Austrias. La alargada fachada principal está articulada en tres cuerpos de vanos que custodian una adintelada portada de ingreso. En el interior del edificio destaca un patio central rodeado por una doble galería de arcos de medio punto. Hoy el edificio se ha convertido en un Parador Nacional tras un largo y laborioso proceso de rehabilitación que ha incluido la reconstrucción de los cuatro chapiteles siguiendo los planos originales.

 Plaza Mayor
Frente a la fachada del palacio se abre una ampulosa plaza (una de las más grandes de España) concebida por el duque de Lerma como un gigantesco escenario para la celebración de los magnos espectáculos con los que obsequiaba al monarca y al resto de la corte en sus habituales estancias en las villa. A estas famosas manifestaciones barrocas (teatro de comedias, conciertos de música, corridas de toros y juegos de cañas) solían acudir artistas, músicos o escritores de la talla de Lope de Vega, Calderón de la Barca y Góngora.
 
En la plaza de Santa Teresa se encuentran los restos del cura Merino. En el futuro intentaremos hacer una semblanza de este guerrillero de la guerra de la independencia. Obsérvese al fondo el pasadizo sustentado por arcos.

Según parece estas fiestas tenían un complemento bastante más oscuro (a base de grandes orgías) en el gran parque, ya desparecido, que el duque mandó construir en las vegas del Arlanza. Como ejemplo de la hipocresía de la clase alta de la época, el duque también gastó grandes sumas de dinero en la construcción de numerosos edificios religiosos, de los cuales el más importante fue la iglesia colegial de San Pedro.
colegiata de Lerma 
El duque, con la inestimable colaboración de su tío don Cristóbal de Rojas y Sandoval, a la sazón también poderoso arzobispo de Sevilla, convirtió la modesta iglesia en un gran templo con la categoría de colegiata (este grado fue concedido personalmente por el papa Pablo V como favor al duque), rematada con un chapitel similar a los existentes en el Palacio Ducal. En el interior destaca especialmente la estatua orante en broncedorado del mencionado arzobispo de Sevilla, que fue ejecutada por Juan de Arfe y Lesmes Fernández del Moral.
 
convento "madre de Dios"
 

 convento de San Blas
Aún más llamativo resulta el hecho de que el duque construyera, además del Palacio y la Colegiata, hasta seis conventos en un periodo de unos veinte años, todos ellos  edificados siguiendo las mismas pautas herrerianas que el resto del conjunto monumental.
 

Algunos planos del pasadizo. Parte del mismo es visitable.
 
Además de ello llama especialmente la atención la existencia de un largo pasadizo que comunica el Palacio con la Colegiata, a través de algunos de estos monasterios. Ello permitía al duque y sus acompañantes acceder a estos lugares sin necesidad salir a la calle ni ser visto por la plebe.
El esplendor de la “corte de Lerma” desapareció tan rápido como lo hizo el del propio duque. Caído repentinamente en desgracia, consiguió como ultima gracia el capelo cardenalicio como modo de protección ante la venganza planeada por los numerosos enemigos granjeados durante su mandato. Sin embargo, afortunadamente hoy nos queda para la visita gran parte de este patrimonio; hecho que junto a la estratégica localización de Lerma hace de la misma una de las localidades más visitadas de la provincia.
Aquí concluyo una rápida descripción de los lugares de interés de Lerma. Para más información resulta altamente recomendable consultar la página web del centro de iniciativas turísticas, en donde además podéis saber más sobre las interesantes visitas guiadas y festejos que tienen lugar en la villa.

Árboles singulares: El Moral de Torrepadre

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De los lugares del curso bajo del Arlanza ya nos ocupamos hace aproximadamente un par de años. Me quedó no obstante pendiente de entonces la búsqueda del moral de Torrepadre, uno de los que aparecen en el catálogo de árboles protegidos (es un decir) de la Junta de Castilla y León.
 
 
 
El moral se encuentra a unos dos kilómetros al noroeste del pueblo, siguiendo la carretera que le comunica con la N-622 y casi enfrente de la arruinada ermita de Vialeta. No se observa desde la carretera, ya que se encuentra en la depresión formada por el curso del río Arlanza. De hecho en la siguiente foto se aprecia como se ubica a apenas a unos metros del agua, lo que probablemente haya influido en su longevidad.
 
 
El moral de Torrepadre es conocido como Moral de los Moros (una vez más se asocia lo antiguo y desconocido con los moros). Como muchos de sus congéneres, ha sufrido un proceso de inclinación bajo el peso de sus ramas y de sus años hasta dar con el tronco principal en el suelo. No obstante ya sabemos que para los morales esto no implica mayor problema, pues tienden a rebrotar con una fuerza similar (ya conocemos el caso del moral de la Ermita de Santa Lucía).



 
El hecho de que aquí se ubique un moral centenario, no muy lejos de una ermita, hace bastante plausible que nos encontremos en la ubicación de un antiguo pueblo. Lo que sí que se sabe es que el antiguo camino (que coincidía con un cordel ganadero) pasaba junto al árbol.
 
Frutos a medio hacer, promesa de dulces degustaciones
 
Por cierto, que el Moral de los Moros es uno de los protagonistas de la exposición fotográfica sobre árboles singulares (son obras de Elías Rubio) que se inaugura mañana en Jaramillo de la Fuente, coincidiendo con la celebración del quinto aniversario del árbol de la provincia.

Retocando entradas: Octubre de 2009

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Con esta pequeña revisión de artículos antiguos me tomo un pequeño descanso "periodístico" hasta la segunda quincena de Agosto, aunque seguiré respondiendo al email y a los comentarios. Os deseo que paséis las próximas semanas de la mejor manera posible.
 
El artículo “Regreso a los pueblos del Silencio: Icedo” no cambia
El artículo “Regalo del ejemplar "Una mirada Natural" por parte de Caja de Burgos” ha sido eliminado al quedarse obsoleto.
El artículo “Vídeo sobre la sierra de la Demanda” no cambia
El artículo “Árboles singulares: El Roble de las Grijas” no cambia.
El artículo “Ruta de senderismo: En torno a Orbaneja delCastillo” se ha retocado ligeramente desde el punto de vista estético.
El artículo “Garoña: primer disparo...agua” ha sido eliminado al quedarse obsoleto.
El artículo “Puntos de interés geológico de la provincia deBurgos” ha sido retocado ligeramente.
El artículo “Un par de eventos desarrollados el pasado fin de Semana” ha sido eliminado.
El artículo “Libros: Ferrerías de la sierra de la demandaBurgalesa” ha sido transformado ligeramente.
En el artículo “Paisajes del Castellano: Burgos” se ha revisado el enlace
El artículo “Iglesia románica de Santa Eugenia de Lences” ha sido retocado ligeramente.
En el artículo “Iglesia Románica de Santa María de Abajas” se han revisado los enlaces y se han puesto las fotos a mayor tamaño.
El artículo “Ruta de senderismo: En torno a Ojo Guareña” no cambia, a la espera de poder realizar una variante más actualizada de esta ruta.
El artículo “Camino del Cid: provincia de Burgos” no cambia
 

Las cuevas de los moros

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Tras un parón algo más largo de lo inicialmente previsto reanudo la actividad del blog. Es verdad que veo que cada vez me van quedando menos sitios por visitar (y a veces también menos ganas de hacerlo), pero tranquilos que tenéis blog al menos para unos cuantos meses más.
 
Empezamos completando un poco la información de algunos de los sitios por los que pasa el sendero GR-85, descrito hace unos meses. El primero de estos lugares es el curioso y enigmático emplazamiento de las llamadas "cuevas de los moros". El yacimiento aparece en una peña aparentemente inaccesible (no lo es tanto, tal y como vimos en la oportuna descripción) entre los pueblos de Quecedo y Arroyo de Valdivielso, aunque más cerca de este último.
 
 
Una vez llegados al lugar vemos que ni se trata de cuevas ni están hechas por "los moros". Lo segundo ya no nos sorprende a estas alturas de la película, dada la costumbre de nuestros antepasados de usar este calificativo pero si no son cuevas, ¿Qué son?.
 
 
La primera explicación aparentemente lógica para estas 16 oquedades alineadas en la dirección E-O es que se trate de una necrópolis altomedieval. Sin embargo, su tamaño relativamente grande y el hecho de que estén excavadas en vertical y en materiales calizos duros coincide poco con los estándares de este tipo de yacimientos.
 
Por otro lado, la apariencia de las mismas y algunos indicios hace pensar que tal vez estuvieron integradas en algún tipo de construcciones que acabaron colapsando dejando solo la parte excavada en la roca.

 
Lo que sí que es evidente es que el emplazamiento, fuera lo que fuese, no está escogido al azar, pues desde el mismo se disfrutan de unas excelentes panorámicas del valle de Valdivielso.


 
Para añadirle algo más de enigma, según parece hasta hace unos 100 años existió una ermita a los pies de la peña que pudo tener vinculación con el monasterio de San Pedro de Tejada, y hay quien ha escrito que en el lugar se levantaba una antigua ciudad.
 
Más sobre el lugar nos comenta el bueno de Zález.
 

Ahedo de Butrón

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El pueblo de Ahedo de Butrón se encuentra en plena sierra de Tudanca, en el área limítrofe entre el páramo y las merindades burgalesas. Su acceso se realiza desde la capital municipal: Dobro, siguiendo un estrecho vallejo. Ahedo muestra ese encanto tan particular de los núcleos en donde acaban las carreteras.
 
 
Lo primero que nos llama la atención de Ahedo es su bien conservada estructura urbana, en la que abundan los bonitos edificios a base de buena piedra y solanas de madera. No son escasas las puertas de arco de medio punto y otros elementos nobles.




 
Pero sin duda el elemento de mayor valor patrimonial de Ahedo de Butrón es su iglesia parroquial.

 
Su apariencia muestra una sólida y armónica construcción, mezcla de estilos renacentistas y góticos. Estas características, a fuerza de ser muy abundantes por nuestras tierras, hace que sean poco valoradas, y que las miradas se centren en la portada de acceso, protegida por un amplio atrio.

 
Estamos ante una de las portadas más interesantes del románico burgalés. La escena principal se muestra en el tímpano, representando la epifanía o adoración de los Reyes Magos. En consonancia con su interés, a su alrededor vemos una trabajada arquivolta en la que aparecen los Ancianos del Apocalipsis tocando instrumentos musicales antiguos.

 La talla es ambiciosa y detallada, tal y como vemos en esta ampliación de la arquivolta. Cada unos de los personajes podría ser objeto de una minuciosa descripción, aunque aquí no entraremos en la misma. El estado de conservación es relativamente bueno, aunque agradecería una restauración.


La decoración de los capiteles se realiza fundamentalmente a partir de animales mitológicos y elementos vegetales, aunque también vemos otros elementos historiados, como Sansón desquijarando al león.
 

 
La gran calidad y belleza de la escultura de la portada de Ahedo de Butrón han llevado a relacionarla con el trabajo del segundo maestro de Santo Domingo de Silos. Un análisis más detallado de esta excepcional portada lo podéis leer en la web Románico Digital.

Puentedey

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Pocos lugares tan originales y atrayentes como la estampa de Puentedey. El destino quiso que el río Nela decidiese atravesar una potente masa rocosa creando este gran puente natural. Aunque originalmente debió ser una larga galería, hoy mantiene unas dimensiones nada despreciables de 15 metros de alto, 34 de ancho y 75 de largo.
 
Posteriormente una población se asentó en el lugar aprovechando la consistencia de los cimientos el estratégico enclave (los puentes son siempre estratégicos, y este puente natural es mucho más sólido que el que podían construir los hombres). No es raro por tanto que los descubridores del lugar creyesen ver una intervención divina: Puentedey, Puente de Dios.
 

Y algo divino creemos detectar los que observamos el lugar. Un segundo basta para tirar una foto desde este conocidísimo encuadre y, sin embargo, podrían dedicarse horas o días a descubrir todos sus matices: Por un lado, por el otro, de día, de noche, los tonos de su interior dependiendo de las diferentes luces que le alumbran...
 
 
Cuando accedemos al pueblo tal vez lo más llamativo sea precisamente la sensación de normalidad. Estrechas y cuidadas calles, como las de otros tantos lugares...nada que indique que el pueblo se levanta literalmente "sobre el aire".
 
Dos son las construcciones características de Puentedey (claramente identificables a ambos lados del "puente"). La primera es la conocida como torre de los Porras, aunque fue construida por la familia de los Brizuela o Fernández de Brizuela en el siglo XV. La saga (con la que el escritor de este blog tiene una lejana vinculación), se estableció durante varias generaciones en el lugar, a partir del anejo pueblo homónimo de Brizuela.
 
El castillo, que consta de dos torres unidas por un cuerpo más bajo, ha sido restaurado no hace muchos años, aunque la actuación no ha afectado a todo el edificio. 

 
El otro edificio característico de Puentedey es la iglesia, en la que llama la atención sobre todo el tosco relieve que adorna el tímpano de su portada (es del periodo románico). En consonancia con el carácter telúrico del lugar, muestra una enigmática representación de un personaje luchando con una gran serpiente. Algunos expertos han querido establecer una relación simbólica entre esta escena y el puente natural (el hombre dominando a la naturaleza). 

 
Aunque no os muestro imágenes de los mismos, en la parte posterior del puente hay otros dos elementos de interés etnográfico. Por una parte encontramos una pequeña oquedad conocida como “Cueva del Santo”, lugar donde hasta la segunda década del siglo XX se reunían los representantes la junta de Puentedey, constituida por Puentedey, Brizuela y Quintanabaldo.
Por otro lado, en la parte alta existe un antiguo edificio con una puerta abierta directamente hacia el vacío. Se trata de una “puerta del viento” o “ventero” y hasta hace unas décadas se usó para ventear el cereal y separar, de ese modo, el grano de la paja, aprovechando las corrientes de aire generadas por la existencia del puente natural.

Ruta de senderismo: Castro Valnera y pico la Miel

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Castro Valnera, con sus 1718 metros,  es el pico más alto del norte burgalés y la última cima emblemática de la Cordillera Cantábrica. Hacia el oriente, deberemos llegar en el Pirineo Navarro para poder superar su cota. Su vertiginosa cara norte, con más de mil metros de caída casi vertical, puede ser observada desde buena parte del oriente cántabro. Hoy subiremos a este pico por un trayecto relativamente sencillo, que completaremos con un regreso por otra variante algo más trabajosa, pero accesible, que incluye la opción del ascenso al Pico La Miel.

Dificultad: Alta
Orientación (sin GPS con track o cartografía): fácil (en días claros)
Belleza: Muy Alta
Tiempo y distancia: 4 horas (10 kilómetros)



Situación y acceso

El acceso a Espinosa de los Monteros desde Burgos se realiza siguiendo hacia el norte la N-627 y la C-629. Pasado Villarcayo y el portillo de Bocos llegamos al pueblo de Baranda. Desde aquí nace una carreterita que nos permite atajar el tramo hasta Espinosa. Alternativamente podemos seguir algo más hasta la glorieta de El Crucero y llegar al pueblo por una carretera de más entidad.

Una vez en la villa seguiremos la carretera hacia los portillos pasiegos. Pasados ocho kilómetros tomamos la subida hacia el portillo de Lunada. Tras algo más de 3 kilómetros de suave ascenso encontramos una pista cementada a mano izquierda, que al poco se convierte en un ancho camino con algunos socavones pero en general practicable para los turismos. Tras avanzar aproximadamente dos kilómetros por el camino encontramos de frente el macizo de Castro Valnera, que semeja una gran tarta. Dejaremos el coche en el entorno del punto en que el camino se aproxima a un hayedo, zona en la que la pista toma más pendiente. Estamos en la zona conocida como El Bernacho.

Puntos de interés

Paisaje pasiego. Bosquetes de hayas. Paisaje montañoso. Vistas hacia el norte. Cima de Castro Valnera. Cima del Pico La Miel.

Descripción de la ruta

Empezamos a subir hasta llegar al borde del hayedo (1090 metros), aquí vemos como un sendero se introduce decididamente en el bosque. El sendero está bastante marcado, si bien en algunos momentos las hojas crean algo de confusión. Tras unos centenares de metros salimos del bosque hacia una zona de arbustos. Ello nos permite comprobar que hemos entrado en un marcado vallejo de claro origen glaciar y que nuestro objetivo es un collado que aún se encuentra bastante por encima de nosotros.

Con una pendiente moderada entramos en un segundo tramo de hayedo, más corto, y volvemos esta vez definitivamente a la zona despejada. El sendero se va haciendo cada vez mas empinado hasta alcanzar el collado, a 1440 metros. En este punto hay una bifurcación. Hacia la izquierda nace un sendero orientado hacia La Cubada Grande, altiplanicie que supera los 1600 metros; pero nosotros tomamos el de la derecha, que continua ascendiendo.

Durante los siguientes metros vemos que el collado se trata en realidad de una peculiar planicie plagada de torcas y dolinas (en invierno hay que extremar las precauciones si queremos andar por esa zona). Al fondo se observa la inquietante pirámide de Peña Negray un poco más allá se intuye la vertiginosa caída hacia los valles cántabros.

Por su parte nuestro sendero ataca la ladera de la derecha aprovechando un hueco en la roca. Sin excesiva dificultad accedemos a un nivel superior cubierto de hierba. El ascenso se efectúa ahora mediante llevaderos zigzags, que predominantemente se orientan hacia el Este. Al ganar altitud tenemos vistas cada vez más amplias del valle por el que hemos subido, Cubada Grande, el valle de Lunada y las cimas más orientales del macizo: Imunia, Peña Lusa y Picón Blanco.

El sendero acaba llegando a una roca lisa por la que avanzamos rápidamente ayudados por los hitos montañeros. Finalmente nos encontramos de frente a dos peñas gemelas. Nos encaminamos hacia la más oriental, que es donde se encuentra la cima. Abordamos la misma por la derecha llegando ya al vertiginoso abismo. Con un poco de precaución, ayudándose incluso con las manos, ascendemos los últimos metros que nos separan de la cima, marcada con un vértice geodésico.

Si el día está claro las vistas son espectaculares, especialmente hacia el lado norte: buena parte de la costa cántabra, los picos de Europa, el embalse del Ebro y sobre todo la brutal caída hacia los valles en donde nace el río Pas. Hacia la parte de Burgos las panorámicas no son tan limpias. En primer término vemos el tortuoso paisaje rocoso. También podemos ver algunas cimas que antes no veíamos: Pico la Miel y el Pico del Fraile (inconfundible por la esfera del radar de su base militar). Más a lo lejos vemos punteando numerosas sierras.

Tras el merecido descanso es hora de continuar. La opción más fácil es volver por donde hemos venido pero para dar más colorido a la ruta decidimos continuar por el sendero que sigue el cordal hacia oriente. Los primeros metros permiten un descenso suave y fácil, pero pronto vienen algunos tramos empinados que exigen toda nuestra atención. El sendero acaba girando hacia la izquierda, buscando un gran espolón montañoso conocido como Torcaverosa. En este punto, con un poco de atención, localizamos el sendero que sigue descendiendo por una ladera hacia la derecha (también podemos avanzar un tramo, ida y vuelta, por Torcaverosa).

Con estas últimas maniobras hemos pasado del valle del Pas al valle del Miera, cuya parte alta se observa desde aquí perfectamente. El sendero deja de descender y se aproxima a la siguiente cima, el Pico la Miel. Justoantes de empezar a subir a este último se encuentra el sendero, algo difuminado, que desciende hacia El Bernacho (desde aquí vemos perfectamente la zona donde dejamos el coche). Pero como la ruta ha sido corta nos animamos a subir al Pico siguiendo el sendero principal.

Los primeros metros son llevaderos pero rápidamente las cosas se complican. Tras un primer tramo recto giramos hacia la izquierda siguiendo un sendero que literalmente se abraza a la ladera. Con la debida precaución superamos los últimos centenares de metros, que se hacen muy duros, obligando a frecuentes descansos. Finalmente ganamos la cima, la cual se trata de una especie de meseta alargada con dos cimas en los extremos.

La primera, en la que estamos, es un metro más alta (1563 metros) y es el verdadero Pico La Miel. Sin embargo el buzón montañero se encuentra en la más alejada, al alto de las Corvas. Llegamos hasta la segunda, desde la que se tienen muy buenas vistas del Valle del Miera (destacan el Mirador del Cuvulrruyu y el hayedo de la Zamina), la costa, y el ya cercano Pico del Fraile.

Empezamos a retroceder (hay que tener cuidado en las parte más empinadas) hasta llegar al nacimiento del sendero que baja a El Bernacho. Los primeros metros están difusos pero pronto el sendero se identifica con mayor facilidad en una zona en donde nace un arroyo. Tras bajar un tramo entre las rocas levantamos la mirada y vemos como el sendero sigue por la parte izquierda del valle, con poca pendiente. Seguimos más el mismo (que no apunta directamente hacia El Bernacho) entre arbustos que por algunos momentos parece que van a cerrar el sendero.

Tras un buen tramo en el que hay muy poco desnivel nos vamos acercando poco a poco a la parte superior de un hayedo. Llegados al mismo vemos que está compuesto por árboles bastante separados y retorcidos. Pasado el hayedo llegamos a un pequeño tramo en el que hay que luchar un poco con arbustos más altos y helechos; pero pronto llegamos a una especie de plataforma en la que estando atentos vemos como el sendero gira claramente hacia la derecha. Enseguida aparece ante nosotros la última ladera que en unos minutos nos deja en la zona en donde aparcamos el vehículo.

Comentarios

En días despejados, Castro Valnera y la mayoría de cimas cercanas muestran un acceso relativamente rápido e incluso fácil desde la vertiente burgalesa. No obstante en caso de meteorología adversa las cosas se pueden complicar bastante (dada su ubicación, en esta zona el tiempo puede variar con mucha rapidez). Deberán tener esto en cuenta las personas menos acostumbradas a la montaña.

La opción indicada es sin duda la más sencilla para alcanzar la cima de Castro Valnera. Si no queremos meter el coche hasta El Bernacho hay que calcular 6 kilómetros más (entre ida y vuelta). Si evitamos el ascenso al pico La Miel la ruta se simplifica bastante.

Se pueden pensar muchos complementos y variantes de esta ruta. Por ejemplo se puede ascender a Cubada Grande, pero a primera vista no hay un sendero claro y fácil. También se puede partir desde los puertos de Estacas de Trueba o La Lunada. El Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros acaba de señalizar unos senderos que permiten acercarse a El Bernacho desde la zona de la Ermita de Las Nieves o incluso desde la misma localidad de Espinosa. En breve os mostraremos en este blog un recorrido que combina algunos de estos senderos con la ruta que acabamos de describir.
 
Guarda este artículo como pdf e imprímelo cuando quieras

Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)


 
vídeo con imágenes del recorrido
 

VII Día del Alfoz de Lara en Los Ausines

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El pueblo de Los Ausines tiene la peculiaridad de estar formado por tres barrios independientes y relativamente alejados entre sí: Quintanilla, San Juan y Sopeña. Este tipo de poblamiento tan peculiar, herencia del modo de repoblación de la Edad Media, lo encontramos al menos en otros dos pueblos de Burgos: Los Valcárceres y Las Hormazas.
 
Otra característica de los Ausines es la de encontrarse en el límite del llamado Alfoz de Burgos con ese territorio somontano de tanta raigambre histórica conocido como Tierra de Lara. Y precisamente la celebración este pasado fin de semana del VII día del Alfoz de Lara fue lo que me llevó a los Ausines.
 
Mi incursión vespertina empezó con la visita guiada a la ermita de la Virgen del Castillo. Ubicada en un promontorio que domina los tres barrios, su nombre y ubicación dejan bien a las claras que su origen hay que buscarlo en un antiguo castillo que controlaba uno de los numerosos alfoces altomedievales que se crearon por nuestras tierras. Incluso en este altozano se han encontrado restos de un castro medieval de los turmogos.
 


Desde lo alto se tienen muy buenas perspectivas de la comarca de Tierra de Lara

 
El templo, originario de finales del XII o principio del XIII, conserva su estructura románica, aunque bastante modificada por los añadidos tardíos tanto en su parte anterior como posterior.

 
La portada es bastante sencilla, con arco ligeramente apuntado. Los capiteles algo deteriorados.


 
Interesante y abundante es la colección de canecillos, aunque en general se encuentran bastante maltratados. Recuerdan en cierta medida a los de Nuestra Señora de la Oliva, en Escóbados de Abajo.



  
En el interior podemos destacar algunos capiteles representando extraños cuadrúpedos, caras grotescas y sobre todo uno en el que aparecen personajes impidiendo el combate entre caballeros. También llama la atención una lápida romana insertada en el muro.




 
Otro punto de gran interés fue el molino recientemente restaurado. Presenta la peculiaridad de alimentarse de un manantial de aguas abundantes y cristalinas, completadas con una derivación procedente del río.


El molino conserva toda su maquinaria, con la piedra de harina blanca para las personas y la piedra de harina negra para el ganado.


Quería poneros un pequeño vídeo con el molino funcionando, pero me da problemas al subirlo al youtube. Al haberse puesto un fondo transparente se observa perfectamente el girar del rodete.


Entre los actos de la jornada festiva se incluyeron varias exposiciones en cada uno de los barrios de los Ausines. Entre ellas una de pinturas de Fermín Garrido en el propio molino.


Aquí observamos una imagen de una partida de bolo burgalés.


Los actos principales se desarrollaron en una campa al lado del río. Al fondo los cortados calizos sobe los que levanta la ermita de Nuestra Señora del Castillo.



Aquí una serie de puestos con artesanía originaria de diversos pueblos del alfoz. Como curiosidad indicaremos que estamos pisando el trazado del antiguo ferrocarril Santander-Mediterráneo.


Unos drones grabaron parte de los actos


Uno de los actos que tuvo mayor seguimiento, especialmente por parte de los chavales, fue la liberación de unas rapaces por parte del Centro de Recuperación de Aves Silvestres de Burgos. Aquí observamos al agente de la Junta de Castilla y León dando explicaciones con un cernícalo en la mano.


Y aquí con un ratonero.


El ave volando hacia la libertad ante la alegría de los asistentes


En este momento me retiré para casa, aunque los actos se prolongaron hasta bien entrada la noche. En fin, unas celebraciones más bien sencillas, pero que dejan bien a las claras las ganas de progreso y cooperación de la gente de la comarca. 

Un particular recorrido por la cuenca del Úrbel (III): Quintana del Pino y Montorio

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Aprovechando una reciente visita a Montorio, ampliamos y republicamos este artículo. El resto de los artículos de la serie "Un particular recorrido por la cuenca del Urbel", están publicados entre octubre y noviembre de 2010.

En las afueras del pueblo de Quintana del Pino se encuentra el humildísimo templo de San Justo y San Pastor, de origen románico.


No obstante, en sus muros exteriores aparecen incrustrados sendos frisos un tanto maltratados, pero no por ello menos interesantes. Este ha sido intrepretado por algunos como el sacrificio de Isaac.
 
 
En este otro un aminal, posiblemente un lobo, lucha con un personaje por la posesión de un carnero, lo que podría ser una alegoría del Buen Pastor.


Se da la circunstancia que en la iglesia del cercano pueblo de Montorio existen algunos frisos de similares características, tal y como vemos en las siguientes imágenes.



Esto ha hecho proponer a algunos expertos la posibilidad de que todos ellos formaran en el pasado un friso común de un desaparecido templo, usándose, tal vez, como frontal de altar.

Ya en Montorio, desde la parroquial nos dirigimos a la ermita de las Mercedes, que se encuentra en un altozano, a medio camino hacia Quintanilla Sobresierra. Camino de la misma encontramos una pequeña arboleda en donde se encuentra un monumental quejigo (5 metros de perímetro de tronco), conocido en el lugar por el significativo nombre de "La roblencina".

 
El ejemplar se encuentra en condiciones bastante malas condiciones. Unos paisanos nos informaron de que ha sufrido importantes agresiones por parte de personas incapaces de ver el valor patrimonial de estos gigantes naturales (un vecino estuvo incluso a punto de derribarlo intencionadamente con la pala de un tractor)

 
El espécimen presenta una importante oquedad en su tronco, que ha tratado de ser disimulada de forma rústica a base de cemento.


Tras un marcado ascenso llegamos a la altura de la ermita, con mayor valor cultural que arquitectónico. Un solitario pero elegante nogal se encuentra en la campa aneja al templo, así como una rústica fuente realizada a base de piedras agujereadas del páramo.
 


Al calor de la romería de la Virgen de las Mercedes, que se sigue celebrando cada año el 24 de Septiembre, el vate popular Isidro Pérez, natural de San Pedro Samuel, creó una peculiar poesía conocida como el "Prefacio de los 27 pueblos", en donde se citan con sentido irónico las peculiaridades de muchos de los pueblos del entorno. Todavía la cantan algunos mayores de toda esta comarca. Aquí van algunas estrofas:

Montorio y mil veces Montorio,
Pantaleón está a la raya
a Ruyales no le cuento,
que es tierra muy desastrada.

De allí voy a Los Tremellos
que está en medio la cañada
como es tierra tan amena
cria las grandes aliagas;
tiene una magnífica torre
que es de tanta elevación
que todos los que la han visto
la miran con detención.

De allí voy a Las Celadas
gente muy ignorante y muy fatua
creyeron que era la Virgen
la abubilla que cantaba.
Y así sigue. La versión completa la podéis ver en la página web de la asociación Amigos de Lodoso. Hay algunas modificaciones, pero hay que tener en cuenta que esta canción se ha trasmitido exclusivamente por la vía oral. De paso podéis conocer algo más sobre este dinámico pueblo, del que ya nos ocupamos en este blog.

Retocando entradas: noviembre 2009

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El artículo “ruta de senderismo: La hoya de Huidobro” ha sido eliminado al existir una versión mucho más actualizada y detallada del mismo recorrido.
 
El artículo “Libros: autobiografía del río Arlanza” no cambia.

En el artículo “Regreso a los pueblos del Silencio: Villalta” se han puesto las fotos a mayor tamaño.

El artículo “El puente Noguerol” no cambia

El artículo “Árboles singulares: El roble Cadalso” no cambia

El artículo “Garoña: no por esperado...” ha sido eliminado.

El artículo “Una historia de Porquera de Butrón” ha cambiado parcialmente.

En el artículo “Libros: Rollos, picotas y Cruceros de la Provincia de Burgos” se han puesto enlaces a varios de los monumentos de este tipo que ya os he mostrado en el blog, que a estas alturas ya han sido unos cuantos.

En el artículo “Regreso a los pueblos del Silencio: Hormicedo” se han puesto las fotos a mayor tamaño

El artículo “Programa de Desarrollo Rural sostenible 2010-2014” ha sido eliminado

Los artículos “Una de Cal...” e “...y otra de arena” han sido eliminados.

El artículo “Tudanca de Ebro” no cambia

El artículo “Ailanes de Zamanzas” no cambia.

En el artículo “Otros robles de Robredo de las Pueblas” se han puesto las fotos a mayor tamaño

El artículo “Ruta de senderismo: La bóveda de Leva” no cambia. A ver si en el futuro puedo volver a hacer esta ruta o una similar.

El artículo “Una actividad de este finde y otra para el próximo” ha sido eliminado.

Iglesia de Hurones

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Voy a ir dando salida a fotos de salidas algo antiguas, aunque no tengan una continuidad geográfica. El pequeño artículo de hoy va dedicado a la iglesia de Hurones, pueblo muy cercano a la capital, que conserva parte de su estructura románica.
 


Por ejemplo aquí vemos una serie de canecillos, parecidos a los que mostramos hace poco en Los Ausines, aunque en un estado de conservación bastante mejor.

 


No obstante lo mejor conservado es su ábside, en el que se encuentra una sencilla pero armoniosa ventana.


Antiguos monasterios burgaleses: San Esteban de los Olmos

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No lejos de Hurones, en las proximidades de Villímar y a tiro de piedra de la capital, en un escondido vallejo, se encuentra una poco conocida residencia propiedad de las Franciscanas Misioneras de María, destinada a la atención de las hermanas más ancianas después de su periplo por diversos lugares del mundo. La residencia, conocida por los lugareños como “los descalzos”, lleva el nombre de “San Esteban de los Olmos”.
 
 
Ambas son pistas que nos conducen al origen del lugar, un antiguo monasterio franciscano, cuya historia se remonta al siglo XV.

Pocos vestigios quedan del antiguo convento, apenas la valla perimetral y una especie de torre con remates almenados y escudos de los Sarmiento, restos de los antiguos edificios.


Y si no queda apenas nada material, viene a pasar lo mismo con lo documental. Los textos que se conservan en relación a este monasterio hacen referencia fundamentalmente a la vida conventual y apenas nos ofrecen información de valor histórico. Sin duda el carácter franciscano del monasterio, en el que la pobreza y austeridad eran notas predominantes, está entre las razones de esta situación.

De lo que he podido informarme parece ser que el monasterio de San Esteban de los Olmos fue fundado por fray Lope de Salazar y Salinas, uno de los monjes franciscanos más destacados de su época, hacia el año 1458. Su constitución, así como las de varios otros como Alveinte o San Bernardino de Poza, tuvo lugar en un periodo de importantes convulsiones y reformas de la orden, lo que vino aparejado de un gran dinamismo fundacional.

El convento se levantó con el beneplácito y apoyo  del Obispo de Burgos don Luis de Osorio y Acuña, quien incluso donó la antigua ermita de San Esteban y el área circundante en torno a los cuales se levantarían los edificios conventuales. Según parece este pequeño valle era especialmente abundante en los ahora malogrados Olmos, y de aquí el sobrenombre del monasterio.

Muerto el fraile fundador, es el Arcediano de Valpuesta don Pedro Girón y Sarmiento, el que da un importante impulso al cenobio mejorando sus instalaciones, las cuales parece que destacaban por la abundancia de aguas y jardines. El sepulcro de Pedro Girón se erigió en el monasterio, estando los restos del mismo actualmente en el museo de Burgos.

Bajo las reglas de pobreza más estrictas, la vida en el monasterio dependía de la limosna, aunque no faltaron las ayudas de personajes nobles, algunos de los cuales mandarían también ser enterrados en el monasterio.

Como hemos apuntado anteriormente, existen documentos que reflejan la vida ejemplar de muchos de los moradores de este monasterio. Entre sus ocupantes más ilustres figuró monje Fray Antonio de Marchena, que años más tarde sería uno de los principales apoyos de Cristóbal Colón en sus proyectos exploratorios.

El monasterio empezó el siglo XIX con más vitalidad que otros del entorno. Hacia los últimos años incluso se impartía filosofía y funcionaba como casa de ejercicios. Tras varios periodos de abandono temporal debidos a la invasión napoleónica y fases revolucionarias la exclaustración definitiva tuvo lugar en 1836.

Tras el periodo de pillaje correspondiente, el terreno fue vendido a un particular. El mismo mandó destruir la iglesia y el convento para usar las piedras en la construcción de una fábrica de harinas en La Ventilla, actualmente abandonada.
 
 
De este proceso se salvaron algunos sepulcros. Además del ya indicado de Pedro Girón, se conserva en el museo de Burgos el enterramiento de D. Antonio de Sarmiento y de su esposa María de Mendoza. Es obra del siglo XVI, probablemente de Juan de Vallejo. También se encuentra allí el sepulcro de doña María Manuel, con una estatua yaciente en alabastro (el que aparece en la siguiente imagen). No se sabe a ciencia cierta cómo acabaron los tres sepulcros en el Museo.
 


La finca acabó en manos de los marqueses de Murga. Fueron ellos los que mandaron construir, a la vera del camino, la ermita del Santo Cristo donde se venera otra copia fiel del célebre Santo Cristo de Burgos, debida al escultor burgalés D. Fortunato Julián; y los que cedieron la finca a sus actuales propietarias.
 
 

 

Monasterio de Villamayor de los Montes

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Hablábamos en nuestro anterior artículo de un monasterio desaparecido sin apenas dejar rastro y retomamos nuestros escritos con este monasterio, este sí en activo y relativamente conocido. El monasterio cisterciense de Santa María la Real se ubica en el mismo casco urbano de Villamayor de los Montes, muy cerca de la localidad de Lerma y de la autovía A-1. Ello hace que sea bastante fácil acercarse hasta el lugar, aunque no sea más que por probar las ricas pastas que siguen elaborando las monjas.

El origen de este monasterio hay que vincularlo a la figura de García Fernández, personaje muy presente en la corte real entre finales del siglo XII y principios del XIII. De incierto origen, tuvo gran influencia en las cortes de Alfonso VIII y Fernando III el Santo, y fue designado como ayo o tutor del futuro Alfonso X el Sabio, parte de cuya educación se llevaría a cabo en las posesiones de García en el pueblo de Villaldemiro.

En 1223 García toma bajo su protección un monasterio preexistente de carácter familiar, dedicado a san Vicente, advocación que aún conserva. La carta original por la cual los antiguos propietarios ceden el monasterio se conserva en el archivo del monasterio. También se conserva el documento del acto de fundación como tal, en 1228, en la cual García cede la propiedad al monasterio, junto con una amplia dotación inicial, y lo deja bajo el amparo del monasterio de las Huelgas. La primera abadesa es doña Marina, profesa en el monasterio de las Huelgas y cuñada de don García, que tuvo gran influencia en todo este proceso. A la abadesa acompañaron doce monjas profesas, que constituyeron la primera comunidad de Villamayor


Este patrocinio se irá ampliando por las donaciones de García y herederos. Don García muere hacia el 1250 y sus restos son enterrados en Villamayor, donde aún reposan. Los Fernández acabarían entroncando con los Manrique, cuyos trece besantes o monedas figuran en varias partes del monasterio. También el rey Fernando cedería muchas herencias y derechos al nuevo cenobio. Las propiedades adscritas al convento se situaban fundamentalmente en la comarca pero por ejemplo figuran algunas en las localidades cántabras de Polanco y Villescusa de Ebro.

Pasando a lo constructivo, al exterior observamos un edificio compacto y sobrio. Llama la atención la existencia de dos iglesias, con sus correspondientes espadañas. La más pequeña se corresponde con la parroquial del pueblo, que aparece como embutida en el monasterio.


La entrada principal del monasterio muestra una alargada fachada en la que aparecen los escudos de los fundadores y los de la familia Echevarría (también propietarios de la Granja de Villahizán) que en los años 60 patrocinaron la restauración del convento.

 
La iglesia transmite elegancia y sobriedad, obedeciendo al arte gótico. En la misma encontramos el sobrio sarcófago (se observa en la parte derecha de la siguiente imagen), trasladado aquí en 1972, en donde se encuentran los restos del fundador. Anteriormente se encontraban en un sepulcro de madera muy deteriorado (uno similar, que cobijaba a su hijo, se encuentra actualmente en el museo Fogg de Estado Unidos). Encontramos también otros sepulcros de las familias patrocinadoras del monasterio.


 
El coro abacial se quemó en un incendio acontecido en 1575. El que vemos ahora data del siglo XVII y es mucho más sencillo. Otros incendios acontecieron durante la ausencia en Lerma y en 1721, en el cual según parece incluso se fundieron las alhajas de la sacristía.

 
Por cierto, el traslado forzoso a Lerma tuvo lugar en 1617, debido a la presión del Duque de Lerma a la Santa Sede. La caída en desgracia de éste último permitió el regreso diez años más tarde. Como compensación la Casa Ducal pagó a las monjas 11.000 ducados (utilizados según parece para la construcción del coro que ya hemos citado). Se cuenta una leyenda relativa a este periodo, según la cual dos monjes, uno con hábito negro y el otro con el sayo blanco, tal vez los espíritus de San Benito y San Bernardo, vigilaban el monasterio día y nochepara evitar que los ladrones cometieran tropelías en su interior.

El claustro es muy sencillo, al gusto cisterciense, pero extremadamente armonioso. Recuerda lejanamente, lo mismo que la iglesia, a las formas del Monasterio de las Huelgas.








Muy interesante y original, aunque puede pasar inadvertida, es la alfombra pétrea que se remonta al siglo XVI. En la misma aparecen diversos motivos, entre los que figuran escenas de animales y el escudo de las familias donadoras del monasterio. Este peculiar y valiosísimo enlosado formada a base de cantos redondeados ha sido restaurado parcialmente.
 
 
Estrella hexapétala, tan abundante en las fachadas de las casas de la zona
 
Escudo de los fundadores
 
círculos entrelazados
 
escena de caza
 
ciervo

Podemos citar un pequeño milagroacontecido en el año 1942. Necesitando el cenobio de agua para cultivar la huerta, las monjas rezaban para encontrar el lugar más idóneo para cavar un pozo. Una ráfaga de viento quitó de manos de una monja un breviario que cayó al suelo, y la abadesa ordenó cavar en dicho punto encontrándose agua con facilidad. La obra fue sufragada por el arzobispo de Valencia, don Prudencio Melo, cuyo nombre aparece grabado en la piedra junto a la que surgió en manantial (hasta se cuenta que esta piedra tiene forma de corazón). Lamentablemente no podemos constatar este hecho pues la piedra y el pozo se encuentran en la zona de clausura.

Hoy la comunidad de Villamayor la constituyen aproximadamente una decena de monjas. Además de los productos de repostería aún siguen vendiendo, como desde hace siglos, una peculiares “cartillas” a modo de protección de la brujería.



Esta original reminiscencia de la religiosidad popular contiene unas imprecaciones escritas en latín y castellano de contenido ciertamente llamativo, con frases como “Apártate Satanás, nunca me aconsejes cosas vanas, son males que tú mismo das, tu propio veneno bebas. La santa cruz sea para mí la luz. Que el Dragón no sea quien me conduzca”. Tradicionalmente estas cartillas eran empleadas como protección ante las enfermedades del ganado, colocándose en lugares bien visibles de los establos.

Si queréis saber más sobre la vida en el monasterio de Villamayor de los Montes puedes consultar su amplia página web.

Ruta de senderismo: valles pasiegos burgaleses

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En la redacción original de este artículo se combinaba el recorrido por los valles pasiegos con el ascenso a Castro Valnera. La siguiente descripción, además de ser más actualizada y detallada y aprovechar los caminos actuales, considera por separado el ascenso final a Castro Valnera, que podéis consultar en este otro artículo.

Aunque encontramos algunos rastros en áreas cercanas, la zona de distribución del paisaje del tipo pasiego en la vertiente burgalesa se corresponde con la parte norte del municipio de Espinosa de los Monteros, más en concreto con la demarcación conocida como Cuatro ríos o Cuatros Valles Pasiegos: Lunada, Trueba, La Sía y Rioseco. En la ruta de hoy conoceremos los dos de mayor tamaño: Lunada y Trueba, además de contactar parciamente con la parte más montañera de la zona.

Dificultad: Media-Alta, por el desnivel y longitud algo elevados.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Fácil (sin niebla)
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 5 horas (18 kilómetros)



Situación y acceso

El acceso a Espinosa de los Monteros desde Burgos se realiza siguiendo hacia el norte la N-627 y la C-629. Pasado Villarcayo y el portillo de Bocos llegamos al pueblo de Baranda. Desde aquí nace una carreterita que nos permite atajar el tramo hasta Espinosa. Alternativamente podemos seguir algo más hasta la glorieta de El Crucero y llegar al pueblo por una carretera de más entidad.

Una vez en la villa seguiremos la carretera hacia los portillos pasiegos. Pasados ocho kilómetros tomamos la subida hacia el portillo de Lunada. En unos metros cruzamos el rio Trueba. Dejamos el coche en un pequeño aparcamiento en el lado derecho.

Puntos de interés

Paisaje pasiego. Bosquetes de hayas, robles y fresnos. Paisaje montañoso. Canal y collado de Castro Valnera. Cascada de Garguero.

Descripción de la ruta

Empezamos a caminar por una pista cementada que nace frente al aparcamiento, en donde existe un panel explicativo. Dejamos a un lado una casa de turismo rural y ganamos altura suavemente. Estamos en la zona de Salcedillo, en donde encontramos cabañas pasiegas bastante cuidadas, aunque en general un tanto transformadas. En todo caso la vista de las mismas junto a prados, hileras de árboles y con el fondo de la montaña es deliciosa.

Ignorando las derivaciones secundarias llegamos en unos cientos de metros a un marcado cruce. Nosotros seguimos hacia la derecha (volveremos por el camino de la izquierda unas horas más tarde). Pronto alcanzamos una conexión con la carretera, pero nosotros seguimos hacia el camino que nace hacia el lado izquierdo.

Los siguientes minutos transcurren en paralelo a la cercana carretera. Vemos como poco a poco las cabañas y los prados van dando paso a las rocas y al bosque. Siguiendo en todo momento el camino principal observamos cómo el valle de Lunada se cierra al fondo por el Picón del Fraile, inconfundible por el radar esférico que ocupa su cima.

En una zona boscosa cruzamos el arroyo de Lunada acercándonos a una serie de cabañas. Tras dejar atrás la última de ellas el camino se transforma en una senda que se interna entre la vegetación. En los siguientes metros se alternan tramos más boscosos con otros de monte bajo, siguiendo una trocha que por momento es un tanto difusa.

Finalmente desembocamos en la amplia pista que conduce hacia el valle del Bernacho. La seguimos por una zona mucho más abierta y con escaso arbolado. Pronto aparece ante nosotros la mole de Castro Valnera, que asemeja una tarta de varios pisos. A los lados podemos identificar Cubada Grande y el Alto de las Corvas.

Aunque son casi tres kilómetros de pista hasta las cabañas del Bernacho, la belleza del paisaje permite que no se hagan demasiado monótonos. A medida que nos vamos acercando observamos en el lado izquierdo de Castro Valnera la canal, parciamente ocupada por un hayedo, que se utiliza para el ascenso a dicha cumbre. Su forma delata un origen glaciar.

Precisamente cuando el camino alcanza el borde del hayedo (1090 metros), vemos como un sendero se introduce decididamente en el bosque. El sendero está bastante marcado, si bien en algunos momentos las hojas crean algo de confusión. Tras unos centenares de metros salimos del bosque hacia una zona de arbustos. Ello nos permite comprobar que hemos entrado en la canal antes citada y que nuestro objetivo es un collado que aún se encuentra bastante por encima de nosotros.

Con una pendiente moderada entramos en un segundo tramo de hayedo, más corto, y volvemos esta vez definitivamente a la zona despejada. El tipo de piedra y roca que encontramos a nuestro alrededor son características de la morrena glaciar en la que fueron formados. El sendero se va haciendo cada vez mas empinado hasta alcanzar un collado, a 1440 metros.

En realidad este collado se trata de una peculiar planicie plagada de torcas y dolinas (en invierno hay que extremar las precauciones si queremos andar por esa zona). Al fondo se observa la inquietante pirámide de Peña Negra y un poco más allá se intuye la vertiginosa caída hacia los valles cántabros. La impresión que produce el paisaje se ve realzada por el hecho de que desde hace tiempo no vemos ni árboles ni arbustos.

Siguiendo el sendero se intuye una bifurcación. Hacia el lado derecho continúa el ascenso hacia Castro Valnera, mientras que otra senda menos marcada, la que tomamos, va más hacia la izquierda en dirección a Peña Negra atravesando la ondulada superficie. Este sendero desemboca en un camino bastante degradado desde el que ya se intuye el descenso hacia el valle del Trueba. En todo caso desde este punto tenemos la opción de asomarnos hacia los valles pasiegos de Cantabria, desviándonos unos cientos de metros hacia la izquierda para luego retornar hasta este punto.

A nuestra derecha se abre el valle del arroyo de Peña Negra, que según las épocas forma bonitas cascadas en su caída. No muy lejos visualizamos algunas cabañas arruinadas, lo que denota el aislamiento de este valle. El camino no obstante no desciende por el mismo, sino que en primera instancia gira hacia la izquierda, bordeando Cubada Grande.

Tampoco descendemos mucho, sino que más bien llaneamos hasta que bastante más adelante empezamos a girar hacia la derecha y por fin bajamos hacia el valle. Tras un último vistazo hacia las alturas de Castro Valnera entramos ya directamente en el valle del Trueba. Observamos incluso la zona de su nacimiento, en las proximidades del puerto de Estacas de Trueba. Bastante más abajo encontramos la zona de prados cercados y cabañas. El paisaje está cerrado por el sur por los montes de Somo(describiremos un recorrido por los mismos dentro de unos meses).

El camino empieza a bajar rápidamente hacia el valle, aunque el descenso es prolongado. En un momento dado observamos la cascada del Guarguero, formada por el río Trueba, lugar de chapuzones estivales. A medida que vamos bajando observamos río abajo un estrechamiento del valle en donde existe un extenso hayedo. La vista frontal se ve culminada por el Picón Blanco, en donde pueden distinguirse los restos de su antigua instalación militar.

Las estampas del paisaje pasiegose suceden hasta que alcanzamos la vega del río Trueba. Hacia la derecha nace una senda que nos conduciría hasta la cascada Guarguero (serían unos dos kilómetros adicionales, sólo la ida). Nosotros continuamos junto al río (con frecuencia lleva poca agua debido a los procesos de filtración). Al otro lado vemos una zona de acampada gestionada por la Junta de Castilla y León.

El camino se separa del río. Ignoramos una opción que vuelve a subir por la ladera mientras que nosotros nos mantenemos justo en el límite de los cercados. Pasada una cabaña el camino se transforma en un sendero un tanto cerrado pero perfectamente practicable que termina junto a una pista cementada. Bajamos otra vez hasta el rio, momento en que giramos hacia la izquierda.

Dejando a un lado un bonito puente de piedra nos vamos acercando a la zona más cerrada del valle, ganando algo de altura. Enfrente encontramos el hayedo al que hicimos referencia anteriormente. Tras dejar atrás un tramo en el que por momentos observamos los restos de empedrado, alcanzamos el punto más alto del tramo.

Repentinamente vuelve a aparecer ante nosotros el valle de Lunada. Nos alejamos un tanto del río por un camino no excesivamente definido que deriva en una pista cementada. Siguiendo la misma llegamos a una bifurcación en donde seguimos hacia la izquierda. Pronto trazamos una amplia curva y por fin descendemos hacia el río.

Entre cabañas alcanzamos un puente sobre el rio Lunada. Siguiendo el camino a continuación alcanzamos el cruce del inicio de la jornada. Desde aquí sólo nos queda retomar los metros que nos separan del punto de inicio de la jornada.

Comentarios

El recorrido propuesto se corresponde con parte de los senderos de la montaña pasiega recientemente acondicionados y señalizados (años 2013-2014) por el Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros. En principio la información se publicará en breve en la página web del municipio. En concreto recorreremos consecutivamente, los senderos de las Cabañas del Bernacho (color amarillo), Canal de Castro Valnera (color verde), collado de Castro Valnera (color azul claro) y senda cascada Guarguero (color morado). No obstante creo que perdí parte del sendero cuando alcancé por primera vez el río Trueba, cuando debería haberme mantenido junto al mismo.

Por cierto que la señalización en el momento de realizar el recorrido (julio de 2014) era bastante buena pero como veis no perfecta. El estado de los caminos y senderos es bueno. La ruta como tal tiene cierta dureza pero es perfectamente llevadera para senderistas experimentados. La ruta se puede completar con el ascenso a la emblemática cumbre de Castro Valnera, cuyo acceso directo (que coincide en parte con esta descripción) he publicado aquí recientemente. En este caso hay que calcular aproximadamente una hora y 2 kilómetros adicionales, sin olvidar que con ello la dureza de la ruta se amplía considerablemente.

Guarda este artículo como pdf e imprímelo cuando quieras

Track de la ruta (pulsa en el círculo verde para más información)
 


Vídeo con imágenes de la ruta

Árboles singulares: el abedul del Cerrillo

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Ya que acabamos de describir una ruta por Espinosa de los Monteros, vamos a quedarnos por aquí para mostrar algunos lugares más. El primero hace referencia a un árbol que ya no es, pues ha sido talado en fecha para mí desconocida, pero entiendo que no más allá de cinco o seis años. Me refiero al abedul del Cerrillo ( no estoy seguro de si se corresponde con el conocido como abedul de la Sía, aunque creo que aquel era otro). Ya no podrá asomarse nunca más a esta preciosa vista desde el valle de la Sía, con el valle de Rioseco al fondo.
 
 
 El ejemplar, según una fuente consultada, tenía un perímetro de 5 metros y una altura de 22. Tal vez estas medidas, que a muchos nos asombran, a otros molestasen, probablemente a los dueños de la finca cuya cabaña era ensombrecida por el gigante. Sirva al menos este artículo como homenaje a los abundantes abedules jóvenes de la zona, que pugnan por recuperar el terreno perdido. 
 
En todo caso la escusa de subir hasta este perdido emplazamiento nos valió para disfrutar de unas bellas panorámicas otoñales, a las que las fotos, como casi siempre, no hacen el mérito suficiente.




 
Puestos a intentar hurgar un poco en cómo pudo ser este árbol, aquí muestro una imagen aérea actual y a continuación otra mucho más borrosa de hace unos años, momento en el que el árbol aún existía.




Otros lugares de Espinosa de Los Monteros

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Bajamos de las Montañas al valle para hacer una nueva parada en la histórica y artística villa de Espinosa de los Monteros. Ya nos hemos ocupado en otras ocasiones del lugar con ocasión de visitar su interesante Museo de los Monteros y para recorrer su ruta heráldica y monumental, así que hoy dedicamos este pequeño artículo para referirnos a un par de sitios que nos habían quedado en el tintero, sin que ello signifique que no vayamos a volver en el futuro.

La primera parada la efectuamos junto a la humilde ermita de San Nicolás. Lo hacemos para referirnos a un interesantísimo retablo gótico que se encuentra en su interior. Sus características en comparación con el edificio que le cobija dejan bien claro que su ubicación original era otra; tal y como se puso de manifiesto durante una visita por la Comisión Provincial de Monumentos en una ya lejana visita en 1923.
 


Investigaciones posteriores permitieron descubrir que su ubicación original era nada menos que la iglesia conventual del Monasterio de Oña. Se trataba del retablo que originalmente acogía el famoso cristo de Santa Tigridia, que pudo acabar aquí durante el periodo de desamortización (El Monasterio de Oña siempre tuvo importantes propiedades por esta zona). El retablo de la ermita está compuesto por once tablas, si bien se calcula que el original, que ocupaba el altar mayor de la iglesia de Oña, tenía más de setenta. La calidad de este bien justificó una detallada restauración y su aparición en la edición de la exposición de las Edades del Hombre que tuvo lugar en la villa Oniense en 2012. Puedes saber más sobre este retablo aquí.

La segunda parada la vamos a realizar en el Museo Etnográfico, que actualmente ocupa la planta superior del edificio del Ayuntamiento. En el mismo encontramos un pequeño muestrario de los elementos que configuraban la vida de antaño en esta demarcación de características tan marcadas. Anteriormente se ubicaba en un edificio independiente y tenía mucha mayor amplitud.


 

Encontramos también una pequeña exposición dedicada a la asociación de artesanos de Las Merindades, lo que nos puede servir de base para entrar en contacto con alguno de ellos.

Retocando entradas: diciembre de 2009

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El artículo “Encuesta: ¿Donde te gustaría que se instalara el Parador de Turismo del entorno de Garoña?” ha sido eliminado. Como todos sabemos hace tiempo que se vió que ni parador ni ná de ná.


El artículo “Regreso a los pueblos del Silencio: Perros” ha sido retocado ligeramente.

En el artículo “Ermita visigótica de Quintanilla de las Viñas” se han puesto las fotos a mayor tamaño.

En el artículo “Árboles singulares:Castaños de La Parte de Sotoscueva” se han puesto las fotos a mayor tamaño.

El artículo “Peñahorada” cambia ligeramente.

El artículo “Huérmeces” se ha modificado parcialmente.

El artículo “Ruta de senderismo: La ruta de los Jaramillos” ha sido eliminado. No tengo garantías de que los caminos y senderos que aparecían en la descripción no hayan desaparecido o cambiado.

El artículo “Libros: El alfoz de Muñó” no cambia.

En el artículo “Regreso a los pueblos del Silencio: Torres de Arriba” se han puesto las fotos a mayor tamaño.


El artículo “Vídeo sobre la Ruta Raíces de Castilla” ha sido eliminado

El artículo “Árboles singulares:El Castaño Calderas” no cambia.

El artículo “Iglesia de Lomas de Villamediana” se ha retocado ligeramente.

En el artículo “Necrópolis de Quintanilla de Santa Gadea” se han puesto las fotos a mayor tamaño.

La Lobera del alto del Caballo

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Desde el mismo casco urbano de Espinosa de los Monteros nace una pista poco conocida pero practicable que conduce a las antiguas instalaciones militares de Picón Blanco y a un parque eólico.  Los importantes desniveles de esta carretera hace que grupos ciclistas estén intentando promocionarla para su inclusión en recorridos competitivos, e incluso las entidades de la zona han señalizado los porcentajes de cada kilómetro.
 

Robledal que antecede a Picón Blanco (mediados de otoño)

Aunque el que suscribe es aficionado a estos temas, no es este el lugar para hablar de ciclismo, pero sí para mencionar la existencia de una lobera cuyo acceso se encuentra en pleno ascenso a la cumbre. Se trata de la lobera del alto del Caballo (por una cima secundaria bajo la cual se encuentra) y que fue recuperada parcialmente en 2010 gracias a la colaboración de la Fundación Naturaleza y Hombre con administraciones de la zona.

 
Foso y parte final de la lobera

En un anterior artículo sobre la Lobera de Perex ya describía brevemente en qué consistían estas antiguas infraestructuras destinadas a la captura de lobos y mostraba mi fascinación por este magnífico y ancestral legado de la vida popular, a la vez en contacto y en lucha con la naturaleza.



A lo largo de la pared, entre hayas acebos y serbales.


Tanto en la lobera de Perex, como en la de Monte Santiago o el Corral de los Lobos quedaba meridianamente clara la importancia del conocimiento del terreno y de las costumbres animalespara diseñar la ubicación y orientación de estas construcciones. El caso de la lobera del Alto del Caballo no es una excepción.


Las paredes convergentes de la lobera del alto del Caballo se extienden a lo largo de la arista del monte (unos 300 metros cada una). La batida se realizaba desde el oscuro vallejo del lado occidental (frecuente refugio de los esquivos cánidos) cerrando las salidas superiores. De este modo el lobo, en su intento de pasar a una nueva canal, se encontraba con la trampa.

Imagen adaptada de Google Earth en la que intento mostrar cómo la lobera se adapta a la ladera de la montaña.
 
La lobera del alto del Caballo fue empleada hasta principios del siglo XX. En cada batida llegaban a participar hasta 200 hombres; no sólo de Espinosa sino también de valles cercanos como Montija o Carranza. Hoy el lugar guarda una belleza especial, no sólo por su valor etnográfico, sino por el privilegiado entorno paisajístico en el que se ubica. No será esta la última lobera que aparecerá en el blog.
 
Junto al foso de la lobera se tiene una buena vista de la llanura de Montija.

A lo lejos, el peculiar diapiro del Valle de Mena, cual si de un volcán se tratase.

Granja la Llueza

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En el término municipal de Espinosa de los Monteros existe una original explotación ganadera para la cría del pato en libertad y elaboración de productos artesanos a partir del mismo. Como uno de mis intereses es conocer y, humildemente, difundir iniciativas que tengan que ver con el desarrollo sostenible del medio rural hace ya un tiempo que realicé una pequeña visita a estas instalaciones, que muy amablemente me enseñó su propietario, Alejandro.
 
 
La granja, que se sitúa en la falda del monte, fue puesta en marcha en 2008. Los patos, distribuidos en varias naves en función de sus edades, disponen de gran espacio e incluso suelen pasar parte del tiempo en los prados que rodean a los edificios. En la propia granja se elabora una amplia gama de productos que se suministran tanto al cliente particular como a tiendas gourmet o restaurantes.
 

 

Para saber más puedes consultar su página web o visitar la granja, preferiblemente previa reserva. Incluso puedes echar un vistazo al pequeño reportaje que le dedicaron hace un tiempo (año 2012) en programa Agrosfera de TVE (minutos 28 a 32 aproximadamente).

Pineda de la Sierra

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Nos desplazamos hacia otra de las zonas montañosas de la provincia, más en concreto a la villa de Pineda de la Sierra, enclavada en plena sierra de la Demanda. Esta localidad, montañera como pocas en la provincia, se sitúa en el alto Arlanzón, bajo la sombra de los picos Mencilla y San Millán.
 
Localidad de Pineda de la Sierra a los Pies del Pico San Millán, techo provincial

A la belleza del entorno se suma la de la propia localidad, caracterizada por un homogéneo casco urbano dominado por la piedra arenisca roja. En el mismo, son frecuentes las recias casonas de los siglos XVII y XVIII, fruto de la riqueza ganadera que generaban los pastos que abundan en su extenso territorio. Las fotos que aparecen a continuación ofrecen una pequeña muestra.





 
Pero la construcción que añade más valor patrimonial a Pineda de la Sierra es sin duda su iglesia de San Esteban. Levantada utilizando la misma piedra arenisca roja, es una de las iglesias más interesantes del románico burgalés, pese a que muestra importantes añadidos postmedievales.


El elemento más característico de esta iglesia es la galería porticada que se abre en su lado sur, formada por once arcos más el vano de acceso. Los capiteles están decorados con estilizados motivos vegetales que contribuyen a la armonía del conjunto. Parece estar elaborada con posterioridad al edificio por algún maestro del taller de Silos.


 
La portada que protege el pórtico es aparentemente sencilla. Formada por cinco lisas arquivoltas, la decoración se centra en los capiteles. Los motivos representados son variados y muestran una rica iconografía de interpretación compleja. Una de las escenas más llamativas es la de una sirena de doble cola a la que un centauro lanza una flecha.
 


 
Por lo que respecta al ábside, está formado por cinco paños con tres ventanas ligeramente abocinadas. Como suele ser habitual los artistas centraron su trabajo en los canecillos y capiteles, que muestran interesantes motivos de calidad más que aceptable, abundando las cabezas zoomorfas y antropomorfas. También vemos una hilera de canecillos a la altura de lo que fuera cubierta original, que han quedado por debajo por el recrecido efectuado en el siglo XVI.




 
No podemos dejar de mencionar la habilidad del maestro del siglo XII para levantar un edificio tan robusto y a la vez elegante en un emplazamiento con una considerable pendiente. En todo caso, para un conocimiento más detallado de las obras de este templo podéis consultar el extenso artículo que le dedica la web románico digital.
 
 
Paseando por las calles de Pineda es imposible abstraerse a la oscura presencia del pico Mencilla. No dejaremos pasar la oportunidad de subir a su cumbre, y de ello daremos cuenta en nuestro próximo artículo.
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