El pasado sábado tuve la oportunidad de visitar la mina abandonada de Olmos de Atapuerca, recientemente habilitada para el turismo (año 2013), conocida como “Mina Esperanza”.
Cabe decir que Olmos de Atapuerca se encuentra en un entorno de gran variedad mineral. Aparte de esta mina de mineral de hierro, en pocos kilómetros a la redonda existen canteras de yeso, caliza y arena. Los primeros datos contrastados sobre la explotación de estas minas son de 1865, aunque hay indicios de explotación anterior, que podría remontarse al periodo medieval.
La explotación de Mina Esperanza sufrió muchos altibajos, con largos periodos de abandono. Curiosamente la fase de funcionamiento más estable fue justamente al final de su vida, entre los años 50 y 70 del pasado siglo, alcanzándose cifras superiores a las 2000 toneladas anuales de mineral. Los altos costes de transporte de material fueron siempre el lastre para la rentabilidad de esta explotación, y ellos fueron la principal razón del cierre definitivo, en el año 1974 (aún viven algunos de los últimos trabajadores).
Los trabajos de puesta en valor del espacio minero han alcanzado para acondicionar un tramo de unos 200 metros de galerías, correspondientes a los niveles -1 y -2 de la cavidad principal, además de un tramo adicional en el nivel -3 que sólo es visitable en a finales de verano por los problemas de inundación. En general siempre es mejor realizar la visita en periodos secos para evitar problemas con la humedad y el barro.
Cabe decir que el sistema completo de la mina comprende varias entradas intercomunicadas con multitud de galerías, las cuales fueron dinamitadas como medida de seguridad al cierre de la explotación. Los trabajos de acondicionamiento han consistido fundamentalmente en el desescombro de una mínima parte de las galerías, que en esencia permanecen intactas y ocultas.
Esto ha traído como resultado uno de los aspectos más resaltables de la visita: las instalaciones que vamos a observar (entibado, rieles…) son las originales, tal y como quedaron en origen. Incluso se ha encontrado algunos útiles dejados atrás por los últimos mineros.
Comienza la visita por la zona exterior de la mina, la cual no ha podido ser restaurada. Observamos el edificio de barracones de los mineros, una torre para el suministro de electricidad y un edificio de “usos múltiples”. Desde aquí se accede a la mina por una fuerte rampa por la que eran ascendidos los vagones gracias a un cabrestante. En origen dichos vagones eran trasportados hacia la cercana estación de Quintanapalla para allí integrarse en el transporte ferroviario.
Ya en el nivel -2 observamos una parte de galerías, unas vagonetas originales y diverso material minero. En una antigua sala de distribución de galerías ha sido acondicionado un pequeño pero curioso museo de minerales, acompañado de varios paneles explicativos sobre minería en general y sobre los yacimientos existentes en la provincia de Burgos. Desde aquí se da por concluida la visita saliendo por la empinada escalera de un antiguo conducto de ventilación.
Lo aquí redactado es sólo un pequeño resumen de los contenidos y anécdotas que podremos conocer durante la visita. La información la tenemos en la página web Mina Esperanza. Es posible realizar una visita combinada entre Mina Esperanza y las instalaciones de Paleolítico Vivo, ambas gestionadas por la empresa Sierra Activa.