Peña Ulaña es una de las elevaciones de mayor importancia dentro de la comarca de las Loras, en el noroccidente burgalés. A la sombra de su vecina Peña Amaya, “la Ulaña” destaca por su gran extensión, de unos cinco kilómetros.
Dificultad: baja-media. Los únicos puntos de cierta complicación son las sucesivas ascensiones y descensos.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. No hay referencias fáciles para identificar los puntos mejores de ascenso y descenso.
Belleza: Normal. Concentrada en las panorámicas.
Tiempo y distancia: 4 horas y media (16 km)
Situación
Saldremos de Burgos por la Autovía de León hasta la localidad de Villanueva de Argaño y desde aquí a Villadiego. Desde aquí tomamos la BU-621 en dirección a Humada. Pasados cerca de 15 kilómetros, a la sombra de la Peña Ulaña, dejamos atrás el desvío hacia Ordejón de Arriba y, al poco, hacia la izquierda, tomamos el que va hacia Ordejón de Abajo. En la parte central del pueblo hay un ensanchamiento en la intersección de varias calles; lugar en donde aparcamos.
Puntos de interés
Fuentes del río de los Ordejones. Vistas sobre Peña Amaya. Largo farallón rocoso de la Peña.Vistas sobre y desde peña Castillo. Vistas desde la parte alta. Senderos de ascenso y descenso.
Descripción
Comenzamos a andar por la primera calle que sale hacia la derecha. Ignoramos un desvío que va hacia una casa y salimos del pueblo. Pronto llegamos a una bifurcación en la que continuamos por la derecha. De frente tenemos unas amplias vistas de Peña Ulaña, con el enorme morro de Peña Castillo en primer plano. En todo caso en este día la niebla y nubes bajas nos fastidiaron bastante la jornada.
El camino transcurre por tierras de labor y un pequeño rodal de robles. Pronto llegamos a la carretera, la cual simplemente hemos de cruzar. Al otro lado vemos ya muy cerca el semi-arruinado molino de Bernabé. El camino ya se convierte en un sendero que deja atrás el molino pasando junto a su antiguo cauce de alimentación.
Ya en la base de la peña encontramos un manantial que se encuentra vallado, posiblemente porque el agua sirve para algún tipo de suministro. Aquí nace la mayor parte del año el pequeño río de los Ordejones, pero en épocas de lluvias y deshielos el agua desciende desde más arriba, a base de pequeños y preciosos saltos de agua. Más información aquí.
El sendero tiene un pequeño tramo muy bonito, ascendiendo entre piedras junto al torrente citado (salvo que esté seco). Pronto la trocha gira hacia la derecha, mientras que el arroyo continúa por el lado izquierdo viniendo de sus fuentes invernales en la cueva del gato.
El sendero no es muy claro, pero el avance es evidente por una especie de vaguada que se dirige hacia la base de un pinar de repoblación. Estamos en la zona conocida como “El cinto”; a media ladera de la peña y delimitado por los dos grandes estratos de roca caliza. En el lado derecho observamos una especie de espolón rocoso al que hemos de subir buscando la mejor forma de ascender por su ladera.
Desde lo alto del espolón, al que nos lleva unos instantes ascender, vemos ya la peña del Castillo, aparentemente inexpugnable sin material de escalada. Recorremos la pradera que nos separa de la misma y ascendemos hasta la base de la zona rocosa. La seguimos hacia la derecha hasta que pronto localizamos una fácil grieta por la que ascender; con la simple ayuda de las manos en algunos puntos. Desde lo alto se tienen muy buenas vistas del pueblo, de Peña Amaya y de llanura de la zona de Villadiego. En el lugar hubo asentamiento en época cántabra, romana y medieval.
Bajamos por la misma zona retrocediendo hasta la vaguada y el pinar. Sin sendero claro subimos por el pinar y antes de llegar a las rocas nos ponemos paralelos a las mismas, dejándolas a nuestra derecha. Varias trochas nos permiten ir ganando altura con facilidad y de forma paulatina, de modo que sin especiales complicaciones llegamos a la parte alta.
Continuamos andando en la misma dirección. A muestra derecha la altiplanicie aparece cubierta por un pinar de repoblación, protegida por un vallado metálico. De frente vemos el alargado perfil de la peña, al final de la cual se encuentra Peña Amaya. Desde aquí nos queda un largo trayecto (dos kilómetros largos) hasta el extremo occidental de Peña Ulaña.
Después de desaparecer los árboles la meseta se va estrechando. Con un poco de atención observamos los restos de la muralla que protegía su antiguo castro prerromano. Con casi 600 hectáreas, este castro es el mayor extensión de la península.
Finalmente llegamos al límite occidental de la Ulaña, marcado por un gran tajo que lo separa del nivel inferior. En este punto hay una sub-cima conocida como Royo Cinto, aunque el punto más alto de la peña está en el extremo oriental. Ambas cimas le dan cierta configuración a la cima de antigua nave marinera, con los puntos más altos en los extremos. Si la niebla no lo impide tendremos de frente las moles de las peñas de Amaya y Albacastro. Más hacia la derecha queda bajo nosotros el pueblo de Humada y la zona de las fuentes del Odra, con el fondo de la montaña Palentina.
Tras un pequeño descanso retrocedemos por el lado norte de la peña, con vistas al valle de San Martín de Humada. Frente a nosotros, muy a lo lejos, tenemos el final de peña Ulaña; en donde se encuentran varias torres de comunicaciones coincidiendo con el punto más alto de la meseta. Avanzamos con monotonía en dicha dirección. En la zona cercana a los pinos buscamos una puerta para superar el vallado de alambre de espino.
Superado el vallado parecen identificarse una especie de roderas que seguimos. Poco a poco llegamos a la altura de la pista que da servicio a las antenas de comunicación, pero justo al llegar a la misma localizamos un camino carretero que nace perpendicularmente en el lado derecho. Optamos por no llegar al final de la peña tomando este camino para cruzar la meseta a lo ancho.
Pronto el camino gira bruscamente hacia la derecha en dirección paralela a la altiplanicie. Dejamos en este punto el camino buscando el acceso más directo a la vertiente sur. Para ello cruzamos un grupo de pinos y subimos una pequeña loma buscando de nuevo el vallado. Con un poco de atención, localizamos un hito montañero en un punto del vallado. Llegamos hasta el mismo localizando un paso fácil en la valla. Unos pasos más adelante se abre de nuevo el paisaje del principio de la ruta. Observamos peña Castillo a cierta distancia y por detrás la sombra de peña Amaya.
Siguiendo los hitos giramos un poco hacia la izquierda y pronto localizamos, a un nivel ligeramente inferior al nuestro, un pequeño arco natural de piedra. Detrás del mismo se encuentra el pueblo de Ordejón de Arriba. Bajamos con cuidado hasta el arco pero no lo cruzamos, sino que buscamos una pequeña vaguada hacia su izquierda.
Pronto la vaguada se convierte en una marcada canal que nos permite descender al nivel intermedio de “el cinto”. Superada la canal localizamos, algo por debajo, un camino que se dirige al pueblo. Bajamos hasta el mismo con cuidado de no resbalar entre la piedra suelta. El camino nos permite bajar por la segunda línea rocosa, siempre con vistas a peña Castillo.
Aunque el sendero tiende a difuminarse, localizamos bastante cerca un depósito de agua. Desde aquí un camino nos enlaza con el pueblo. Sin entrar en este pueblo, en el que llama la atención la existencia de varias naves ganaderas, bordeamos las construcciones por su derecha por un camino poco marcado que se dirige a un pequeño transformador eléctrico.
Desde esta instalación el camino se hace más claro buscando la carretera, que se cruza instantes después. Desde este punto parecen verse en la peña de El Castillo una especie de caras esculpidas. Pronto llegamos a una bifurcación en la que seguimos hacia la derecha.
Enseguida vemos ya el pueblo de Ordejón de Abajo, cuya situación nos servirá de referencia para seguir los caminos adecuados. Sin mayores novedades alcanzamos la localidad cruzando el pequeño río de los Ordejones. No queda sino subir unos instantes hasta alcanzar el punto donde dejamos el vehículo.
Comentarios
Recorrido más bien sencillo ya que las zonas de desnivel son pocas y llevaderas. El mayor interés radica en las panorámicas y ciertos tramos pueden resultar un tanto monótonos. Durante buena parte del trazado no hay camino ni sendero así que deberemos utilizar nuestro sentido de la orientación, que no deberá ser demasiado agudo salvo en algunos puntos.
La ruta descrita se corresponde con la publicada en el libro "Caminando por las Loras", que se puede consultar on-line en la página web del Ayuntamiento de Villadiego.
Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)