No lejos de Aranda de Duero, en las afueras del pueblo de La Aguilera, se encuentra el Santuario de San Pedro Regalado. Antiguo monasterio franciscano, tiene su origen en una pequeña ermita donde, a principios del siglo XV, se retiró el monje Fray Pedro de Villacreces.
Convencido de la necesidad de una reforma profunda de la orden, Fray Pedro funda en el este lugar el monasterio de Domus Dei y desde aquí inicial el proceso hacia la recuperación de los valores primigenios de la congregación. Pronto la fama del maestro es superada por un discípulo, Pedro Regalado, que dedica su vida a la peregrinación adquiriendo fama de “milagrero”. El monje acaba siendo nombrado santo, patrón de Valladolid y cambiando el nombre del monasterio, en el que residirán sus restos.
La iglesia, originaria del siglo XV, tuvo que se ser reconstruida casi totalmente a principios del XVIII debido a un incendio. En el momento de realizar mi visita se encontraba en proceso de restauración y no era visitable. Me tuve por tanto que conformar con la vista de su elevado y característico chapitel barroco.
Si se tiene oportunidad de acceder a su interior se podrá ver la enorme cúpula que alberga el chapitel, así como otros elementos de interés: sargas, retablos y, especialmente, la capilla funeraria del Duque de Peñaranda, Juan de Zúñiga y Avellaneda.
Lo que fuera el antiguo monasterio es hoy ocupado por la congregación femenina Iesu Communio, que además ha levantado, no sin cierta polémica, un edificio de factura moderna. Esta orden de reciente creación, escindida de las clarisas, destaca por una sorprendente vitalidad (muy alejada de las de otras órdenes) y, para el visitante ocasional, por la fabricación y venta de repostería que ha adquirido cierta fama.