Tras las dificultades para superar la sierra de la Tesla y el desfiladero de la Horadada, el GR99 se toma un respiro (que como veremos no es definitivo) durante esta etapa. Toca recorrer el valle de Tobalina observando las montañas que lo cierran protegidos generalmente a la sombra del bosque de ribera; y con el excepcional complemento de la ciudad de Frías y otros pequeños pueblos.
Dificultad: Baja
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. Hay bastantes cruces pero en general es bastante fácil orientarse y seguir las señales.
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 5 horas (20 kilómetros)
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. Hay bastantes cruces pero en general es bastante fácil orientarse y seguir las señales.
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 5 horas (20 kilómetros)
Puntos de interés
Pueblos de Cillaperlata, Frías y Montejo de San Miguel. Presa de Cillaperlata.
Descripción
Al final de la etapa anterior o al principio de ésta podemos visitar el pueblo de Trespaderne. En todo caso el punto de partida es la vera del puente sobre el Nela, en la margen izquierda de éste. Seguimos al río en su descenso con bonita perspectiva de la construcción.
Pronto llegamos de nuevo a la carretera N-629, pero casi enfrente, un poco más adelante, nace un camino por el que continuar la ruta. No obstante podemos antes caminar unos metros hacia la izquierda para observar el punto (a uno 200 metros) en donde el Nela entrega sus aguas al Ebro.
Una vez en el nuevo camino y tras rechazar un ramal a la izquierda y superar una zona de huertos, nos alejamos definitivamente del entorno de Trespaderne. Los siguientes minutos trascurren por un camino en regular estado algo alejado del río, que pronto nos vuelve a acompañar. Sus aguas están bastante remansadas por influencia del cercano embalse de Cillaperlata, que es hacia donde nos dirigimos.
Los siguientes centenares de metros son algo monótonos, con el río a la derecha y la carretera a la izquierda. Al cabo nos incorporamos, sin cambiar de dirección, a un camino en mejor estado. En este punto ascendemos un poco, lo que nos permite tener nuevas perspectivas del río. Pronto volvemos a descender y entramos en la influencia de un pinar, rechazando varias opciones hacia la derecha.
Con ello nos alejamos durante un rato del cauce para centrarnos en el pinar, que dispone de un abundante sotobosque formado por encinas, enebros y boj, entre otras especies. En una nueva bifurcación en medio del pinar volvemos a seleccionar el camino de la izquierda.
Por fin salimos del pinar y volvemos a caminar junto al río, cuya mayor anchura nos indica que estamos cerca de la presa. Pronto vemos enfrente las casas de Cillaperlata, que se levantan sobre una roca horadadas de cuevas que tienen asociadas interesantes leyendas. La presa se encuentra poco más adelante.
Tras contemplar la caída de aguas (en uno de los márgenes se aprovecha para dar cauce al ancho canal de la central de Quintana, que veremos al final de esta etapa), pasamos la carretera que se levanta sobre dicha presa y que constituye uno de los accesos a Cillaperlata. Sin cambiar de dirección atravesamos su calle principal y salimos del pueblo por la otra pista asfaltada que da servicio al pueblo.
Salidos de Cillaperlata y tras andar unos 200 metros llegamos a la altura de un camino muy ancho que nace a su izquierda. Tomamos esta pista, que es usada frecuentemente como atajo para llegar a Frías y que coincide con el siguiente tramo de nuestro recorrido (durante unos minutos hemos tenido un nievo contacto con el GR85). A nuestra derecha se observan unas tierras de labor y altas laderas cubiertas de arbolado, si bien el día que anduve yo por aquí una persistente niebla me impedía ver estas últimas. No muy lejos de aquí se encuentran los restos del Monasterio de San Juan de la Hoz.
Así que este tramo se hace un tanto aburrido. Llegados a un marcado cruce seguimos por la derecha, afrontamos un corto ascenso y nos vamos aproximando hacia el pueblo Quintanaseca, compuesto fundamentalmente por un grupo de chalets más o menos desorganizados. No obstante de este pueblo podemos recuperar el interesante patrimonio de su iglesia. Habremos recorrido unos 4 km desde Cillaperlata y aún nos quedan otros 3 hasta Frías.
Si tener que cambiar de dirección el propio camino se convierte en la carretera que nos lleva a Frías. A falta de mayores alicientes observamos cómo estas vegas del Ebro son bastante feraces, pues abundan los cultivos de frutas, verduras y hortalizas. Tras ignorar una pista que nace hacia la izquierda giramos un poco hacia la derecha, ya a la vista del inconfundible perfil de Frías. Al poco atravesamos una carretera y seguimos una calle empedrada que nos permite ir subiendo hacia la ciudad.
Casi a la altura del aparcamiento hemos de tomar una decisión: o bien visitar el pueblo o bien descender por la calle que se dirige hacia el puente; que es por donde continúa el trazado. Como la visita a Frías merece capítulo aparte, alcanzamos el puente sin mayores novedades. Llamado puente romano aunque en realidad es medieval, es sin duda el más bonito de los que encontramos en el tramo burgalés del Ebro. Lo cruzamos y justo al otro lado buscamos un pequeño tramo cementado que trascurre justo a la vera del río. Con esta maniobra dejamos atrás definitivamente el contacto con el sendero GR85, que también cruza el puente, aunque en dirección contraria.
Tras unos 200 metros termina el tramo cementado junto a unas escaleras y sigue el sendero junto a la orilla. Durante aproximadamente un kilómetro el sendero se cierra un poco y se hace un tanto incómodo, por lo que puede resultar recomendable subir dichas escaleras y seguir por unas tierras de labor, en paralelo al río.
En todo caso yo seguí el sendero de la vera del río, que poco a poco e imperceptiblemente se va encajonando en un pequeño desfiladero que nos llevará a Montejo de San Miguel. En esta zona el agua se encuentra algo estancada al encontrarse algo más abajo la presa de Montejo de Cebas. Nos vemos acompañados de un variado bosque de ribera.
Un tramo después podemos acercarnos a ver la presa indicada. Instantes después llegamos a un camino más ancho que se separa del río y que llega inmediatamente a un aparcamiento que precede al caserío de Montejo de San Miguel.
El sendero alcanza Montejo de San Miguel a la altura de una gran casa de claro sabor indiano. Hemos de girar a la derecha para buscar la salida del pueblo, aunque bien merece la pena hacer un alto en este coqueto pueblo para conocer su arquitectura y su excelente museo etnográfico.
Salimos del pueblo por la carretera que da servicio al mismo mientras vemos hacia el lado derecho el perfil del monte Humión, que nos acompañará durante bastante tiempo. Muy pronto encontramos una derivación hacia la derecha hacia un pequeño mirador y área de descanso. A continuación vienen unos escalones hechos con traviesas de ferrocarril que nos dejan junto a una carretera y un puente sobre el Ebro. Nosotros simplemente hemos de cruzar la carretera y seguir por el otro lado, ignorando el puente.
Comienza aquí un precioso sendero (al menos cuando lo recorrí yo, ya que estaba perfectamente rasurada la hierba). A la altura de unas casas nos separamos de la carretera para pasar a transitar entre las tierras de labor y el cauce del río, a la sombra de los quejigos.
Caminamos bajo estos parámetros durante kilómetro y medio, finalmente descendemos hasta la vera del río (encontramos algunas mesas) e inmediatamente giramos hacia la izquierda en busca de la carretera que dejamos atrás hace un rato. La tomamos hacia la derecha apenas unos 200 metros, momento en el que encontramos un nuevo sendero que vuelve a acercarse al río.
El nuevo sendero es similar al anterior. Superamos dos puentecitos y tras el segundo volvemos a girar hacia la derecha alejándonos del río y del arbolado. Enseguida alcanzamos lo que parece ser una pequeña linde y que en realidad se trata del largo canal de alimentación de la central hidroeléctrica de Quintana Martín Galíndez. Un pequeño sendero nos permite acceder directamente aunque siguiendo el camino lo podemos hacer igualmente de manera menos brusca.
Si hemos optado por la primera opción alcanzamos el canal justo a la altura de un puente, que superamos. Pronto llegamos a una pista más ancha que seguimos hacia la derecha. Pronto volvemos a encontrar otro cruce, que nos indica que el pueblo de Quintana se encuentra a tan sólo 600 metros. Como en nuestro caso Quintana no era final de etapa continuamos rectos encontrando una serie de grandes canalizaciones que nos indican que estamos muy cerca de la central citada. Alcanzamos la pista que conduce a la misma, si bien nosotros la tomamos hacia la izquierda alejándonos de la instalación.
Inmediatamente encontramos un gran área de aparcamiento para los usuarios del albergue municipal, cuyo edificio también se visualiza. Escogemos este punto como final de este artículo, a la espera de la próxima etapa del GR99.
Comentarios
Recorrido interesante en general, aunque casi por primera vez nos encontramos con algunos tramos monótonos. En general el sendero está bien señalizado y es fácil de seguir, salvo en algunos puntos conflictivos en cuanto a mantenimiento de la vereda, que se superan sin mayores complicaciones. En los puntos más cercanos al río es posible encontrar barro, dependiendo de la época del año.
En Cillaperlata se nos une el ramal 9.1, que permite ganar algún kilómetro sobre la ruta principal, evitando el paso por Trespaderne. En el entorno de Montejo de San Miguel se puede realizar un corto trayecto circular (son menos de cinco kilómetros) de gran interés etnográfico, natural y paisajístico.
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Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)
Vídeo con imágenes del recorrido