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Antiguos monasterios burgaleses: San Pedro de Arlanza (1ª parte)

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Pasada la localidad de Salas de los Infantes el río Arlanza entra en un tramo más tranquilo y sencillo. Sin embargo, a partir de Hortigüela se encuentra con la zona de confluencia de las sierras de Mamblas y Gayubar, lo que le obliga a trazar un difícil desfiladero de varios kilómetros a base de meandros tallados en la dura caliza.
 

vista general del monasterio desde la ermita de San Pelayo. Nótese el paisaje circundante y el gran volumen del edificio.
Es precisamente en este tramo, adornado de las omnipresentes sabinas, en donde aún se encuentran las contundentes y evocadoras ruinas de San Pedro de Arlanza. Este conocido emplazamiento es para muchos poco más que un voluminoso conjunto de deformes muros. Para otros, sin embargo refleja como pocos lugares el simbolismo de la más antigua Castilla.

 foto a menor distancia. El enorme pinsapo que crece en uno de los claustros ya forma parte de la personalidad de este lugar (hablamos del mismo en otro artículo)

Sorprende encontrarse con el hecho de que no exista ninguna publicación moderna (al menos que yo sepa) que aborde de manera integral la historia y el patrimonio de San Pedro de Arlanza, situación que no se repite con otros lugares de mucho menor valor. Es por ello que la semblanza que os voy a ofrecer a continuación no va a ser ni todo lo completa ni todo lo rigurosa que desearía (tanto más cuando en el devenir de este lugar se mezclaron frecuentemente la historia y la leyenda).

 
Espigón de San Pelayo. Apréciese la cueva en la parte inferior y la ermita en lo alto.

Empezando precisamente por el mito, cuenta la leyenda que el luego sería el conde más afamado de Castilla, Fernán González, se encontraba un día cazando por estas tierras tan cercanas al feudo familiar del castillo de Lara. En pos de un jabalí se perdió en la espesura y fue a dar con una cueva en donde encontró a un eremita que le profetizó que obtendría numerosas victorias contra los musulmanes y pasaría a ser la cabeza de un poderoso dominio.


Ermita de San Pelayo o de San Pedro el Viejo

Cumplida la profecía, el ya conde mandó erigir un pequeño monasterio en la parte más alta de la peña en donde se ubicaba la cueva. Los restos de este monasterio están constituidos por la actual ermita de San Pelayo (nombre del eremita) o San Pedro el Viejo, aunque lo cierto es que documentalmente los primeros registros del monasterio se remontan al año 912, antes del nacimiento del afamado conde (sería pues su padre, el conde Gonzalo Núñez, el verdadero fundador). En todo caso parece claro que Fernán González jugó un importante papel en el despegue de este centro monacal, mandando incluso ser enterrado en su iglesia.

vista de la iglesia desde su interior. Apréciese su tamaño a través de las enormes columnas y la existencia de tres naves de gran altura.

Los sucesores de Fernán González fueron acumulando cada vez más poder y, convertidos ya en reyes, siguieron enriqueciendo al monasterio con bienes y posesiones. En tiempos de Fernando I, hacia 1080, se comienza la edificación de una gran iglesia y monasterio románicos, ya la parte más baja del valle, al lado del río. Se pueden rastrear los restos de esta época, con bastante dificultad, en la parte más baja de los muros de la iglesia y en la sala capitular. También es románica, aunque algo posterior, la gran torre románica que aún se conserva en su integridad. Esta peculiar torre parece que en origen tuvo un papel defensivo, estando las campanas ubicadas en una espadaña ya desaparecida.

torre románica

Ábside principal. Se nota claramente el paso de los muros románicos a las bóvedas góticas

A partir del siglo XV el monasterio empieza a experimentar grandes reformas y ampliaciones. Las bóvedas del templo son sustituidas por otras de estilo gótico tardío (en la obra parece que intervinieron los Colonia) y el resto del monasterio es renovado completamente. Parece que destacaba por su belleza una linterna construida a base de vidrieras que permitían la iluminación del templo.



Dos imágenes del claustro viejo

Los nuevos claustros herrerianos, mucho más sobrios desde el punto de vistas artístico, se remontan al siglo XVII. En el mismo había dos pinturas representando las batallas altomedievales de Hacinas y de Cascajares. También se encontraban los sepulcros de los caballeros muertos en la primera de las batallas. Hoy una lápida recuerda a los Velasco.

Claustro nuevo o de los legos. El pinsapo lo ocupa todo.

(CONTINUARÁ EN EL PRÓXIMO ARTÍCULO)

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