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Sendero GR99 por Burgos (Etapa 6): Pesquera de Ebro - Manzanedo

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Tras dejar atrás los espectaculares y transitados parajes de los cañones del Ebro la siguiente etapa discurre por lugares mucho menos conocidos pero, como veremos, no exentos de interés. Por el estrecho paso de Las Calzadas accedemos al casi despoblado y precioso valle de Zamanzas y desde allí, por el desfiladero de los Tornos, al igualmente ignorado valle de Manzanedo.

Dificultad: Baja.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Muy fácil
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 5 horas (18 kilómetros)



 

Puntos de interés

Pueblo de Pesquera de Ebro. Estrecho de las Cazadas. Puente de Villanueva-Rampalay. Tudanca. Desfiladero de los Tornos.

Descripción

A partir de Pesquera el páramo gana la batalla al Ebro en su lucha por horadarlo. Terminan aquí los marcados cañones mientras el río intenta un camino menos difícil desviándose hacia el norte. Encontraremos una sucesión de valles separados por desfiladeros de diferentes características y longitudes.

Llegados a la vera del robusto y esbelto puente de Pesquera de Ebro encontramos en uno de los extremos del mismo la pequeña ermita de San Antonio. El GR99 como tal deja la carretera por un sendero que nace a la izquierda de la ermita, sin cruzar el río, pero si no conocemos Pesquera de Ebro, es un pueblo solariego que merece muy mucho la pena.

El sendero gana un poco de altura dejando atrás el pueblo y los senderos más transitados. El rio se encajona bajo nosotros, aunque como viene siendo habitual son escasos los momentos en los que vemos su cauce. Caminamos entre encinas y descendemos un poco hasta situarnos de nuevo al nivel del Ebro.

En los tramos despejados vemos como el valle se ha abierto considerablemente, aunque a cierta distancia siguen observándose grandes cortados rocosos. Llegamos a una pequeña chopera tras la que ignoramos algunas desviaciones. 

Poco a poco la vegetación se va haciendo más exuberante, amenazando por momentos con colapsar el sendero. Se superan algunos arroyos sin demasiado agua. Tras unos tres kilómetros desde Pesquera observamos una marcada y afilada dorsal rocosa en la que se observan los signos de la presencia de las rapaces. Esta dorsal desciende bruscamente hasta el Ebro dejando un estrecho paso para la carretera y el río, el paso de Las Calzadas.

Nos dirigimos hacia este punto al que llegamos tras un tramo especialmente cerrado en el que los helechos levantan considerablemente. Llegamos así hasta la carretera, única posibilidad de continuar. El estrechamiento apenas tiene unos metros de longitud. A partir de aquí seguimos unos minutos por la carretera entrando en el territorio del valle de Zamanzas.

Instantes antes de llegar a la arruinada iglesia de Colina encontramos un camino a la derecha de la carreterita. Seguimos el mismo, que se convierte en un nuevo sendero menos cerrado que anteriormente. Alternando bosques de galería con campos de cereal en los que lucen los nogales nos acercamos sin demasiadas novedades hasta las cercanías de Villanueva Rampalay.

El caminito termina a la vera del precioso pero un tanto venido a menos puente medieval de la citada localidad. Caminamos por el mismo suspirando por una intervención inteligente para su conservación. Al otro lado encontramos las primeras casas, buscamos la carretera y llegamos a un cruce en dirección a Ailanes, dirección que tomamos.

No obstante, apenas pisaremos asfalto unos instantes. A la altura de la primera curva encontramos un camino en el lado derecho. Pasamos una zona de bosque de galería y pronto llegamos a un área de praderas un tanto abandonadas. Vamos dejando atrás esta zona siguiendo el camino más evidente. Observamos los signos de algunas plantaciones de frutales, otrora bastante más abundantes. Hacia el oeste observamos un bosque especialmente extenso y espeso, mientras que frente a nosotros identificamos unos relieves rocosos similares a los que superamos hace unos kilómetros.

Tras lamer de nuevo la orilla del río entramos en un tramo corto pero muy bonito a la sombra de los robles. Cuando parece que tiende a cerrarse el sendero desembocamos en otro más cuidado, el cual termina enseguida junto a una rudimentaria pasadera sobre el río, construida a base de amontonamientos de piedras a modo de pontones y una estructura de hormigón armado. Este tipo de paseras son frecuentes en esta zona y veremos varias de ellas en los próximos kilómetros.

Debido a la poca altura sobre el río, la pasadera tiende a convertirse en presa cuando el rio viene crecido, hecho que amenaza su supervivencia. Aunque con importantes desperfectos, en el momento de escribir estas palabras el paso es sencillo (al menos con un nivel bajo del río). Al otro lado encontramos los primeros indicios del pueblo de Tubilleja.

Llegamos a una nueva carretera justo a la entrada del pueblo. Siguiendo la misma cruzamos el breve caserío, en el que observamos algunos elementos interesantes como un gran escudo situado en la última casa del pueblo. Estamos muy cerca de nuevas peñas, en este caso pertenecientes a la sierra de Albuera, que estrechan el valle. 

Antes de llegar a los mismos alcanzamos las construcciones del molino de ”El Canto”, que presentaba la peculiaridad de estar compuesto por dos edificios, uno a cada lado el río. El de la orilla de enfrente forma parte de las instalaciones de un establecimiento rural

Continuamos por la carreterita bajo la sombra de las grandes peñas que forman un bonito paisaje. Tras una rampa corta pero con cierta dureza empezamos a descender. Pronto encontramos a la izquierda un sendero que vuelve a acercarse al río. Los últimos metros antes de Tudanca transcurren por esta abierta y agradable vega, en la que la orilla del río aparece limpia y tapizada de hierba. 

Casi imperceptiblemente se nos ha unido otro sendero de largo recorrido, el GR85, del que ya hemos hablado en este blog. Durante nuestro viaje tendremos varios momentos de interacción con este trazado.

Prácticamente incomunicado con el resto del mundo durante muchos años, el pueblo de Tudanca conserva parte del sabor rústico que se denota en sus casas y calles. Aunque esta esencia se ha ido difuminando gracias a un afortunado desarrollo de los servicios, sigue mereciendo la pena dedicar unos minutos a vagar por la aldea. Como parte del escenario, al borde del pueblo discurre el río rodeado de impresionantes peñas calizas.

Para continuar tomaremos como referencia la calle que separa las casas de la pradera natural que se encuentra al borde del río. Tras ignorar una nieva pasadera seguimos las señales por un sendero paralelo al cauce, aunque un poco separado del mismo (pro momentos aparecen algunas veredas laterales que ignoraremos). La vegetación está dominada por la encina. Pasado un kilómetro empezamos a alejarnos algo del río y llegamos a lo más marcado del desfiladero. El sendero se ve obligado a trazar una serie de zig-zags para salvar un fuerte desnivel. 

Terminado este tramo tenemos unas buenas vistas del lado sur del desfiladero de los Tornos. A partir de este punto nos separamos del río pues no es posible continuar junto al mismo. Afrontamos un marcado descenso hasta llegar a una bifurcación. El camino de la derecha sigue el GR85 y se aleja algo del río, el de la izquierda va más cercano al curso de agua. Ambos vuelven a unirse unos centenares de metros más adelante.

Entre la vegetación y sin mayores novedades cubrimos el espacio que nos separa de Cidad de Ebro. Esta localidad tiene una tipología bastante diferente de la de Tudanca, con casas separadas y algunas luciendo el balcón montañés. En su ermita se puede rastreas algunos restos de origen mozárabe. Recorremos el pueblo por su calle principal que conduce al puente sobre el Ebro, al estilo de las pasarelas que hemos visto con antelación. Junto al mismo hay una zona acondicionada para el baño.

En todo caso, antes de llegar al puente hemos de tomar un camino que nace hacia la derecha, junto a un parque infantil. En este punto el GR99 se separa de momento del GR85. Este camino sigue bordeando al río. Tras dejar atrás una zona de chalets individuales pasamos a caminar por una zona de chopos y pequeños huertos. Finalmente el camino se transforma en un sendero que por algunos momentos parece que tiende a cerrarse, aunque se sigue con facilidad. En este tramo lo más llamativo son los aislados grandes robles que jalonan el camino, alguno con cerca de cuatro metros de perímetro.

Tras pasar por una zona un tanto irregular entre chopos alcanzamos la pista asfaltada que comunica Cidad con Manzanedillo. Apenas la tomamos unos metros, pues el sendero vuelve a surgir poco más adelante. Ahora andamos algo más cerca del río. Pronto llegamos a las inmediaciones del minúsculo y casi despoblado pueblo de Manzanedillo. 

Alcanzamos la pista que da servicio a este pueblo justo al final del puente que sirve para cruzar el Ebro. (otro de tipo pasarela de pontones). Para terminar la etapa cruzamos el puente camino de la carretera principal del valle. La tomamos hacia la izquierda; pero pronto localizamos el camino que, casi de frente, nos conduce rápidamente a Manzanedo. En este reducido pueblo (pese a ser la cabecera del valle) encontramos nuevos ejemplos de arquitectura popular y una iglesia de estilo románico, que alberga un pequeño museo de arte sacro.

Comentarios

Ruta bastante sencilla, aunque en algunos puntos el sendero tiende a cerrarse. Me parece un punto muy delicado la pasadera de Tubilleja, que se encuentra en estado de semiruina y tal vez no aguante las sucesivas riadas. La ruta circular más clásica para practicar en esta zona es la que recorre el desfiladero de los Tornos por ambos lados, opción que describimos en este otro artículo.
 
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Track de recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)



Vídeo con imágenes del recorrido:



Sendero GR99 por Burgos (Etapa 7): Manzanedo - Puentearenas

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La séptima etapa del GR99 transcurre en su primera mitad por la parte baja del estrecho valle Manzanedo. Encajonado entre la sierra de Tudanca y el páramo de El Rojo, obliga a los pequeños pueblos a ubicarse a media ladera. Tras el paso de Congosto el valle se abre, pero sólo de manera momentánea para adentrarse en el singular desfiladero de Los Hocinos. Al final del mismo comienza uno de los valles más homogéneos e interesantes de toda la provincia, el valle de Valdivielso.
 
Dificultad: Baja.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Muy fácil
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 3 horas y media (15 kilómetros)

 
 
Puntos de interés
Paisajes de la sierra de Tudanca. Eremitorio de San Pedro de Argés (pequeño desvío). Restos del Monasterio de Santa María de Rioseco (pequeño desvío). Desfiladero de los Hocinos. Resto de la calzada medieval. Puente Arenas.
 
Descripción
 
En el comienzo de la ruta tenemos la sorpresa más desagradable de todo el trazado del GR99 por Burgos: El recorrido original transcurría por un tupido sendero en la margen derecha del río, pero dado el proceso de apropiamiento y cerramiento de caminos comunales que se está produciendo en el valle por parte de manos privadas; de manera “provisional” (sin fecha de caducidad por el momento) se recomienda empezar esta etapa siguiendo la tranquila carretera del valle.
 
Seguimos, pues, la carretera del valle durante unos siete kilómetros disfrutando del quebrado paisaje del valle de Manzanedo. Se ve cerrado este valle por las marcadas pendientes de la sierra de Tudanca, que alcanza más de 1200 metros de altitud (el río en este punto ya ha bajado a los 600 m).
 
Al  cabo de algo más de dos kilómetros tendremos la opción de visitar el eremitorio rupestre de San Pedro de Argés, perfectamente señalizado y muy cerca de la carretera.  Unos tres kilómetros más adelante encontramos también el acceso a las ruinas del Monasterio de Rioseco, un sorprendente emplazamiento fruto de un ilusionante proyecto de restauración popular. El acceso se encuentra muy cerca de la presa de la antigua central hidroeléctrica de Bailera.
Al poco dejamos atrás el cruce hacia San Martín del Rojo y las instalaciones de una granja ecológica. Pronto llegamos a un estrechamiento del valle, a la altura de una nueva presa, e inmediatamente el valle se abre. En unos instantes detectamos el nacimiento de una pista en el margen derecho que hemos de tomar.
 
Empezamos a andar por el mismo entre amplias praderas. De frente observamos las últimas estribaciones de la Sierra de Tudanca y el comienzo de la sierra de la Tesla. Entre ambas cadenas montañosas se abre el desfiladero de los Hocinos, estrechamiento que atravesaremos muy pronto aunque desde aquí apenas se distingue.
 
El camino desemboca en el río, el cual es cruzado por el último puente de tipo “pontones” de la zona. A medio puente encontramos una verja, lo que nos indica que entramos en propiedad privada. Finalizado el mismo, la pista principal gira hacia la derecha hacia el cercano pueblo abandonado de Remolino. Nosotros sin embargo seguimos por la izquierda, superando una portilla para entrar en un camino ancho pero bastante invadido de vegetación. En este punto enlazamos con el trazado original del GR99.
 
Caminamos paralelos al río dejando una gran plantación de alfalfa a nuestra derecha. Vamos trazando una amplia curva hasta el final de esta finca. Terminada la misma llegamos a una nueva portilla en donde acaba el camino. Los siguientes metros transcurren por una vereda que tiende a cerrarse asediada por la vegetación. A los lados siguen las alambradas de cerramiento ganadero.
 
Afortunadamente el sendero entra en una zona boscosa en la que pasa a ser claro y evidente. Enseguida dejamos atrás las alambradas de forma definitiva. Desde este punto la senda es muy interesante, transitando junto a arbolado extremadamente variado: chopos, alisos, encinas, quejigos, bojes, laureles, madroños, incluso se distinguen algunas hayas y acebos, y hasta un sorprendente tejo.
 
En algunas zonas se puede decidir entre los senderos más cercanos al río y otros algo más alejados (este tramo puede ser algo problemático en caso de crecimiento repentino del cauce). Pronto llegamos a uno de los puntos más peculiares de todo el GR99 burgalés: una pasarela metálica agarrada a la peña, varios metros por encima del cauce, que representa la única manera posible de continuar el avance.
 
Desde la misma, no apta para las personas más asustadizas, tendremos algunas panorámicas del desfiladero de los Hocinos, en general poco visible debido a la espesa vegetación. Terminada una primera pasarela pronto superamos algunos escalones bien diseñados y alcanzamos una segunda pasarela, más corta que la primera.
 
Continuamos por el bello sendero, que a veces se acerca más al río, permitiéndonos ver las paredes rocosas y comprobar que por esta zona transcurre con más velocidad (incluso en un punto forma unos interesante rápidos). La llegada a una chopera nos indica que el desfiladero se está acabando. Dejamos a un lado un manantial transformado en un depósito de agua y un sendero que asciende hacia el monte (ya lo conocimos en una anterior ruta).
 
Al instante llegamos a una pequeña área recreativa aneja a un robusto puente de piedra, se trata del conocido Puente del Aire o puente de la Peña del Aire. Ascendemos a su parte alta, por donde transcurre la N-232, para tener la vista más tradicional del desfiladero de los Hocinos (a nuestra izquierda queda el sendero que acabamos de recorrer). Pasados al otro lado del puente encontramos el nacimiento de un camino por el lado derecho de la carretera, opción que tomamos.
 
Tras pasar junto a una ermita en ruinas, el camino sigue al borde del Ebro y deja a un lado otro camino que asciende por la izquierda. Poco después empezamos un suave ascenso. Si nos fijamos en el camino tallado en la roca observaremos algunos tramos empedrados. En realidad este es un tramo del llamado “camino del pescado”, una calzada de origen medieval (probablemente anterior) que luego continúa ascendiendo La Mazorra.
 
Llegamos a la altura de la antigua fábrica de lanas y penal de Valdenoceda. A nuestras espaldas tenemos unas excelentes vistas del Puente del Aire y Los Hocinos. De frente bellas estampas de Valdenoceda y Quintana de Valdivielso, en el marco del comienzo del valle de Valdivielso.
 
En este punto nos alejamos del Ebro caminando junto a campos de cultivo en dirección a Puente Arenas. Rechazamos un par de desvíos antes de llegar a este pueblo, el cual atravesamos por su calle principal. Veremos interesantes edificios entre los que se incluye un gran palacio convertido en establecimiento hostelero.
 
Comentarios
 
Recorrido sencillo con la pega de tener que andar un buen tramo por carretera. Se trata de una carretera tranquila con poco tráfico, pero no obstante no deberemos dejar de estar atentos al caminar por la misma.
 
En un intento por seguir el camino original (julio de 2014) se puede llegar con relativa facilidad hasta la altura de una pasadera en estado un tanto precario, casi frente al eremitorio rupestre de San Pedro de Argés. Si se intenta continuar llega un momento en el que el avance se hace muy complejo, atosigados por el vallado y el mal estado del sendero.
 
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Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para ampliar información)




Vídeo con fotos del recorrido.


Sendero GR99 por Burgos (Etapa 8): Puentearenas - Trespaderne

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Por primera vez desde su entrada en la provincia de Burgos el Ebro transita por un valle abierto; se trata del perfectamente definido valle de Valdivielso, salpicado de pueblos preñados de historia y arte( buen ejemplo de ello lo tenemos en la excepcional obra románica de San Pedro de Tejada). Tras caminar entre cultivos y rodales boscosos, mediada la etapa, el paisaje se vuelve de nuevo agreste.

La carretera ocupa el escaso espacio que deja el río junto a su cauce y el sendero se ve obligado a separarse sensiblemente del río que le da sentido. Atravesamos parte de la sierra de la Tesla, siguiendo la pista que enlaza los dos pueblos llamados Tartalés, ambos apartados, ambos atrayentes. Un descenso final nos acerca a Trespaderne, la única localidad de cierto tamaño (exceptuando Miranda de Ebro) que atraviesa el Ebro en nuestra provincia.

Dificultad: Media.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): fácil
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 7 horas (29 kilómetros)

 


Puntos de interés

Vistas generales del Valle de Valdivielso. Pueblos de El Almiñé, Panizares, Hoz de Valdivielso, Tartalés de los Montes y Tartalés de Cilla. Iglesia de San Pedro de Tejada. Eremitorio de San Pedro (opcional). Cascada de “El Fuerte”. Desfiladero de la Horadada. 

Descripción de la ruta

Como ya indicamos en la anterior etapa, Puente Arenas cuenta con interesantes edificios entre los que se incluye un gran palacio convertido en establecimiento hostelero. Tras recorrer las calles del pueblo llegamos al borde del río Ebro. Pronto encontramos un puente que lo supera, si bien en este punto debemos buscar la pista que por el lado izquierdo se dirige a la iglesia de San Pedro de Tejada. Salimos del pueblo y llegamos a la misma tras un suave ascenso. En esta zona volvemos a tener un brevísimo encuentro con el GR 85.

Llegamos a la poco estimulante valla que cierra el acceso a esta ermita. Por poco agradable que resulte el hecho de que esta maravilla artística sea de propiedad privada, es inexcusable su visita. En todo caso el recorrido continúa bordeando la misma por su parte inferior. Seguimos un sendero un tanto incómodo por la vegetación ignorando dos cruces hasta que llegamos a un tercero, en el que giramos hacia la derecha, a tan sólo unos pasos de la carretera.

Andamos por la misma unos 100 metros hasta que pronto surge un amplio camino que nace a la derecha, flanqueando al río. Los siguientes kilómetros transcurren por este camino, con pocas novedades. Podemos aprovechar para fijarnos en la configuración del valle de Valdivielso, cerrado por las laderas del Páramo de Masa y la Sierra de la Tesla y ocupado por cultivos de cereal y frutal, a los que salpica un abundante arbolado. En la ladera sur observaremos con un poco de atención la ubicación de las ruinas del castillo de Toba, que se remonta a la época de la reconquista.

Nos llevará cerca de una hora alcanzar el caserío de Población de Valdivielso. Llegados a la carretera la opción original es salir inmediatamente de la misma por un sendero que pasa cerca de un área de esparcimiento y luego sigue junto al río. No obstante su mal estado puede hacer recomendable seguir la carretera hasta que esta cruza el río, punto en el que muere la senda citada. Este puente es un buen mirador sobre el cauce, aunque el recorrido continúa por el lado izquierdo del Ebro, por un ancho camino similar al que recorrimos antes de llegar a Población.

Por esta zona hay más frutales, especialmente ciruelos y cerezos. Recorrido aproximadamente un kilómetro desde el puente, la pista principal se separa del río para ascender un poco. Sorprende un tanto encontrar en esta zona buenos ejemplares de roble quejigo. Llegados a un cruce seguimos hacia la derecha y, tras superar una intersección, de nuevo a la derecha en otro cruce situado algo más adelante, siguiendo siempre pistas muy marcadas. Con ello descendemos de nuevo hacia la vera del río, mientras observamos de frente el pueblo de Condado de Valdivielso y la cantera desde la que se extrae una piedra cuya calidad es apreciada desde hace siglos.

El camino se acaba orientando de nuevo paralelo al río, ya ensanchado como consecuencia de la cercana presencia de la presa de Cereceda. En todo caso pronto llegamos a la altura de un nuevo puente que, esta vez sí, cruzamos para continuar al otro lado del río.

Para nuestra alegría, el nuevo camino acaba convirtiéndose en una preciosa senda que se interna en la vegetación de ribera durante más de dos kilómetros. Pasado un kilómetro llegamos a un punto con muy buenas vistas del embalse. Muy cerca de este punto el rumor del agua nos indica la proximidad de la cueva y fuente Sagredo, una caudalosa surgencia que cede sus aguas al Ebro al poco de nacer.

Tras contemplar el original enclave seguimos la bonita vereda hasta que ésta termina junto una carretera y un puente sobre el Ebro. Este puente, puente nuevo, sustituyó a otro de sabor popular que puede contemplarse en fotos de época. Desde aquí la única manera de seguir al Ebro implica caminar por carreteras, así que el sendero se ve obligado a despedirse del río del que recibe el nombre durante unos cuantos kilómetros.

Cruzamos el puente sobre una parte más ancha del embalse de Cereceda y seguimos la carretera que se empina repentinamente. Pronto vemos un camino en el lado derecho (que tomamos) sin que por ello se mitigue la inclinación. Acompañados por los pinos cubrimos los metros que nos separan del pueblo de Panizares. Seguimos por la calle que bordea la parte inferior del pueblo, mientras que vemos de frente las llamativas formas rocosas conocidas como Los Cuchillos

El sendero acaba cruzando la carretera de acceso al pueblo en un plano algo inferior al de la iglesia parroquial, con algunos elementos románicos. La nueva pista asciende un poco y pronto debemos realizar un zig-zag, pasando junto a un depósito de agua, para continuar por un camino situado unos metros por encima del anterior. El nuevo camino va ganando altura poco a poco entre el arbolado, que aun así nos permite tener algunas vistas de la parte oriental del valle. 

Este camino termina pronto, pero encontramos sin dificultad su continuación en forma de sendero. Caminaremos primero entre robles y posteriormente, tras situarnos paralelos a un vallado, entre pinos. De esta manera descendemos al pueblo de Hoz de Valdivielso, a la vista del cual entendemos la razón de su nombre.

Llegamos a una carretera y giramos hacia la derecha, entrando en la localidad a la altura del imponente palacio de los Ruiz de Valdivielso. Desde aquí seguimos una estrecha calle que pasa bajo la iglesia y que sale del pueblo. Bordeamos la última casa, algo separada del resto, y pasamos un puentecito junto a las ruinas de la ermita de la virgen de las Eras. Aquí el sendero gira y se incorpora a la carretera que asciende al aislado pueblo de Tartalés de los Montes. De nuevo volvemos a compartir el trazado con el del sendero GR-85.

Hemos entrado en una cerrada hoz que es la vía por la que debe accederse al pueblo. Frente a nosotros vemos los rastros del antiguo camino, aferrado a la roca, que en el pasado era preciso utilizar. Poco a poco la pendiente se va haciendo más fuerte. Mientras trazamos algunos zig-zags, vemos los restos de hundimientos y reparaciones experimentados por esta inestable carretera.

Llegamos a un punto en el que se nos ofrece un original y atrayente panorama: Una estrechísima abertura apenas deja el paso a un pequeño arroyo por el que se precipita una cascada de varias decenas de metros de altura (se trata de la cascada de Tartalés de los Montes o del Fuerte). A su lado, un rústico túnel horadado en la roca se convierte en la única manera de llegar al pueblo (de hecho, con un poco de atención, observamos junto a la cascada los restos del inverosímil camino que era preciso transitar con anterioridad a la construcción del mismo).

Tras atravesar el túnel pronto llegamos al núcleo de Tartalés. Merece la pena ascender hasta la iglesia para contemplar una interesante ventana románica y dar un pequeño paseo por sus escasas calles. También encontramos una fuente donde saciar nuestra sed. Hacia la derecha localizamos una pista que nos permite ganar altura por el profundo valle que divide en dos la sierra de La Tesla.

Vamos ganando altura sin demasiada dificultad por un pinar no muy cerrado. Son más de cuatro kilómetros hasta alcanzar el collado de La Muñeca, ocupado por una amplia pradera. Por nuestra izquierda se nos une un camino que nos acompañará en el descenso que ahora comienza. Es buen momento para contemplar el paisaje que nos rodea: mientras que la solana, a la izquierda, sigue ocupada por pinos, a nuestra derecha los hayedos se hacen protagonistas, lamiendo los picachos en los que culmina la sierra. 

Empezamos un largo descenso camino del otro Tartalés, Tartalés de Cilla, que se encuentra en un bucólico paraje rodeado de laderas rocosas y boscosas. Poco antes de alcanzar la primera casa encontramos un sendero que, hacia la izquierda nos permite ascender (son sólo unos minutos) hasta otro eremitorio altomedieval que, curiosamente, también recibe el nombre de San Pedro. La originalidad y la ubicación del lugar bien merecen una visita. En el pueblo destacan, además de los restos de arquitectura popular, los elementos románicos de su iglesia y un lavadero con fuente restaurado hace poco.

Tomando como referencia la iglesia, salimos del pueblo siguiendo el camino que nace junto a la misma. Ganamos algo de altura, lo que nos permite apreciar el tajo en la sierra de la Tesla en donde se ubica este remoto pueblo. Al poco llegamos a una bifurcación en donde seguimos por la derecha, de modo que dejamos de ascender. Durante los siguientes minutos tendremos grandes vistas del desfiladero de la Horadada, algo afeadas por las líneas de alta tensión. 

El camino gira hacia la izquierda y con un poco de atención, vemos las torres recuperadas del castillo de Tedeja. Pronto afrontamos un empinado pero corto descenso que nos deja junto al canal de Trespaderne y la N-629. El siguiente kilómetro y medio lo haremos con precaución ante el transito rápido de vehículos. Tras dejar atrás un gran puente metálico para el paso del tren, el desvío a Cillaperlata (por el que sigue el GR85) y una pequeña central eléctrica aún operativa, llegamos al ramal que, hacia la izquierda, conduce al Centro de interpretación de la Horadada y al acceso al castillo

Nosotros lo tomamos unos metros pero buscamos una pista hacia la derecha que, entre instalaciones madereras, conduce al cercano puente de piedra sobre el Nela. Es de origen románico, con importantes reformas realizadas en los siglos XVI y XVII. En este punto damos por concluida la octava etapa del GR99.

Comentarios

Recorrido largo y muy variado en cuanto a paisaje y patrimonio, que se hace algo duro por la distancia y los desniveles, especialmente a partir del embalse de Cereceda. En la primera parte hemos de estar atentos a la señalización en los cruces de caminos anchos y abiertos. Muchas veces la misma se sitúa algunos metros después del cruce en forma de marcas de pintura. El valle de Valdivielso nos ofrece múltiples posibilidades para explorar sus paisajes y sus pueblos a través de rutas de senderismo.

A la altura del cruce hacia Cillaperlata arranca una variante de la novena etapa que permite alcanzar el citado pueblo por la margen derecha del Ebro, coincidiendo con el trazado del GR85.

 
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Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)
 

 
 

Vídeo con imágenes del recorrido 
 

Sendero GR99 por Burgos (Etapa 9): Trespaderne – Quintana Martín Galíndez

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Tras las dificultades para superar la sierra de la Tesla y el desfiladero de la Horadada, el GR99 se toma un respiro (que como veremos no es definitivo) durante esta etapa. Toca recorrer el valle de Tobalina observando las montañas que lo cierran protegidos generalmente a la sombra del bosque de ribera; y con el excepcional complemento de la ciudad de Frías y otros pequeños pueblos.
 
Dificultad: Baja
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. Hay bastantes cruces pero en general es bastante fácil orientarse y seguir las señales.
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 5 horas (20 kilómetros)
 






Puntos de interés


Pueblos de Cillaperlata, Frías y Montejo de San Miguel. Presa de Cillaperlata. 

Descripción


Al final de la etapa anterior o al principio de ésta podemos visitar el pueblo de Trespaderne. En todo caso el punto de partida es la vera del puente sobre el Nela, en la margen izquierda de éste. Seguimos al río en su descenso con bonita perspectiva de la construcción.

Pronto llegamos de nuevo a la carretera N-629, pero casi enfrente, un poco más adelante, nace un camino por el que continuar la ruta. No obstante podemos antes caminar unos metros hacia la izquierda para observar el punto (a uno 200 metros) en donde el Nela entrega sus aguas al Ebro. 

Una vez en el nuevo camino y tras rechazar un ramal a la izquierda y superar una zona de huertos, nos alejamos definitivamente del entorno de Trespaderne. Los siguientes minutos trascurren por un camino en regular estado algo alejado del río, que pronto nos vuelve a acompañar. Sus aguas están bastante remansadas por influencia del cercano embalse de Cillaperlata, que es hacia donde nos dirigimos. 

Los siguientes centenares de metros son algo monótonos, con el río a la derecha y la carretera a la izquierda. Al cabo nos incorporamos, sin cambiar de dirección, a un camino en mejor estado. En este punto ascendemos un poco, lo que nos permite tener nuevas perspectivas del río. Pronto volvemos a descender y entramos en la influencia de un pinar, rechazando varias opciones hacia la derecha. 

Con ello nos alejamos durante un rato del cauce para centrarnos en el pinar, que dispone de un abundante sotobosque formado por encinas, enebros y boj, entre otras especies. En una nueva bifurcación en medio del pinar volvemos a seleccionar el camino de la izquierda.

Por fin salimos del pinar y volvemos a caminar junto al río, cuya mayor anchura nos indica que estamos cerca de la presa. Pronto vemos enfrente las casas de Cillaperlata, que se levantan sobre una roca horadadas de cuevas que tienen asociadas interesantes leyendas. La presa se encuentra poco más adelante. 

Tras contemplar la caída de aguas (en uno de los márgenes se aprovecha para dar cauce al ancho canal de la central de Quintana, que veremos al final de esta etapa), pasamos la carretera que se levanta sobre dicha presa y que constituye uno de los accesos a Cillaperlata. Sin cambiar de dirección atravesamos su calle principal y salimos del pueblo por la otra pista asfaltada que da servicio al pueblo. 

Salidos de Cillaperlata y tras andar unos 200 metros llegamos a la altura de un camino muy ancho que nace a su izquierda. Tomamos esta pista, que es usada frecuentemente como atajo para llegar a Frías y que coincide con el siguiente tramo de nuestro recorrido (durante unos minutos hemos tenido un nievo contacto con el GR85). A nuestra derecha se observan unas tierras de labor y altas laderas cubiertas de arbolado, si bien el día que anduve yo por aquí una persistente niebla me impedía ver estas últimas. No muy lejos de aquí se encuentran los restos del Monasterio de San Juan de la Hoz.

Así que este tramo se hace un tanto aburrido. Llegados a un marcado cruce seguimos por la derecha, afrontamos un corto ascenso y nos vamos aproximando hacia el pueblo Quintanaseca, compuesto fundamentalmente por un grupo de chalets más o menos desorganizados. No obstante de este pueblo podemos recuperar el interesante patrimonio de su iglesia. Habremos recorrido unos 4 km desde Cillaperlata y aún nos quedan otros 3 hasta Frías.

Si tener que cambiar de dirección el propio camino se convierte en la carretera que nos lleva a Frías. A falta de mayores alicientes observamos cómo estas vegas del Ebro son bastante feraces, pues abundan los cultivos de frutas, verduras y hortalizas. Tras ignorar una pista que nace hacia la izquierda giramos un poco hacia la derecha, ya a la vista del inconfundible perfil de Frías. Al poco atravesamos una carretera y seguimos una calle empedrada que nos permite ir subiendo hacia la ciudad. 

Casi a la altura del aparcamiento hemos de tomar una decisión: o bien visitar el pueblo o bien descender por la calle que se dirige hacia el puente; que es por donde continúa el trazado. Como la visita a Frías merece capítulo aparte, alcanzamos el puente sin mayores novedades. Llamado puente romano aunque en realidad es medieval, es sin duda el más bonito de los que encontramos en el tramo burgalés del Ebro. Lo cruzamos y justo al otro lado buscamos un pequeño tramo cementado que trascurre justo a la vera del río. Con esta maniobra dejamos atrás definitivamente el contacto con el sendero GR85, que también cruza el puente, aunque en dirección contraria.

Tras unos 200 metros termina el tramo cementado junto a unas escaleras y sigue el sendero junto a la orilla. Durante aproximadamente un kilómetro el sendero se cierra un poco y se hace un tanto incómodo, por lo que puede resultar recomendable subir dichas escaleras y seguir por unas tierras de labor, en paralelo al río. 

En todo caso yo seguí el sendero de la vera del río, que poco a poco e imperceptiblemente se va encajonando en un pequeño desfiladero que nos llevará a Montejo de San Miguel. En esta zona el agua se encuentra algo estancada al encontrarse algo más abajo la presa de Montejo de Cebas. Nos vemos acompañados de un variado bosque de ribera.

Un tramo después podemos acercarnos a ver la presa indicada. Instantes después llegamos a un camino más ancho que se separa del río y que llega inmediatamente a un aparcamiento que precede al caserío de Montejo de San Miguel.

El sendero alcanza Montejo de San Miguel a la altura de una gran casa de claro sabor indiano. Hemos de girar a la derecha para buscar la salida del pueblo, aunque bien merece la pena hacer un alto en este coqueto pueblo para conocer su arquitectura y su excelente museo etnográfico

Salimos del pueblo por la carretera que da servicio al mismo mientras vemos hacia el lado derecho el perfil del monte Humión, que nos acompañará durante bastante tiempo. Muy pronto encontramos una derivación hacia la derecha hacia un pequeño mirador y área de descanso. A continuación vienen unos escalones hechos con traviesas de ferrocarril que nos dejan junto a una carretera y un puente sobre el Ebro. Nosotros simplemente hemos de cruzar la carretera y seguir por el otro lado, ignorando el puente.

Comienza aquí un precioso sendero (al menos cuando lo recorrí yo, ya que estaba perfectamente rasurada la hierba). A la altura de unas casas nos separamos de la carretera para pasar a transitar entre las tierras de labor y el cauce del río, a la sombra de los quejigos.

Caminamos bajo estos parámetros durante kilómetro y medio, finalmente descendemos hasta la vera del río (encontramos algunas mesas) e inmediatamente giramos hacia la izquierda en busca de la carretera que dejamos atrás hace un rato. La tomamos hacia la derecha apenas unos 200 metros, momento en el que encontramos un nuevo sendero que vuelve a acercarse al río.

El nuevo sendero es similar al anterior. Superamos dos puentecitos y tras el segundo volvemos a girar hacia la derecha alejándonos del río y del arbolado. Enseguida alcanzamos lo que parece ser una pequeña linde y que en realidad se trata del largo canal de alimentación de la central hidroeléctrica de Quintana Martín Galíndez. Un pequeño sendero nos permite acceder directamente aunque siguiendo el camino lo podemos hacer igualmente de manera menos brusca.

Si hemos optado por la primera opción alcanzamos el canal justo a la altura de un puente, que superamos. Pronto llegamos a una pista más ancha que seguimos hacia la derecha. Pronto volvemos a encontrar otro cruce, que nos indica que el pueblo de Quintana se encuentra a tan sólo 600 metros. Como en nuestro caso Quintana no era final de etapa continuamos rectos encontrando una serie de grandes canalizaciones que nos indican que estamos muy cerca de la central citada. Alcanzamos la pista que conduce a la misma, si bien nosotros la tomamos hacia la izquierda alejándonos de la instalación.

Inmediatamente encontramos un gran área de aparcamiento para los usuarios del albergue municipal, cuyo edificio también se visualiza. Escogemos este punto como final de este artículo, a la espera de la próxima etapa del GR99.

Comentarios


Recorrido interesante en general, aunque casi por primera vez nos encontramos con algunos tramos monótonos. En general el sendero está bien señalizado y es fácil de seguir, salvo en algunos puntos conflictivos en cuanto a mantenimiento de la vereda, que se superan sin mayores complicaciones. En los puntos más cercanos al río es posible encontrar barro, dependiendo de la época del año. 

En Cillaperlata se nos une el ramal 9.1, que permite ganar algún kilómetro sobre la ruta principal, evitando el paso por Trespaderne. En el entorno de Montejo de San Miguel se puede realizar un corto trayecto circular (son menos de cinco kilómetros) de gran interés etnográfico, natural y paisajístico. 

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Vídeo con imágenes del recorrido


Sendero GR 99 por Burgos (etapa 10): Quintana Martín Galíndez - Baños de Sobrón

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La etapa décima del GR99 comienza siguiendo el relativamente plácido relieve del valle de Tobalina. Sin embargo en su segunda parte nos vemos obligados a afrontar el más importante esfuerzo de todo el recorrido provincial: la superación de la sierra de Arcena nos aleja de nuevo de forma considerable de curso del río, pero como compensación vuelve a ofrecernos paisajes y panorámicas sobrecogedores.

Dificultad: Media. La subida a la sierra es larga y con un importante desnivel, aunque en general es llevadera.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. Hay bastantes cruces en la primera mitad del recorrido y deberemos estar atentos.
Belleza: Alta.
Tiempo y distancia: 7 horas (25 kilómetros)
 





 


Puntos de interés


Vistas hacia el pico Humión. San Martín de Don. Paisajes de la Sierra. Vistas a las Hoces de Sobrón. Sendero de abajada a Sobrón. Embalse de Sobrón.


Descripción
Comezamos esta etapa desde el área de descanso del albergue de Quintana Martín Galíndez, en donde encontramos un cartel explicativo. Inmediatamente encontramos a mano derecha (mirando en dirección a la carretera principal del valle) una vereda que parece de reciente creación. Tomamos la misma, con suela de grava, acercándonos de nuevo al río.

Tras una pequeña rampa alcanzamos un nuevo área de descanso con excelentes vistas sobre el valle de Tobalina en general y sobre la ciudad de Frías en particular. A partir de aquí caminaremos por entornos más abiertos en donde predominarán los campos de cultivo. En todo caso de momento seguimos el sendero, que desemboca en la ampliación del polígono industrial del valle de Tobalina.

Nos acercamos al final del mismo, pasando junto a una gran nave de color claro. Justo cuando termina la infraestructura localizamos un camino que nace en el lado derecho. Superamos una bifurcación en la que seguimos de frente. Caminamos así durante un buen rato en dirección sureste por un camino de concentración junto a campos de cultivo salpicados aquí y allá de bonitos bosquetes. La única incidencia la encontramos en una bifurcación en la que hemos de seguir hacia la izquierda. También pasamos junto al Ebro, que empieza a ganar anchura (lo que es indicio de la proximidad del embalse de Sobrón).

Sin mayores novedades alcanzamos el pueblo con el curioso nombre de Pangusión. Llegados a su calle principal giramos hacia la izquierda hacia la zona de la iglesia. La dejamos a un lado saliendo del pueblo por su parte más oriental. A la altura de las últimas casas nace un camino no tan ancho como los anteriores.

Andamos por el mismo hasta alcanzar un edificio en ruinas, probablemente un molino (enfrente se encuentra una bonita fuente medio escondida) junto al molino nace una senda un tanto difusa que nos lleva de nuevo a las cercanías del Ebro. Tras ignorar una opción que nos alejaría del río llegamos a una bifurcación en la que se nos aconseja evitar el sendero bajo, por su proximidad al agua (en periodo estival podemos seguir cualquiera de las opciones).

Tras la confluencia de ambas opciones se supera un puentecito e instantes después se alcanza una casa aislada y una pista que da servicio a la misma. Seguimos la pista buscando el ya cercano pueblo de Barcina del Barco, no sin antes pasar junto a otra tradicional fuente con lavadero.

De frente intuimos ya la chimenea y el edificio del reactor de la central nuclear de Santa María de Garoña. También son signos de su proximidad la abundancia de cableado de alta tensión. Tras entrar en el pueblo buscamos más bien las calles del lado derecho hasta alcanzar la pista que conduce hacia la carretera principal del valle. No obstante no tomamos la misma, sino un camino que nace hacia el este unos cien metros antes de alcanzar el asfalto y marcha paralelo al mismo. Al cabo de unos centenares de metros acabamos en la raqueta que da acceso a la central nuclear de Santa María de Garoña. Justo enfrente nace un camino un tanto difuso que continúa en dirección noroeste.

En unos instantes llegamos a una nave agrícola (en este tramo continúan dominando las tierras de labor). La bordeamos por su izquierda incorporándonos a un camino y girando de nuevo hacia la derecha. Instantes después ignoramos una desviación a la izquierda y pronto llegamos a Mijaraluenga. Buscamos la iglesia de este pueblo (cuyas casas conservan el sabor popular) dejándola a nuestra izquierda. Así salimos de la aldea por una pista asfaltada. A la altura de los contenedores tomamos la carretera que gira a la izquierda, pero unas decenas de metros después la dejamos por su lado derecho.

La serie de cruces continúa en una cercana bifurcación, en la que nos decidimos por el lado derecho. Ya a la vista de San Martín de Don, en los siguientes cruces seguimos hacia la izquierda hasta las proximidades del pueblo. En el mismo nos orientamos hacia el camino que se acerca a la iglesia y el monasterio, que ya fueron descritos en este blog. En todo caso debemos buscar el extremo oriental del pueblo, una plazoletilla en donde se cruza el arroyo de la Tabanera en las cercanías de un lavadero.

Desde la plazoletilla indicada nacen dos caminos. Seguimos el principal, que se encuentra más a la derecha, y empezamos a ascender suavemente dejando atrás la localidad. Caminamos entre tierras de labor flanqueadas de almendros, acacias y serbales. A nuestra derecha tenemos la parte más oriental del valle de Tobalina, bajo la oscura sombra del pico Humión. Pronto aparecen los primeros pinos, acompañados esta vez de quejigos. Descendemos un poco mientras se nos une una variante del GR-99. Volvemos a ascender pasando por un primer vallejo en donde se empiezan a observar encinas, madroños e incluso un sorprendente castaño. La pendiente se endurece visiblemente permitiéndonos ganar en perspectiva.

Hemos empezado un largo ascenso de unos siete kilómetros. Junto a una marcada curva dejamos al lado una garganta con abundante vegetación. Seguimos ganando altitud hasta pasar
una portilla delimitadora del monte. No mucho después dejamos a un lado un área recreativa a partir de la cual la amplia pista traza varias curvas cerradas tras las cuales se orienta hacia el sureste. El paisaje va siendo cada vez más quebrado, con numerosos sinclinales colgados y cubierto de arbolado: pinos fundamentalmente. Bajo nosotros vamos dejando cada vez más atrás el valle de Tobalina.

Disfrutando del paisaje y ganando altitud pasamos incluso una zona en la que encontramos algunas hayas. Al poco superamos una especie de collado tras el cual volvemos a ver enfrente los Montes Obarenes; ya estamos a la altura de las Hoces de Sobrón.

Tras un tramo recto de unos 500 metros llegamos a una marcada curva. En este punto se ha instalado un mirador con unas maravillosas vistas de las hoces y el embalse de Sobrón; que se sitúa más de 400 metros por debajo de nosotros. Tras disfrutar del descanso a que nos invita este lugar continuamos ascendiendo por una zona en la que arbolado es más ralo y disperso. Afortunadamente la pendiente se ha suavizado claramente. En un cruce cercano giramos hacia la derecha y minutos después notamos como estamos llegando poco a poco a la parte más alta del recorrido.

Finalmente alcanzamos unas pequeñas antenas de comunicación a casi 1100 metros de altitud. Estamos en la segunda cota más alta de todo el GR99, tras el Mirador del Cotío en Cantabria. En este punto, que coincide con nuestra entrada en la provincia de Álava, abandonamos la pista para buscar una bonita senda que nace en el lado derecho. La vereda busca un hueco entre las rocas de la parte alta, acompañadas de retorcidos ejemplares de haya. A partir de aquí el sendero se va adaptando a la ladera que forma el barranco de La Torca, sucediéndose tramos más llanos con otros más empinados, aunque siempre en claro descenso.

Siguiendo siempre las señales del sendero (en general no ofrece demasiadas dificultades de orientación) descendemos un buen rato hasta alcanzar un camino carretero que tomamos hacia la izquierda. La pendiente se suaviza visiblemente mientras llegamos a un nuevo cruce en donde volvemos a tomar la opción izquierda. Desde aquí ya se ve el pequeño pero bien conservado caserío del barrio alto de Sobrón.

Llegados a las primeras casas del mismo buscamos hacia nuestra derecha un nuevo camino poco definido (parece ser el camino antiguo que daba servicio a la aldea) que abandona rápidamente el lugar mediante un brusco descenso. Pronto observamos bajo nosotros la lámina de agua del embalse. Tras girar hacia la izquierda en la única bifurcación un tanto confusa acabamos llegando a la carretera, muy cerca de la presa del embalse.

Tras contemplar esta infraestructura avanzamos con precaución por la carretera. Unas decenas de metros después podemos acercarnos a una ermita románica con buenas vistas sobre el entorno. Pasada la misma debemos prestar atención para localizar unas escaleras que descienden por el lado derecho. Ya estamos a la altura del barrio bajo de Sobrón (baños de Sobrón), con una serie de infraestructuras turísticas un tanto venidas a menos, fruto de la actividad de un antiguo balneario. 

Comentarios
La primera parte del recorrido, hasta San Martín de Don, es muy sencilla aunque con la complicación de localizar la opción correcta en todos los cruces. A partir de entonces la etapa se vuelve más dura, casi montañera, con un fuerte desnivel acumulado que en general es llevadero. El descenso se hace por tierras alavesas, durante unos cinco kilómetros. En Baños de Sobrón existe un museo del agua que ofrece visitas escolares y concertadas.

Gracias al desarrollo de la red de Senderos del Parque Natural de San Zadornil tenemos la posibilidad de recortar la longitud del ascenso tomando el sendero de pequeño recorrido (pintura blanca y amarilla) que sube por la garganta citada. Este sendero también nos permite explorar la zona más alta de la sierra de Arcena (que supera en algunos puntos los 1300 metros). Más información aquí.

Esta etapa también dispone de una variante, 10.1., que desde Barcina del Barco recorre la zona sur del valle y vuelve a enlazar pasado San Martín de Don. 
 
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Vídeo con imágenes del recorrido
 

Sendero GR99 por Burgos (Etapa 11): Baños de Sobrón –Miranda de Ebro

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En el comienzo de esta etapa el Ebro abandona las hoces de Sobrón para entrar en el área más reposado de su discurrir por Burgos: la llanada de Miranda de Ebro.
 
Dificultad: Baja
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Media. Hay bastantes cruces en los que resulta poco evidente la dirección a tomar.
Belleza: normal.
Tiempo y distancia: 5 horas (20 kilómetros)
 

 


Puntos de interés
 
Tramo final del desfiladero de Sobrón. Iglesia de Montañana. Vistas hacia la sierra de Cantabria.
 
Descripción
 
Desde el aparcamiento de dos plantas en donde acabó la anterior etapa descendemos hasta llegar llegamos al puente decimonónico que es el principal rastro de la actividad del antiguo balneario. Pasado el mismo entramos de nuevo en el lado burgalés del Ebro, que a partir de aquí sirve de límite provincial con Álava.
 
Inmediatamente encontramos una fuente-manantial defendida por una reja modernista; ambos con evocaciones románticas y decadentes. Esta fuente, la fuente de la Salud, tiene aguas bicarbonatadas sódicas. En el pasado formaba parte de las instalaciones del antiguo balneario de Sobrón, ubicado en la parte alavesa del río.
 
Minutos después seguimos un gran meandro y llegamos junto a una dorsal rocosa que se interna hacia el río. Continuamos bajo la misma y llegamos junto a los edificios de un antiguo molino, el punto en donde acaba el desfiladero. Giramos hacia la izquierda buscando este edificio, junto al que se encuentran un par de mesas adecuadas para el descanso. Comienza aquí un camino más ancho pero maltratado que asciende un poco y termina desembocando en una pista asfaltada que seguimos.
 
Estamos entrando en la llanada de Miranda de Ebro, dejando atrás los relieves de la Sierra de Árcena. No obstante en esta primera zona aún encontramos bastantes bosquetes, especialmente de robles, que alternan con los campos de cultivo, muchas veces de regadío.
 
La pista afronta un ascenso largo pero llevadero alejándose del río y sin mayores novedades alcanza el pueblo de Villanueva Soportilla. Éste y los siguientes pueblos que nos quedan antes de llegar a Miranda no tienen grandes elementos patrimoniales, aunque sí conservan interesantes entramados de calles bastante bien cuidadas y con algunas casas solariegas.
 
Seguimos la calle que continúa desde la pista asfaltada durante unos metros hasta que de manera natural desembocamos en una calle perpendicular que nos saca del pueblo, dejando a un lado una moderna bolera y un lavadero. Al poco de salir del pueblo llegamos a un cruce en el que seguimos recto.
 
Entramos así en un camino ancho y relativamente cómodo, aunque con algo de piedra suelta. Con cierta tendencia descendente vamos dejando atrás campos de cultivo salpicados aquí y allá de rodales boscosos. Ignoramos varias derivaciones hacia la izquierda (la segunda de ellas conduce, en kilómetro y medio, a la interesantísima necrópolis altomedieval de Santa María de Tejuela).
 
Desembocamos así en la carretera Ameyugo-Orduña, que tomamos hacia la derecha (si la tomáramos hacia la izquierda entraríamos en la variante 11.1 de este tramo). La seguimos unos cientos de metros. Nada más dejar atrás la carretera que conduce a Villanueva Soportilla encontramos en el lado izquierdo un camino no demasiado definido que tomamos.
 
El camino nos acerca rápidamente a la vera del río y empieza a transitar paralelo al mismo. Pronto se transforma en una bonita y sombreada senda de unos centenares de metros de longitud. Finalmente una tierra de labor se sitúa entre el Ebro y la senda, al tiempo que esta última gana algo de altura y desemboca en un camino.
 
Tras superar una corta rampa el camino pasa a llanear mientras observamos muy cerca el pueblo de Guinicio. Mientras, al otro lado del río detectamos las características torres del pueblo alavés de Fontecha. Entramos en Guinicio junto a su iglesia, la cual bordeamos para bajar por su calle principal y torcer de manera natural hacia la izquierda saliendo del pueblo.
 
Hemos entrado en un camino de concentración. Tras una corta bajada llegamos a un cruce en el que giramos hacia la derecha, ascendemos y desembocamos en el pueblo de Montañana, a la vez que la carretera que cruza la localidad. En el lugar lo más destacado es su iglesia románica. Seguimos la carretera pero en una zona de ascenso y a la altura de la última casa del pueblo tomamos un camino que nace hacia la izquierda.
 
Tras llanear un poco tendemos a descender. Desde este punto tenemos una vista más abierta del Ebro, gracia a la cual observamos como su cauce es cada vez más ancho. Girando hacia la derecha pasamos una zona de antiguas canteras en donde ahora se desarrollan unas lagunas artificiales y volvemos a la carretera a la altura de una empresa dedicada a dicha actividad. Nada más pasar la instalación escogemos un camino que nace en el lado derecho.
 
Tras ascender un poco entramos en una zona muy despejada. Ello nos permite tener una amplia panorámica de la sierra de Cantabria. En suave descenso y tras ignorar un primer cruce llegamos a un punto de obligado giro. Lo hacemos hacia la izquierda. Ascendemos un poco para descender a continuación, maniobra que nos conduce al pueblo de Suzana.
 
A la altura de las primeras casas giramos hacia la derecha de modo que nos situamos paralelos a la carretera. Pasamos junto a la iglesia y otras bonitas edificaciones y de manera natural salimos del pueblo por otro camino similar a los anteriores. Desde aquí el paisaje sigue bastante despoblado de arbolado. Ignoramos las desviaciones y llegamos a una nueva zona de antigua extracción de arena concluyendo el camino en una carretera en el punto en el que la misma supera la autopista AP-1.
 
Desde este punto seguimos la carretera hasta Miranda. Para ello nos incorporaremos antes a la carretera que viene de Suzana y Montañana. A partir de entonces seguimos recto hasta la entrada en la ciudad. Tras dejar a un lado unas instalaciones deportivas llegamos al paso inferior bajo la N-I. Antes de cruzar el mismo giramos hacia la izquierda (es dirección prohibida para los vehículos) y atravesamos otro paso inferior junto al río.
 
Acabamos de entrar en tramo urbano del Ebro a su paso por Miranda, caracterizado por la existencia de varios robustos puentes. Tenemos la posibilidad de seguir los paseos más cercanos al río o mantenernos en la parte más alta siguiendo las calles paralelas al río. Miranda tiene varios puntos de interés que nos son objeto de esta crónica.
 
Comentarios
 
Etapa sencilla y un tanto monótona (sin duda la menos interesantes de todo el GR99 burgalés). Se recomienda hacerla con bici (que es lo que hice yo) al menos a partir del molino arruinado de Villanueva-Soportilla. En este caso quizás lo mejor es seguir la carretera desde Guinicio hasta Miranda. En cualquier caso habrá que tener precaución por el tránsito de camiones que entran y salen de la cantera.
 
Aunque la orientación es relativamente sencilla, como es habitual en las zonas más abiertas la señalización tiende a desaparecer. Como se ha apuntado, esta tiene la alternativa de la variante 11.1, que transita por la orilla alavesa del río.
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Sendero GR99 por Burgos (etapa 12): Miranda de Ebro - Límite con La Rioja

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Cuando parece que ya hemos entrado en la monotonía del llano, el GR99 nos ofrece un último regalo en sus últimos kilómetros a su paso por nuestra provincia, al atravesar una fracción de la parte burgalesa de la sierra de Toloño.

Dificultad: Baja
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Fácil
Belleza: Normal
Tiempo y distancia: 2 horas y media (13 kilómetros)

 

 


Puntos de interés

Vistas desde Ircio. Vistas de la sierra de Toloño. Monasterio de Herrera (opcional)

Descripción
 
Habíamos dejado la anterior etapa en el tramo urbano del Ebro a su paso por Miranda, en la margen derecha. Abandonada la zona de construcciones llegamos a una gran presa, obra relacionada con una antigua central hidroeléctrica. Desde aquí seguimos un carreteril asfaltado que atraviesa una pequeña chopera y desemboca en una zona de casitas bajas. Buscando las opciones que no se alejen del rio terminan las casas y entramos en un camino un tanto maltratado, que discurre cercano al río y entre tierras de labor.
 
Pasados unos dos kilómetros pasamos bajo un gran puente y continuamos sin cambiar de dirección. A lo lejos ya se distingue en una zona elevada el pueblo de Ircio, y detrás la boscosa sierra. Como un kilómetro después del puente tomamos un desvío hacia la derecha. En las proximidades de una instalación que parece ser un control de la instalación de gas giramos a la izquierda, dejando al otro lado una pequeña ermita. De frente tenemos la loma sobre la que se levanta Ircio, en cuyo perfil destaca la torre de su iglesia. Detrás el quebrado perfil de los Obarenes orientales, cubierto de un espeso manto de encinar.
 
Pronto llegamos a un puente asfaltado que sirve para salvar el trazado del ferrocarril y a su vez acercarnos al pueblo. Con un poco de esfuerzo alcanzamos el casco urbano, encontrándonos primeramente con un bonito mirador con el pomposo nombre de “Balcón de Castilla”. Desde aquí tenemos unas buenas vistas de la llanura de Miranda y el valle del Ebro. Este será el último contacto con el río en todo el tramo burgalés.
 
Siguiendo la primera calle pasamos junto a una plaza y enseguida llegamos a la carretera que da servicio al pueblo. La cruzamos y pronto dejamos atrás las casas de Ircio. Unas decenas de metros después llegamos a un chalé que bordeamos por su derecha. Instantes después hemos de prestar atención al nacimiento de un sendero a la izquierda de la pista. Este sendero se acerca al límite entre dos tierras de labor y continúa por el mismo, en línea recta hacia el monte.
 
Muy pronto llegamos al límite del bosque, compuesto fundamentalmente de encina carrasca, salpimentada con enebros, boj, madroños… que será el paisaje que nos acompañe hasta el final de la etapa. Muy pronto entramos en un duro pero bello sendero que se interna entre el arbolado. Tras unos cuantos minutos de ascenso la pendiente se modera y el bosque se abre, mientras el sendero gira un poco hacia la izquierda y se incorpora a otro algo más ancho.
 
En suave ascenso pronto llegamos a una encrucijada en la intersección con otro camino más ancho. Hacia la izquierda se vislumbra el descenso hacia Ircio. Nosotros andamos unos pasos hacia la derecha pero pronto hemos de salir del camino por su izquierda, de modo que mantenemos el sentido original.
 
Seguimos ascendiendo un poco más hasta el punto en el que nace el valle de Herrera. A nuestra derecha el pico Gobera lo separa del Ebro. De hecho en este punto nace un sendero que nos permite ascender hasta el mismo en unos 500 metros, aunque desistimos al encontrarse un tanto cerrado por el monte bajo. Por su parte el GR-99 desciende de forma clara. Pronto se observa que un sendero continúa por la izquierda del camino, aunque ambos confluyen algo más abajo.
 
Poco más adelante encontramos la primera tierra de labor a nuestra derecha. Hemos de estar atentos pues poco después el sendero abandona el camino para atravesar dicha tierra. Subimos un poquito y entramos en otro valle en el que ya vislumbramos las instalaciones del monasterio de Herrera, al que pronto dedicaremos un artículo (desde luego pocos lugares más adecuados para aquel que busca el aislamiento).
 
El sendero enlaza en un camino que a su vez desemboca en la pista que comunica con el Monasterio. Tenemos la posibilidad de llegar hasta el mismo girando hacia la derecha (son unos 500 metros de longitud y unos 70 de desnivel). En todo caso el sendero gira hacia la izquierda pasando junto a una serie de edificios arruinados y una zona pantanosa. Son los restos de las antiguas instalaciones de las salinas de Herrera.
 
Continuamos descendiendo por la pista siguiendo el vallejo del arroyo de Herrera. Pasado kilómetro y medio alcanzamos un cruce junto a un estrechamiento del valle. El sendero asciende por el camino de la derecha, pero no lo tomamos pues acabamos de llegar al límite con la Comunidad Autónoma de La Rioja y al final de nuestro periplo.
 
Comentarios
 
Haro se encuentra a unos 7 kilómetros del punto en donde hemos terminado el recorrido, con lo que podemos escogerlo como final de la Etapa. También podemos terminar en el punto en el que esta pista comunica con la carretera C-122(que viene de Ircio), unos 600 metros más adelante del cruce final, escogiendo el camino frontal.
 
A modo de curiosidad, el punto final se encuentra a menos de un kilómetro del trifinium entre Burgos, La Rioja y Álava, encrucijada que a su vez es el punto más oriental del Burgos “continental” (exceptuando Treviño).
 
Los montes que hemos contemplado en la parte final del recorrido ofrecen la posibilidad de varias excursiones montañeras, con más complicaciones e interés de las que pudiera parecer en un principio.
 
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Vídeo con imágenes del recorrido
 

Monasterio burgaleses: El Monasterio de Santa María de Herrera y sus salinas

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En el centro de un aislado anfiteatro rocoso cubierto por una espesa masa vegetal, en las postrimerías orientales de los Montes Obarenes, se halla emplazado el monasterio de Herrera. De hecho, el nombre de Herrera tal vez se deba a la similitud con la forma de una herradura de la planta del valle.  Hoy el ya de por sí apartado lugar se encuentra aislado del mundo exterior por un alto muro y por la rigurosa clausura de sus actuales habitantes, un pequeño grupo de monjes camaldulenses.
 

Los orígenes de la vida religiosa del lugar podrían relacionarse con la probable existencia en la zona de un conjunto eremítico. De lo que sí que se tienen datos es que el este convento es heredero del perdido monasterio de Valdefuentes, cercano a Villafranca Montes de Oca (la ermita homónima aún puede verse a la vera de la N-120), que luego pasó a Sajazarra, en La Rioja, y luego a Herrera; en forma del priorato benedectino de San Juan de Ferrera.

 
En esta zona poseían los reyes de Castilla unos amplios terrenos montuosos que utilizaban como cotos de caza, y probablemente un pequeño palacio, el cual habría sentado las bases del monasterio actual.
 

 
Fue el rey Alfonso VIII el que a finales del siglo XII apoyaría la instalación de los monjes cistercienses, dotándoles de las propiedades regias en el lugar, incluyendo el cercano castillo de Bilibio y unas salinas próximas al monasterio. En todo caso las heredades más productivas se encontraban en las fértiles vegas riojanas, destacando 11 granjas cerradas, entre ellas el todavía enclave burgalés de Ternero.
 
Ya desde la Edad Media, el Monasterio se vio obligado a competir con los cercanos centros pujantes de Miranda de Ebro y Haro, que aprovechaban los periodos de desprotección real para ir haciéndose con los derechos del convento. De hecho la ermita de San Juan del Monte perteneció a Herrera hasta mediados del siglo XVI, cuando acabaría siendo intercambiada con la ciudad de Miranda de Ebro por otras propiedades.
 
 
Las modestas salinas cercanas fueron del monasterio desde la fundación, en 1176, hasta que la corona se las reservó para sí en 1338, junto con las demás salinas del reino. Con posterioridad el monasterio conservó ciertos derechos de acceso preferencial a algunas de las eras o a su producción, aunque de forma limitada en principio a las necesidades del propio monasterio.

 
Según datos del Diccionario de Madoz, mediado el siglo XIX en el lugar se producían entre siete y ocho mil fanegas anuales, surtiendo a las provincias de Logroño y parte de las de Burgos y Soria. Abandonadas en los años 60 del pasado siglo, aún quedan restos de los pozos de extracción, de las balsas de almacenaje y de las eras de secado.
 
 
En todo caso, los datos nos proporcionan un dominio monasterial de unas 4000 fanegas de sembradura a mediados del siglo XVI, sin contar las del entorno del monasterio, más unos 1300 trabajadores de viñedo. Los beneficios cayeron en picado a partir del siglo XVII, cuando a la decadencia política se fue sumando la mala gestión y dejadez. Jovellanos visitó el monasterio en el siglo XVIII y no sacó buena impresión, describía entre otras cosas una bella huerta pero abandonada y mal cuidada.
 
Según parece la iglesia de los primeros siglos consistía en un templo gótico de gran belleza, que destacaba sobre todo por su cimborrio. Este templo se vino abajo con ocasión de una reforma en 1680. De este edificio se conservan algunos muros, parte de una crujía del claustro y el antiguo refectorio. En el monasterio se conservaron durante un tiempo unas supuestas reliquias del “lignum crucis” y una venerada imagen románica de la virgen.
 
 
El periplo del secular monasterio acabó, como el de tantos otros, en 1836, con ocasión de las desamortizaciones. Aunque durante sucesivos periodos fue ocupado el lugar por carmelitas descalzos y por unas monjas francesas capuchinas, desde 1923 habitan el lugar los camaldulenses. Los miembros de esta rigorista orden fundada en el siglo XI por San Romualdo en Camaldoli (Italia)– su convento burgalés es el único abierto en España – se rigen por estrictas reglas, mezcla de vida eremítica y en comunidad, y están protegidos por una infranqueable clausura.


Santuario de San Formerio

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Hasta que las autoridades (competentes o incompetentes) decidan lo contrario, el Condado de Treviño sigue perteneciendo a Burgos. Así que no vamos a obviarlo en este blog. Y creemos que una buena manera de empezar una pequeña serie de artículos dedicados al enclave, es hablar del Santuario de San Formerio, excelente atalaya de los lugares circundantes.
 

Al santuario de San Formerio se accede gracias a una pista en buen estado que nace desde el pueblo de Pangua, y salvando unos 250 metros de desnivel. Desde aquí se tienen muy buenas vistas del entorno de la A-1; no tanto del propio condado, que queda hacia el este.


 
El santuario dedicado al patrón de Treviño fue levantado entre los siglos XV y XVII, integrando los estilos gótico, renacentista y barroco. Lo más valioso es el sepulcro dedicado al titular, gótico de principios del XVI. A unos pasos del edificio se encuentran algunas tumbas altomedievales, de los siglos IX o X. El lugar fue utilizado por los franceses como baluarte durante la guerra de la independencia.
 

 

La tradicional romería de los pueblos de condado a San Formerio tiene lugar el sábado anterior al 25 de septiembre. Según la leyenda el cuerpo del Santo llegó a lomos de una yegua desde las lejanas tierras de Capadocia, donde habría sido martirizado en el año 362 (otras versiones apuntan hacia un martirio en Cerezo de Río Tirón). Quiere la tradición que San Formerio sea intercesor ante los dolores de cabeza y los rigores del clima.

Retocando entradas: julio de 2010

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El artículo “Vacaciones” ha sido eliminado.

El artículo “Quintanilla Valdebodres” no cambia

 
El artículo “Historias de Ojo Guareña (y II)” ha sido retocado ligeramente.
 
El artículo “Historias de Ojo Guareña (I)” ha cambiado ligeramente.

El artículo “El Penal de Valdenoceda” no cambia.

El artículo “Abrimos en Verano 2010” ha sido eliminado

El artículo “Ruta de senderismo: Las fuentes del Nela” no cambia. A lo largo de este año espero publicar una variante actualizada de esta ruta.

El artículo “La cueva de los alcaldes” cambia ligeramente.

El artículo “Pesquera de Ebro, el pueblo de los escudos” no cambia.

El artículo “Recuperando tradiciones ganaderas” ha sido eliminado.

El artículo “Leyendas del Monte Hijedo” no cambia.

El artículo “Cursos de Verano de la Universidad de Burgos” ha sido eliminado

En el artículo “Regreso a los pueblos del Silencio: Mundóval y Remolino” se han puesto las fotos a mayor tamaño.


En el artículo “Escalada (y II)” se han puesto las fotos a mayor tamaño.

 

La Puebla de Arganzón

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La Puebla de Arganzón es, junto a Treviño, uno de los dos municipios del Condado de Treviño, estando la mayoría de las pedanías y pueblos integrados en el segundo de ellos. Por lo que hace referencia a La Puebla, se trata de una localidad de mediano tamaño, fruto de su estratégica ubicación a la vera de la carretera Madrid- Irún y justo a la salida del desfiladero de Las Conchas de Arganzón.
 
 
Precisamente en este desfiladero, aún en terreno de burgalés, se localizan los restos de un castillo altomedieval que ha sido objeto de un interesante proyecto de investigación. De hecho, las conchas de Arganzón es uno de los pocos lugares en los que se puede ubicar con precisión una de las batallas de inicio de la reconquista, nada menos que en el año 801, evento en el que se consiguió rechazar una aceifa.
 

Debido a la apretada agenda que me había planteado en esta visita al Condado decidí dejar para mejor excursión la caminata de ascenso al emplazamiento, limitando la visita al casco urbano. El apretado centro de la localidad (fruto de la existencia de una antigua muralla) viene caracterizado por estrechas y bien definidas calles, destacando una vía principal que da al pueblo la típica configuración de pueblo-camino.
 

No en vano, por la puebla de Arganzón ha pasado desde siempre una de las principales vías de comunicación peninsulares, la cual ha servido también para el paso de peregrinos que seguían (y aún siguen hoy en día) la llamada vía de Bayona.
 

Presidiendo y bien conservado caserío de origen medieval de La Puebla de Arganzón se alza la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. El templo es tardogótico, de principios del siglo XVI, y luce en su interior un muy interesante retablo renacentista que puede considerarse como una de las joyas del arte burgalés. No se dio la circunstancia de poder visitar el interior, así que nos limitamos a admirar la torre medieval con linterna barroca; combinación muy habitual en este confín donde se unen La Rioja, Burgos y Álava.

Por uno de los laterales del centro urbano transita el río Zadorra, desde cuya vega tenemos una bonita estampa del pueblo, el puente medieval de origen romano, los restos de sus murallas y una presa que alimentó a una pequeña central hidroeléctrica y que ahora se utiliza como sala de exposiciones.

 
 

 

Cucho y su antiguo balneario

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Desde La Puebla de Arganzón una carretera regional nos conduce a la parte principal del territorio del Condado de Treviño. En unos kilómetros localizamos, a la altura de una glorieta, un remozado edificio aislado a la vera del río Ayuda. Se trata de una residencia de ancianos que en el pasado funcionó como afamado balneario.
El balneario de Cucho funcionó entre los años 1868 y 1955, aunque de las propiedades de sus manantiales ya hablaba el diccionario Madoz unas décadas antes. Acudían al mismo familias pudientes del País Vasco, Burgos o Valladolid buscando cura para sus dolencias digestivas, respiratorias, urinarias, nerviosas y cutáneas.
 
Foto de principios del siglo XX. Vemos como el edificio conserva en lo esencial su estructura

En el amplio establecimiento se ofrecían, además de aguas y baños, tratamientos de lodo. Las aguas del balneario de Cucho se embotellaron y vendieron hasta mediados del pasado siglo. Según parece, una de las frecuentes riadas fue uno de los factores que causaron el fin de la actividad.
 
Tras el cierre del establecimiento, los edificios fueron adquiridos por la orden franciscana para la formación de novicias; siendo esta comunidad quien regenta la actual residencia. En los jardines exteriores aún existe una pequeña bomba manual de la que aún extraen los ancianos agua con el característico olor de componente sulfhídrico.
 
El pueblo en cuyo terreno se encuentra el balneario, Cucho, es un reducido lugar con una interesante arquitectura urbana. Una pequeña muestra la tenéis en las siguientes imágenes.
 

 

Treviño

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La siguiente escala se efectúa en el pueblo principal del condado, Treviño. La localidad, de mediado tamaño, se asienta en la ladera sur de un cerro, en cuya cima se alzaba el castillo desde el que, en el pasado, se regían los designios de la comarca.
 
 
En el siglo XII el lugar fue objeto de disputa entre los reinos de Navarra y de Castilla. Fue el rey de Navarra Alfonso VI el Sabio el que fundó la villa de Treviño, aunque con seguridad la localidad existía con anterioridad. Décadas más tarde es un rey de Castilla, Alfonso VIII, en que otorga a Treviño un importante fuero. Este hecho, junto con la ubicación del núcleo en un cruce de caminos, desarrolló la localidad como nodo comercial.




La villa de Treviño permaneció bajo la corona hasta su donación en 1366 al Adelantado Mayor de Castilla, don Pedro Ruiz de Manrique, como premio a la colaboración con el rey Enrique II en la victoria sobre su hermano Pedro I. Desde esa fecha Treviño y todas sus aldeas pertenecieron al mayorazgo de los Manrique. Esta noble familia, en concreto don Diego Gómez Manrique, recibiría, en el año 1454 y de manos de Juan II, el título de conde de Treviño.


El pasado de Treviño se refleja en la actualidad en un apretado caserío que deja espacio para unas estrechas calles ocupadas por añejos edificios. Entre los mismos destaca la que en su día fue el palacio de los Manrique de Lara, edificio del siglo XVI que actualmente es la sede del Ayuntamiento.

 


Sobre los tejados de Treviño se levanta la esbelta torre de estilo barroco riojano de la iglesia de San Pedro. El templo es gótico del siglo XIII y En una esquina del exterior de la iglesia se localiza una bella talla de piedra de la Virgen Blanca.
 
 

 
 
 

Escultura del agua: cascada Salceda

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Si alguien sigue puntualmente los artículos de mi blog, tal vez recuerde que hace unas semanas dejaba pendiente una última publicación de la temporada “escultura del agua”.


Hoy voy a escribiros acerca de una preciosa cascada sobre la que no había sabido hasta hace relativamente poco, y que curiosamente en los últimos tiempos empieza a aparecer con cierta frecuencia en distintos medios. De hecho, creí reconocerla en los paneles del stand de Burgos en la última edición de FITUR.


 
Esta cascada la forma el Arroyo de San Miguel, uno de los numerosos torrentes que descienden desde los montes de Somo hacia el valle de la Merindad de Sotoscueva. Se encuentra a unos cuatro kilómetros al norte de pueblo de Quisicedo.
 
 
Si el llegar a cascada Salceda implica cierto esfuerzo y tiempo, al menos la localización y el sendero de acceso no presentan complicaciones. Hay que buscar una pista que nace justo antes del pueblo viniendo desde Espinosa de los Monteros.
 
Durante el trayecto de ascenso observaremos como la parte de las laderas están ocupadas por arbustos espinosos; fruto del proceso de degradación del suelo adonde conducen las sucesivas talas e incendios. Afortunadamente en algunas zonas, especialmente en el entorno de los torrentes, el bosque autóctono consigue resistir.
 
Avanzaremos tomando como referencia el valle del arroyo de San Miguel, que queda a nuestra derecha, aunque bastante alejados del cauce en sí. Pasado un tiempo la pista en mejor estado gira claramente hacia la izquierda pero nosotros seguimos prácticamente en la misma dirección por un camino de cabras en bastante mal estado.
 
 
 

Por encima de los 1000 metros las laderas del valle se hacen más acentuadas y la pendiente desaparece. Desde lo alto de la vertiente opuesta vemos un bonito torrente que desciende hacia el arroyo principal. A partir de aquí descendemos un poco y el sendero se hace algo confuso. Buscamos las opciones que se acercan más hacia el cauce, superamos un vallado y entramos en una zona boscosa.


El sendero toma una revuelta en claro descenso y, ya muy cerca del arroyo, identificamos cascada Salceda por la vista y el oído. Se trata de una estética caída de agua de unos 20 o 30 metros combinados. El agua, más que caer se desliza por la roca que tiene una forma como de cuenco, efecto que se aprecia mejor cuando no lleva demasiado agua.
 
 
Las fotos que acompañan al artículo están hechas en dos periodos, a finales de invierno y a finales de primavera. Aguas arriba de la cascada se intuyen más saltos interesantes, aunque tanto el acceso como la posibilidad de hacer fotos se complican considerablemente.
 

 
El acceso de cascada Salceda se puede integrar en una interesante ruta senderista que os describiré en mi próximo artículo. De momento me despido con un pequeño vídeo tomado en los periodos comentados (el de invierno está con sonido de fondo).
 

Ruta de senderismo: Montes de Somo

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Los montes de Somo son una serie de elevaciones montañosas que en algunos puntos superan los 1500 metros de altitud y que cierran la Merindad de Sotoscueva por el norte. En el trayecto de hoy alcanzaremos la parte principal de su cordal disfrutando de las excelente vistas que nos ofrecen desde su parte alta y con el regalo adicional de las preciosa y escondida cascada Salceda.
 
Dificultad: Media-Alta, por el desnivel y la distancia.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): En general muy fácil con día despejado, salvo en el entorno de la Cascada Salceda.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 6 horas (21 kilómetros)
 

 
Situación
El punto de partida de esta ruta es Quisicedo, cabeza del municipio de la Merindad de Sotoscueva. Para llegar a este lugar desde Burgos tal vez la mejor combinación sea tomar la C-629 hasta pasado Villarcayo. Allí tomamos la carretera que remonta el río Trema por Butrera y Cornejo (BU-562) hasta Quintanilla del Rebollar. En este punto giramos a la izquierda por la C-6218 hasta llegar a Quisicedo. Aparcamos el coche en la plaza que se abre entre la iglesia y su torre medieval.
 
Puntos de interés
Pueblo de Quisicedo. Vistas hacia diversas zonas: Sotoscueva, Valdeporres, Canales de Dulla, La Engaña, Rio Trueba, Castro Valnera y cumbre cercanas, Valle de Rioseco… Cascada Salceda.
 
Descripción de la ruta
En Quisicedo encontramos, además de la rebajada torre medieval de los Velasco, algunos otros elementos constructivos de interés basados en la arquitectura popular de la zona y en edificios de sabor indiano. También son llamativas sus fuentes, como aquella que nos encontramos en la misma plaza (haremos bien en aprovisionarnos de agua si el día es caluroso, como es nuestro caso).
 
Empezamos a andar por una calle señalizada para un sendero de pequeño recorrido, en dirección al monte y junto a un pequeño bar. Seguimos durante unos minutos esta calle ignorando las diversas desviaciones y admirando los elementos edificados que acabamos de indicar.
 
Pronto salimos del pueblo mientras el camino gira hacia la izquierda. Junto a un vetusto y maltratado castaño encontramos un cruce. La señalización continúa por el lado izquierdo pero nosotros seguimos por la derecha, enfilando decididamente el ascenso por la ladera del monte.
 
Los primeros centenares de metros transcurren bajo la sombra de los robles. Disfrutamos de la misma pues no durará mucho. Ignorando en todo momento las derivaciones vamos ganando altura con rapidez saliendo poco a poco de la zona boscosa. Se hace con el dominio del paisaje ese sustrato arbustivo fundamentalmente espinoso (árgoma, brezo…) que resulta de la progresiva degradación del bosque y las praderas fruto de sucesivas talas y quemas.
 
Mientras añoramos el posible paisaje que pudo existir en estas amplias laderas admiramos el paisaje que va quedando bajo nosotros. Las formas de las conchas de Sotoscueva y la característica puerta de Dulla, así como otras elevaciones más lejanas de perfil más difuso.
 
Hacia la cota 1000 (empezamos a 740) pasamos junto a una aislada cabaña. Desde aquí el camino tiende algo más hacia el oeste, buscando la divisoria entre los valles de Sotoscueva y Valdeporres. Afrontando con paciencia las sucesivas rampas y con los tintes de color que nos ofrecen algunos grupos de ganado, vemos como poco a poco la pendiente se suaviza hasta desaparecer.
 
Hemos alcanzado la divisoria citada, a poco más de 1200 metros. Si siguiéramos de frente alcanzaríamos el curso del rio Engaña. Nosotros prestaremos atención al lado derecho, donde se identifican unas claras roderas que siguen la arista principal del monte buscando su cumbre.
 
Empezamos a ascender por las mismas con la debida paciencia, pues la pendiente por momentos es acusada. Los descansos nos permiten ver cómo, además de los paisajes descritos, a la izquierda aparece el bonito valle del rio Engaña, el cual ya fue fruto de una pasada excursión.
 
Hacia la cota 1300 llegamos a una especie de plataforma que nos permite un pequeño descanso, estamos al lado de la cima del Polluelo. Pronto aparece frente a nosotros la línea principal de cumbres, siendo la más cercana la del lado izquierdo, el Nevero del Polluelo.
 
Tras descender un poco hacia un collado por donde cruza una línea de alta tensión afrontamos la dura ascensión hacia la cumbre citada. Para ello buscamos los diversos senderos que ha trazado el ganado entre los arbustos. En todo caso a estas alturas estas plantas han reducido su altura hasta convertirse en una especie de alfombra que nos permite un avance relativamente fácil.
 
Alcanzamos por fin la plataforma que representa la cumbre. Encontramos un pequeño buzón montañero y nos acercamos hacia el extremo occidental. Desde aquí tenemos muy buenas vistas de la parte más alta del valle del río Engaña y su prolongación hasta el macizo de Castro Valnera. También se intuyen elevaciones más alejadas en la zona cántabra, aunque la bruma las difumina bastante.
 
Tras recuperar el aliento con el merecido descanso empezamos a avanzar por el cordal principal siguiendo las trochas del ganado; las cuales tienen cierta tendencia hacia el lado derecho, hacia Sotoscueva. Perdemos un poquito de altitud y ascendemos a otra plataforma. Aunque no encontramos señalización, según el GPS tiene algunos metros más que la anterior (1508 metros).
 
Bajamos ahora sí de forma más evidente mientras vemos como hacia la izquierda se observa ahora con mayor claridad el valle pasiego del rio Trueba y las elevaciones de Castro Valnera, Picón del Fraile, Cubada Grande o Peña Negra.
 
Avanzando con relativa rapidez observamos la última elevación de la jornada. el Pico La Churra, a 1492 metros. De nuevo se intensifica el esfuerzo para alcanzar este punto, marcado con vértice geodésico y buzón montañero. Tras echar un último vistazo a nuestra espalda, vemos como de frente el cordal pierde altitud y se divide en dos; el de la izquierda ocupado por un parque eólico.
 
Bajamos siguiendo como siempre las trochas ganaderas entre el brezo, las cuales se dirigen más bien hacia el cordal de la derecha, más alejado. Sin mayores complicaciones enlazamos con la amplia pista que da servicio a la citada instalación. Continuamos nuestro descenso por la misma mientras aparece entre ambos cordales el bello valle de Rioseco, el más pequeño y escondido de los cuatro ríos pasiegos burgaleses.
 
Ignorando la opción que desciende hacia este valle pasamos un collado en el que se encuentra el mojón de Zurruzuela, separatorio de los términos de Espinosa de los Monteros y Sotoscueva. Pasamos hacia este último recuperando la configuración paisajística de la primera parte del recorrido.
 
Descendemos con bastante rapidez por la pista. Hacia la cota 1200 alcanzamos el borde superior del bosque de Ulemas, el cual ya conocimos hace ya algún tiempo. Nuestro camino traza varias curvas que bordean dicho bosque. En la última de ellas (cota 1120 m) encontramos un camino secundario en el lado derecho que seguimos (si siguiéramos de frente enlazaríamos con la ruta citada).
 
El nuevo camino transita sin casi cambiar de altitud. A la altura de un gran roble ignora una derivación hacia su izquierda. Pronto empieza a girar para adaptarse a los pliegues del monte, perdiendo un poco de altitud. Aunque en malas condiciones, el camino se sigue con cierta facilidad.
 
Tras dejar atrás un pequeño arroyo en donde crece más arbolado ascendemos un poco, efectuamos un pequeño giro y alcanzamos el valle del arroyo de San Miguel, llamativo por el abundante arbolado que cubre sus laderas. El camino, más bien vereda, se dirige hacia este bosque y se introduce decididamente en el mismo.
 
Avanzamos con facilidad al encuentro del curso de agua cuando nos encontramos con una desagradable sorpresa: en algún momento un desprendimiento de rocas y tierra ha cubierto el camino en una franja de unos 100 metros. Se nos ofrecen dos opciones: salvar como podamos este tramo entre rocas y escobas o bajar hacia el hayedo, en donde el avance parece más limpio aunque con la complicación de la fuerte pendiente.
 
Nos decidimos por la segunda opción, para lo cual hemos de retroceder un poco para buscar un punto adecuado de acceso. Bajamos a la búsqueda del arroyo, el cual está muy cerca, pero no llegamos al borde del mismo sino que nos mantenemos a unos 20-30 metros. En unos minutos comprobamos como efectivamente la senda tenía continuación hasta cruzar el arroyo.
 
Procedemos a dicha operación (relativamente fácil a mediados de junio). La cascada Salceda se encuentra muy cerca. Lo mejor es ascender un poco por la senda para unos pasos antes de una marcada curva hacia la izquierda, salir por el lado derecho y acercarnos hacia el paraje.
 
Tras disfrutar con calma de la belleza de este escondido y apartado salto de agua retrocedemos los pocos metros hasta alcanzar el sendero. Trazamos la mencionada curva y en ascenso llevadero alcanzamos una portilla ganadera que se puede salvar gracias a una especie de escalera. Casi inmediatamente salimos del arbolado.
 
Tras unas suaves curvas afrontamos la última rampa de ascenso, afortunadamente corta. Dejamos atrás un último tramo de arbolado y recuperamos el descenso vertiginoso por un camino cada vez más claro aunque en malas condiciones. Hacia la cota llegamos a una bifurcación en donde seguimos por la izquierda.
 
Entramos poco a poco en el robledal cercano a Quisicedo y salvamos la última parte del descenso. El término del mismo viene marcado por la necesidad de cruzar las vías de FEVE, ya junto a las casas del pueblo.
 
Cruzamos también la carretera y tras dejar atrás unas casas observamos un ramal cementado hacia el lado derecho. Siguiendo el mismo vemos que permite acceder a un paso de cebra sobre la carretera. Al otro lado nacen dos caminos. El de la izquierda, herboso y empedrado, nos conduce en unos instantes a la plaza en donde iniciamos nuestro caminar de esta larga jornada.
 
Comentarios
 
Recorrido de cierta dureza debido al desnivel (760 metro de desnivel principal y casi 900 de desnivel acumulado) y a la larga distancia. Sin embargo el avance es relativamente sencillo y claro salvo en el tramo del desprendimiento. Es una pena pues no sólo estropea la sensación general sino que puede contribuir al abandono de todo ese tramo del camino.
 
Deberemos evitar días u horas muy calurosos pues es una ruta bastante expuesta. En las fuentes de Quisicedo nos podemos surtir de agua. Para la gente acostumbrada a ello, puede ser una interesante ruta para realizar con raquetas.

La ruta se enmarca dentro del espacio natural de Ojo Guareña, que nos ofrece muchas posibilidades de ocio en la naturaleza. Más información.

Guarda este artículo como pdf e imprímelo cuando quieras
 
Track de la ruta (pulsa en el círculo verde para más información)


Vídeo con imágenes del recorrido (integra un pequeño vídeo de cascada Salceda)





Iglesia de Uzquiano

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Volviendo al Condado de Treviño, paramos en el pueblo de Uzquiano para visitar una sencilla iglesia de estilo románico tardío; en el que lo más llamativo es la existencia de dos portadas en el mismo muro. La original aparece protegida por un atrio relativamente moderno, mientras que la que aparece insertada al lado de la anterior procede del relativamente famoso y cercano pueblo abandonado de Ochate.
 
 
Especialmente sencilla es la primera de ellas, compuesta de seis arquivoltas. La que procede de Ochate, aquí trasladada en 1964, da acceso a una estancia que funciona como baptisterio. Muestra una decoración más trabajada a base de acantos y florones en dos de sus arquivoltas. En los capiteles aparecen motivos figurados, aunque en general bastante deteriorados.
 


 
 
 

Regreso a los pueblos del silencio: Ochate

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Probablemente sea Ochate, de lejos, el pueblo abandonado de Burgos sobre el que más se ha escrito. No obedece este interés, sin embargo, al propio pueblo, sino a la supuesta leyenda negra que arrastra: epidemias, desapariciones, fenómenos paranormales...; que han atraído hacia el lugar a buen número de visitantes amantes de lo esotérico.
 
No vamos aquí a entrar en detalle en  casa una de estos supuestos hechos, que ya hay suficientes sitios en internet que tratan de ello. Tampoco vamos a entrar a rebatirlos, aunque los análisis serios han mostrado que estas "anomalías" no se han podido demostrar, cuando no son directamente falsas. También es cierto que, en mi opinión, desde el momento en que una persona cree en algo de este tipo, es "en cierta medida" verdadero para esa persona. 
 
A lo que queda de Ochate se puede llegar mediante un bonito y corto paseo desde el pueblo de Imiruri, siguiendo un camino en trance de desaparecer. Aparece recostado en una ladera, junto a un arroyo que ha perdido buena parte de su cauce.  
 
 
Apenas se encuentran algunos muros de sus escasísimas casas.

 
Y lo más característico es la torre de su antigua parroquial, enhiesta y aislada en medio del paisaje. Los creyentes de extrañas teorías ubican en esta torre el centro neurálgico de sus teorías.

 
A escasos trescientos metros, ladera arriba, de Ochate se ubican las ruinas de la ermita de Burgondo, lugar de romería anual (según parece aún se mantiene) de lo pueblos de las cercanías agrupados en cofradía documentada desde el siglo XVII.

 
No voy a negar que el que suscribe sintió cierta inquietud al visitar este lugar, aunque totalmente explicable conociendo lo que se cuenta del lugar y teniendo en cuenta que siempre inquieta visitar en soledad un sitio de este tipo.
 
En realidad el devenir histórico de Ochate se puede explicar de manera mucho más común y similar a la de otros pueblos en situación parecida. En general los núcleos ubicados en lugares apartados, con mala comunicación y escasos recursos siempre se han desarrollado menos, han alcanzado menor población y han sido los primeros expuestos a la despoblación. Desde luego en este blog hay varios ejemplos de este tipo, en los que uno se pregunta, en cierta medida, "a quien se le ocurrió fundar un pueblo aquí".
 
Según parece en Ochate hubo un primer poblamiento altomedieval, para pasar a ser uno de los numerosos despoblados documentados en los siglos XIII y XIV. Sin embargo, el lugar se recupera en el siglo XVI, fruto de su ubicación en un camino que comunicaba con las tierras alavesas. Es en este periodo en el que se produce el mayor desarrollo, coincidiendo con la edificación de su iglesia (la cual, no obstante, tenía bastantes elementos románicos que evidencian un edificio anterior, en especial su portada; que como ya sabemos se encuentra actualmente en Uzquiano).
 
Lo que ayudó al repoblamiento de Ochate fue también lo que causó su eventual desaparición. A partir del siglo XIX se promueve un camino más directo hacia Vitoria que queda bastante apartado de Ochate y que se corresponde con la actual carretera. Poco a poco se va produciendo un lento goteo de emigrantes, en especial hacia el pueblo más cercano, Imiruru. Hacia este pueblo se dirigió el último habitante de Ochate en el año 1934.
 
Durante un tiempo algunos edificios fueron utilizados como corrales. La iglesia avanzó en su ruina, ayudada por el expolio y un incendio.  También hacia Imururi fueron buena parte de sus bienes muebles. Desde la década de los Ochenta se empezó a difundir la imagen de Ochate como lugar de experiencias paranormales, con la presencia de un supuesto ovni. La presencia de algunos desaprensivos junto con a la clásica acaparación de materiales de construcción desde lugares cercanos han hecho que ya sea poco lo que queda ya de sus casas.
 
Para mayor información sobre todo lo relacionado con Ochate basta con buscar por internet. Recomiendo leer especialmente la interesante, amplia y documentada web www.ochate.com. También podéis leer el artículo del siempre recomendable blog de Zález.
 
Aunque, de momento, en esta serie de artículos Ochate es el único despoblado que visitaremos, queremos resaltar que el Condado de Treviño es una de las áreas burgalesas que ha sufrido mayor despoblación. Este efecto ha sido especialmente intenso en las áreas alejadas del cauce del río Ayuda; de modo que se pueden contabilizar hasta 15 núcleos con menos de 10 habitantes, demás de los ya despoblados y abandonados Caricedo y Ochate.

Retocando entradas: agosto y septiembre de 2010

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En el artículo “Iglesia de Jaramillo de la Fuente, joya de nuestro románico” hay un problema con las fotos que espero poder solventar la próxima semana.

El artículo “Noticias de San Martín del Rojo” ha sido eliminado
 
El artículo “Mi pueblo es el mejor” ha sido eliminado.
 
El artículo “Fiestas de fin de verano” ha sido eliminado.
 
El artículo “San Millán de Lara” no cambia.

El artículo “X Ruta Carreteril: Quintanar de la Sierra-Poza de la Sal” cambia ligeramente.
 
El artículo “Lara de los Infantes, lugar milenario” no cambia.
 
El artículo “"Somos como esos viejos árboles"(Labordeta)” no cambia.
 
El artículo “Ruta de senderismo: Los Montes de la Peña” no cambia. Desde hace tiempo tengo la idea de repetirla para ampliar y mejorar la información.
 
El artículo “Quintana de Valdivielso (y III): El caso radio Valdivielso” no cambia. Afortunadamente Radio Valdivielso sigue más viva que nunca.
 
 
El artículo “Quintana de Valdivielso (I)” no cambia.
 
El artículo “Valdenoceda tópica” no cambia.
 
El artículo “Elige que proyecto quieres ayudar a financiar” ha sido eliminado.
 
El artículo “Villalaín y su maldición” no cambia
 
El artículo “Árboles singulares: la encina de Sotoscueva” no cambia.
 
El artículo “Ruta de senderismo: Los cuatro ríos Pasiegos” no cambia.
 
El artículo “Villacomparada de Rueda” cambia ligeramente.
 
El artículo “Torme” ha sido retocado ligeramente.
 
El artículo “Iglesia de Butrera” no cambia.
 
El artículo “Las Diaclasas” cambia ligeramente.
 
En el artículo “Salazar” se han hecho algunos retoques.
 
En el artículo “Cernégula” se han puesto las fotos a mayor tamaño.

El artículo “Ruta de senderismo: Las Hoces de Sobrón” no cambia. Hay una versión más actualizada en este otro artículo.

Ermita románica de San Vicentejo de Treviño

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Desde el camino que conduce a Ochate ya se puede distinguir, si se sabe hacia dónde mirar, el pueblo de San Vicentejo y, especialmente, su conocida ermita románica de la Purísima Concepción. Este pueblo se ubica por el paso principal que comunica Treviño con Vitoria (no en vano estamos a unos 10 kilómetros de dicha ciudad).
 
 
Estamos sin duda ante una los templos románicos más interesantes de toda la provincia. El edificio, como algunos otros de su categoría, destaca desde el primer momento por la impresión general de armonía y calidad de construcción. A ello contribuye también el hecho de que se encuentra algo apartada del casco urbano, sin interferencias que dificulten contemplar su perímetro.
 
 
No obstante, aunque la nave y la portada, más bien sencilla con sus siete arquivoltas, se limitan a cumplir este patrón, el conjunto del ábside muestra multitud elementos originales que el maestro logró incorporar con gran habilidad, como si quisiera demostrar hasta donde llegaban sus dotes.
 
Dividido en cinco tramos, separados ya por curiosos contrafuertes de base poligonal, en cada uno de ellos observamos arcadas apuntadas; estando los tres centrales ocupados por ventanas abocinadas. Por encima de las ventanas aparecen curiosos resaltes decorados, apareciendo en uno de ellos dos misteriosas figuras. Por encima de los resaltes el constructor diseñó una culminación a base de una complicada arquería de arcos ciegos trilobulados, integrando hábilmente capiteles intermedios en el arranque de cada uno de ellos. La escultura, con base de motivos vegetales, es sencilla pero muy bien trabajada, demostrando también la alta capacidad del artista que aquí intervino.

 
El fuerte contraste entre lo que encontramos en el ábside y en el resto del templo han hecho plantear a los expertos el hecho más que probable que el plan original fuese mucho más ambicioso; teniéndose luego por alguna razón que modificarlo para concluir el edificio de manera correcta y elegante pero mucho más sencilla. Resulta interesante imaginar cómo hubiese sido en este caso, aunque nunca lo sabremos.
 

El interior, al que lamentablemente no pudimos acceder, obedece a los mismos patrones descritos, aunque con mayor riqueza ornamental. La originalidad e importancia de San Vicentejo, obra singular dentro del románico castellano, destaca aún más por la ausencia de ejemplos de calidad en el entorno; hechos todos ellos que permiten clasificar a esta fábrica incluso como enigmática.
 
Cerca de la portada aparece una inscripción fundacional en cuya interpretación, en general, se tiende a aceptar la fecha de 1162, aunque pudiera ser algo posterior. Dentro de las teorías explicativas acerca de las relaciones de este templo, parece estar vinculado con el románico borgoñón, con lejanas similitudes a lo que encontramos en algunos puntos de los templos de Oña y Cardeña.
Más información en la web Románico Digital.

Iglesia de Saraso

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La iglesia de Saraso tiene una estructura con origen en el románico tardío, aunque muy alterada por reformas posteriores. La podemos descubrir gracias a la presencia de algunas ventanas de arco ligeramente apuntado.
 


 
 
Y sobre todo en una portada más bien sencilla que concentra su interés en los capiteles. Entre sus escenas existen algunas de martirios, eventos de caza o episodios bíblicos.
 


 
 
No podemos dejar de destacar la puerta, con un claro sabor a añejo, y la propia forma de la jamba.
 
 
 
En algunos sillares se distinguen inscripciones, lo que puede implicar la utilización de antiguas estelas romanas.
 
 
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