Hace ya unos cuantos años mencionábamos en el blog la vinculación de este pueblo burebano con la antigua tradición vinícola del norte de Burgos. Hoy nos acercamos al mismo para mostrar su centenario moral. Según información suministrada amablemente por Rodrigo Conde, el cura del pueblo anotó en el libro de bautizados la fecha de plantación de este árbol, en 1837, por lo que podemos datar la edad de este árbol en 178 años.
Aprovechando la parada buscamos un manantial de aguas termales que se conoce desde siempre en la localidad. Hoy en día no puede ofrecer un aspecto más desangelado: una tubería medio oxidada y unas pozas de barro, hoy secas, en las que se bañaba la gente.
En torno a este pequeño manantial se levantó un gran castillo de naipes hace más de diez años: se planteaba la construcción de un balneario, un campo de golf, gran número de chalets…en fin, 66 millones de inversión y 250 puestos de trabajo. Ahora esto es todo lo que vemos de este proyecto faraónico. Supuestamente el proyecto, aunque muy reducido, no ha sido descartado del todo.
Al menos la visita me dejó como regalo este espectacular cielo, con los Obarenes de fondo.