Hace ya bastante tiempo hablábamos en este blog del singular periplo subterráneo del río Rudrón y de la vinculación con una leyenda cidiana. No sabíamos entonces, sin embargo, que las surgencias de Cueva de los Moros y fuente de El Hoyo no son las únicas mediante las cuales el río Rudrón “vuelve a la vida”.
De hecho, las aguas de estos manantiales confluyen en el pueblo de Barrio-Panizares con las del arroyo Fuentes, siendo este el punto en que el cauce empieza a denominarse Rio Rudrón. Un curso de agua de vitalidad intermitente que ha trazado un gran número de cárcavas hacia el norte (el paisaje recuerda en cierta medida al de algunas películas del oeste).
Si remontamos el mismo en periodos de deshielo lo primero que observamos, a tan sólo unos 500 metros al norte del pueblo, es la caudalosa surgencia del manantial de Fuentes; de la que parece surtirse el pueblo; pues está vallada perimetralmente.
Continuamos paralelos al ahora caudaloso cauce durante unos centenares de metros siguiendo en marcado camino. A la altura del primer barranco lateral, hacia el lado occidental, encontramos una pasadera hacia el otro lado del río y hacia esta canal secundaria.
Siguiendo hacia la misma nos llama la atención el hecho de que el agua mana en diversos puntos desde el mismo fondo pedregoso, algo similar a lo que ya vimos hace tiempo en la Fuentona de Abajas.
Ya en la canal, vemos que la misma aporta la mayor parte del agua del arroyo. Mientras observamos un salto de un par de metros, el barranco rápidamente se encajona Ello nos obliga a remontar la ladera. Por cierto, desde este punto el avance se hace más complejo y por momentos, incluso peligroso; debido a la fuerte pendiente y a lo resbaladizo del terreno.
Pronto vemos que el agua parece provenir de una especie de cueva. El pozo la torca o pozo verde. Desde aquí nuestro esfuerzo se centra en tener una contemplación lo más clara del mismo. Lástima que la luz y el fotógrafo no fueran los mejores, pero en todo caso el lugar bien mereció el tiempo y el esfuerzo empleado.
De vuelta al puentecito, remontamos un poco el barranco principal; promesa, quizá, de futuras exploraciones.
Desde aquí todo el cauce está seco. En todo caso seguimos hasta el pozo La Torca. Ahora no hemos de remontar las laderas pues el agua no representa ningún impedimento.
Alcanzado el mismo nos encontramos con una interesante pero inquietante sima con el fondo lleno de agua. Ahora comprendemos el nombre de Pozo La Torca.
Sin duda el color y forma de las rocas es el que produce ese color esmeralda del pozo cuando se colmata. En todo caso mejor no caer aquí, ni en verano ni en invierno.
Me parece que queda claro con las imágenes; pero no está de más recalcarlo. Este lugar es potencialmente peligroso si no se toman las debidas precauciones en la visita.