Entre una impresión otoñal y la siguiente vamos intercalando artículos referidos a la riojilla burgalesa. El de hoy va dedicado al pueblo de Cerezo de Rio Tirón, población que se encuentra ya en el curso medio-bajo del río, cuando este ya ha abierto un amplio valle bordeado por altos cerros, en los que destaca la presencia de materiales yesíferos.
Desde lo alto del pueblo se observa un amplio paisaje, cerrado por los montes aún nevados (finales de abril) de la Sierra de la Demanda. |
Fue aquí donde los autrigones fundaron la ciudad de Segisamunculum. Tras la conquista romana, como era habitual, los nuevos ocupantes integraron la localidad dentro de su propia red, haciendo pasar por la misma la vía “de Italia in Hispanias”. De hecho, el tramo entre Cerezo y Briviesca es uno de los mejor conservados: la tradición popular ha mantenido la denominación del camino como “carrera de los romanos” y posteriores excavaciones han puesto de manifiesto el trazado de la vía. Cada año, en el mes de Junio, vecinos de ambas localidades recorren el camino ataviados de época, en un encuentro que ya va por su XIII edición.
Es más, en la propia localidad de Cerezo encontramos dos puentes de época romana. Uno de ellos, el de San Cibrián o San Ciprián conserva todas las características de la primitiva construcción, y en la fecha de realización de mi visita (abril de 2014) estaba en proceso de restauración y puesta en valor; obra que en el momento de escribir estas líneas ya ha concluido. No muy lejos se encuentra el puente de San García, al que también le vendrían bien unos arreglos.
Puente de San Ciprián |
Puente de San García |
La estratégica ubicación de Cerezo lo convirtió en un importante bastión altomedieval, que quedó definitivamente en manos cristianas a partir del año 891. En la parte más alta del cerro existía un castillo de base triangular que fue reconstruido por última vez por la familia de los Velasco en el siglo XV. Hoy apenas puede detectarse el nacimiento de los muros, aunque en uno de los laterales se encuentra un interesante “pozo de nieve” de origen medieval para la generación de hielo para la conservación de alimentos.
Por debajo del castillo se extendía la localidad, en lo que hoy se denomina barrio de arriba. Con la desaparición de la amenaza musulmana la población fue bajando paulatinamente hacia la falda del cerro y la vega del río. Hoy el barrio de arriba es un montón de ruinas. La sensación de abandono es tanto mayor cuanto que estos antiguos edificios estaban construidos con los débiles e inestables materiales de yeso.
También estaban construidos con este tipo de piedra los dos templos originales de la localidad. La iglesia de Santa María de Villalba aún conserva la mayor parte de su estructura eminentemente gótica. Poseía un buen retablo de pinturas hispano-flamencas que fue trasladado a la moderna iglesia de San Nicolás a mediados del siglo XX.
Más interesante fue el periplo sufrido por la portada románica de la iglesia de Santa María de Villalba, hoy apenas un grupo de muros deformes. A principios del siglo XX y ante la evidente ruina, algunas voces claman por el traslado de la valiosa portada a Burgos para lo cual no hay acuerdo entre autoridades culturales, arzobispado y pueblo de Cerezo.
Entre dimes y diretes, de manera secreta el arzobispado vende la portada a un anticuario que a su vez planea su “exportación” a los Estados Unidos. La portada es desmontada y guardada en cajas de manera discreta, etiquetadas como máquinas de coser. Pero “milagrosamente” se encuentra poco después en Vitoria, a punto de salir para un viaje de expolio sin retorno (sí llegaron a Nueva York las excelentes imágenes de la adoración de los Reyes Magos).
La historia no tiene un final tan feliz, pues la portada fue ubicada en el paseo de la Isla de la capital burgalesa y allí ha permanecido desde entonces semiolvidada, con la consiguiente pérdida de la policromía original y el desgaste de los relieves (incluso en los años 30 se hunde y hay que volver a levantarla). En su ubicación original, la portada disponía de un porche que la protegía de las inclemencias (parece ser que también existía una galería porticada de la que nada se sabe).
La portada como tal se compone de seis arquivoltas muy abocinadas, estado la decoración concentrada en la segunda y la cuarta. En la interior aparecen los ancianos del apocalipsis y en la exterior una serie de animales fantásticos. Se completa la escultura con los relieves de las columnas, de motivos vegetales y animales. Junto a la portada existen algunos relieves que parece que pertenecieron al arco triunfal de acceso a la parte interior del ábside y algunas ventanas.
Pese a su mal estado de conservación, toda esta obra denota una gran calidad en su elaboración original, vinculada a los mejores maestros de Silos. Hoy el pueblo de Cerezo clama por la devolución o, al menos, por una restauración y mantenimiento dignos del monumento.
Para más información se recomienda encarecidamente consultar la página web de la Asociación Cultural Cerasio .