Hoy nos toca escribir sobre otro de los pueblos emblemáticos de la despoblación en Burgos. Se trata del histórico núcleo de Tamayo, en las proximidades de la gran villa de Oña. Su todavía desafiante perfil puede ser visto por todos los conductores que circulan por este tramo de la N-232.
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Tamayo sorprende por la nobleza de sus construcciones |
Tamayo, a la sombra de su importante vecina, fue siempre un lugar de señorío, como lo atestigua su historia y los restos de sus edificaciones. Situado a la vera del camino real entre la Bureba y medina de Pomar, tuvo siempre en el comercio uno de sus principales baluartes. Pero, con el tiempo, la que fue causa de su auge también lo sería de su ruina. El gran carácter expansivo de la villa oniense impediría el desarrollo de esta localidad y acabaría ahogándola.
La construcción de la nueva carretera apartada del pueblo supuso el tiro de gracia para una localidad que vivió un pequeño auge a principios del siglo pasado, siendo ocupada por algunos trabajadores del cercano canal de Trespaderne y de la residencia de Oña; pero todo acabaría a finales de los sesenta; aunque en la actualidad una familia se ha instalado en la localidad para vivir de forma más o menos estable.
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Casa adquirida por la asociación UNPORTA para la creación del centro histórico-cultural. |
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En el mismo edificio un dintel con curiosos grabados. |
El paseo por las calles (históricamente empedradas) de Tamayo aún nos permite ver las paredes (ya sin tejado ni puertas) de sus recias construcciones, invadidas por la vegetación. Se puede hablar de la misma manera de su monumental iglesia, que resiste en pie. Aunque la ruina de esta iglesia, consagrada a San Miguel, no es nueva ni mucho menos, su incorporación a la lista roja del patrimonio es reciente (de este mismo año 2018).
Su interior presenta el estado deplorable al que tan acostumbrados estamos los que visitamos los templos abandonados de Burgo: Suelos reventados, pintadas... La bóvedas resisten aunque sólo es cuestión de tiempo que cedan.
Al lado de la iglesia hay un venerable ejemplar de moral. No olvidemos que cerca del pueblo se halla la ermita en la que la tradición sitúa el retiro de San Vitores. Una vez más la relación entre los morales y este santo.
Cuenta la tradición que los últimos niños de Tamayo se subían por las ramas de este moral para entrar por las ventanas del cercano palacio. También eran utilizadas las ramas por el último sacristán para acceder al campanario, cuando la escalera de acceso no ofrecía ya garantías.
Desde algunas casas del pueblo se puede acceder a los restos de las antiguas bodegas; algunas de las cuales podrían tener un origen eremítico. Otro resto del patrimonio de este pueblo es un gran paredón, último rastro de una torre con origen en el siglo XIV y que formó parte del patrimonio de los Salazar. Una leyenda atribuye a don Gómez, noble caballero de la corte de Alfonso II "el casto", la fundación del solar que sentaría las bases de la creación de Tamayo.
Aportamos un pequeño halo de esperanza mencionando la creación de la Asociación UNPORTA (Unidos por Tamayo). Formada por antiguos vecinos y sobre todo por personas que llevan el apellido Tamayo, toponímico bastante extendido en España e incluso en el extranjero, mantienen una página web y realizan al menos un encuentro anual en los restos del pueblo. Al último asistió incluso el propio Elías Rubio, autor del libro “Los pueblos del silencio”.
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Vista de Tamayo desde el Castillo. Al fondo Oña. |
Este mismo año (con posterioridad a la toma de las fotos que acompañan a este artículo) ha efectuado una jornada de limpieza de las calles del pueblo y han puesto en marcha su proyecto más ambicioso: la compra y restauración de una de las nobles casas del pueblo para que sirva como centro histórico-cultural. El proyecto se hará mediante las aportaciones voluntarias de los miembros de la asociación o de cualquier otro allegado al pueblo. De momento se ha realizado parte del pago correspondiente a la adquisición y se han comenzado las tareas de desescombro.
Las noticias de Tamayo no acaban aquí, ya que recientemente Luis Jimenez-Tusset ha publicado un libro titulado “Tamayo. Recuerdos de una familia”. Aunque centrado en la genealogía familiar, también aborda aspectos relacionados con la historia y la realidad del pueblo.
Seguiremos atentos la evolución de esta conmovedora iniciativa.
Seguiremos atentos la evolución de esta conmovedora iniciativa.